Oaxaca, México- Durante toda la semana los lectores tuvieron un 15% de descuento para celebrar el aniversario de la Librería Grañén Porrúa. Quince en Oaxaca y cuarenta y dos en México de esta librería fundada por el padre de su ahora dueña, la doctora María Isabel Grañén Porrúa, también presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO).
En la mañana los más pequeños estuvieron atentos a los cuentos de Víctor Arjona y de José Lemus y las Marionetas del Abuelo. Decenas de niños ocuparon las sillas y tapetes, dispuestos a pasar la mañana de la mejor forma que se puede: a través de los libros, de los cuentos, de las historias y de la fantasía.
En la noche, el cuentacuentos y el marionetista dobletearon, ahora con un espectáculo para adultos, que también llenó el Andador Turístico, la empedrada de Macedonio Alcalá, donde está la Librería Grañén Porrúa.
Ahí, muchos fueron los que bailaron al son de Pasatono Orquesta, y muchos fueron los que, como los niños en la mañana, recibieron un obsequio, por supuesto en forma de libro, de manos de su dueña. El mezcal no dejó de pasar de mano en mano y, por qué no, de hacer menos fría la noche llena de alegría y celebración.
María Isabel Grañén Porrúa dijo que tanto su padre como su abuelo —“dos figuras circunscritas por libros”— estarían felices por este aniversario. Para ella, declaró, las letras “ha sido siempre un gran refugio”.
Muchos han sido los lectores que han llegado a la Librería Grañén Porrúa. Entre ellos, como confirmó su dueña, el pintor Francisco Toledo “ha sido el cliente más fiel”.
El reto: una librería
En estos tiempos que corren, en los que con un click en la computadora —o teléfono o tablet— podemos tener toda la información que queramos, e incluso la que no, nos quedan muy pocos momentos para sentarnos y leer un libro: pasar las hojas, oler la tinta, sentir el papel, observar la portada y disfrutar de la lectura.
Es un lujo, pues, poder tomarnos la mañana o la tarde para recorrer los estantes de una librería buscando la compañía para esas horas de soledad en las que no estamos solos. Al contrario, todos los personajes de los libros son nuestros compañeros de un viaje en el que no hace falta nada más.
Que una librería cumpla quince años en Oaxaca y cuarenta y dos en México —que una librería cumpla años en cualquier parte del mundo— siempre será un motivo de celebración. Una librería no es sólo un negocio, un lugar donde se venden cosas. Es un espacio de sueños, de horas vividas por escritores contando historias, inventando vidas y, por ende, alegrándonos nuestra existencia.
Así pues, estos quince años de la Librería Grañén Porrúa son más que una celebración. Es un acto de fe, un deseo de que muchos —sobre todo los niños que empiezan a leer, que comienzan a soñar con las historias que cuentan, que sus padres les leen— puedan vivir en un mundo mejor donde los libros no sean algo del pasado, sino de su presente. Y que sean muchas más las librerías en todo el mundo las que celebren aniversarios.
Muchos años más para la Librería Grañén Porrúa, muchos años más para todos los amantes de los libros y muchos años más con los que seguir viviendo mil vidas a través de la lectura.