Martes 18 de noviembre, 2014. 10:00 pm
“Nuestros hijos están vivos”, recalcan madres de normalistas
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Oaxaca, México.-María Inés dejó en Atlixtla, Guerrero, a dos nietos. Los niños son hijos de uno de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. María Inés nunca había venido al estado de Chiapas. Hace unos días salió de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” para llegar a San Cristóbal de las Casas y después a Tuxtla Gutiérrez, capital del estado. “Les venimos a decir que nuestros hijos están vivos, que así los sentimos, que no dejen de pedir que aparezcan porque nosotros sabemos que están vivos”, reclama. La última vez que vio a Adán Abraham de la Cruz, su hijo, fue tres días antes del fatídico 26 de septiembre, fecha en que desaparecieron los estudiantes al ser atacados por policías municipales de Iguala. María Inés tiene 47 años de edad, aunque aparenta más. En realidad, Adán Abraham de la Cruz, no es su hijo, sino su sobrino, pero siempre lo ha tratado como hijo propio y por eso decidió dejar todo desde que supo de su desaparición. Adán Abraham tiene 23 años y es padre de dos niños: uno de siete años y otro de dos. Cursaba el primer año de la Normal hasta que lo desaparecieron. “Él siempre ha querido estudiar para darle un mejor futuro a sus hijos”, narra María Inés mientras avanza la marcha en apoyo a Ayotzinapa en la Avenida Central de Tuxtla Gutiérrez. Adán no es el único normalista desaparecido que es padre de familia. Al menos cuatro estudiantes más también tienen hijas e hijos, todos menores de edad. María Inés dice que su nieto de siete años sabe que su padre está desaparecido. No termina de entender bien cómo sucedió, por qué fue o cómo se lo llevaron. Pensaba que estaba perdido y le era difícil comprender cómo una persona adulta no puede regresar a su casa. El término de desaparición forzada lo conoció al dejar de ver a su papá y preguntar, insistentemente, dónde está. Algunos centros comerciales, ante el rumor de que serían tomados por manifestantes, bajaron sus cortinas durante el paso de la marcha en la capital chiapaneca. “La esposa de mi hijo no pudo venir en la caravana porque tiene que trabajar para mantener a los niños”, explica María Inés. Y es que las esposas de los estudiantes desaparecidos son mujeres jóvenes que ahora cuidan solas a sus hijos, mientras buscan también a los normalistas. Las y los familiares de los jóvenes desaparecidos están seguros que los estudiantes siguen con vida. Para las madres no se trata de un asunto de “presentimiento”, sino de que están convencidas de que las autoridades “no los han buscado bien”, y de que hay personas en Iguala que les dicen que sus hijos “están vivos”. “No podemos creer lo que nos dice el procurador (general de la República, Jesús Murillo Karam) cuando lo que ha hecho siempre es mentirnos. Los tres que declaran que quemaron a nuestros hijos aparecen todos golpeados. No nos dan ninguna certeza de nada. El gobierno, todo el gobierno, lo único que ha hecho es mentirnos”, replica María Inés, quien fungió en Chiapas como vocera de las y los familiares de los normalistas. Algunos padres y madres que vinieron en la caravana no alcanzan a articular una sola palabra sin llorar. María Inés se aguanta, aunque cuando ve a una mujer llorando con una pancarta que dice “Los queremos vivos”, también se pone triste. Varias mujeres en San Cristóbal de las Casas se acercaron a abrazarla. En Tuxtla, durante la marcha, afuera de la Parroquia de la Virgen de Guadalupe, un grupo de feligreses acompañados del cura le entregaron un cuaderno con dibujos y notas que hicieron niñas y niños de Chiapas. “Eso nos da fuerza”, agradece María Inés. La mujer se fue el pasado domingo de Chiapas. Desde que subió en Guerrero al autobús para sumarse a esta caravana tuvo en claro cuál era el mensaje: “Les venimos a decir que nuestros hijos están vivos, que no dejen de pedir porque aparezcan porque nosotros sabemos que están vivos”.
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