Oaxaca, México.-Un pañuelo utilizado durante las honras fúnebres y que resguardó por más de un siglo los restos mortuorios del conquistador español
Hernán Cortés, fue restaurado por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La
pieza de lino blanco y encaje de seda negro de 72 cm x 73 cm que pertenece al acervo del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, fue sometido a un análisis de fibras en los laboratorios de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), con la colaboración de la bióloga Gabriela Cruz.
El INAH informó que las encargadas de la
investigación histórica y la intervención del paño fueron las restauradoras Verónica Kuhliger y Laura García, Mientras que la atención del textil se hizo en colaboración con estudiantes de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO).
Verónica Kuhliger indicó que antes de que la pieza fuera intervenida, fue
sometida a un diagnóstico que mostró que el mayor deterioro se presentaba en su centro. “Se observaban manchas, faltantes, arrugas, deformaciones en el ligamento y una disminución en la resistencia del tejido en esas zonas”, detalló.
Al término del dictamen se hizo una
propuesta de conservación en la que se planteó la viabilidad de que al pañuelo se le realizara una limpieza por medio de un tratamiento especial, explicó.
El paso siguiente consistió en
colocar un soporte de tela de algodón teñida similar al tono del original. Mientras, el encaje negro fue retirado para tratarlo por separado, para que una vez estabilizado finalmente fuera reintegrado nuevamente.
Entre las características particulares que tiene el pañuelo se encuentran sus
figuras fitomorfas bordadas que tiene en los cuatro extremos y que forman una cruz lobulada al centro que alude la religión cristiana y al uso para el que fue creado.
La investigación sobre la pieza hace
referencia a la muerte del conquistador español en 1547 en Castilleja de la Cuesta, localidad cercana a Sevilla, y tiempo después sus restos fueron trasladados a la Nueva España, donde tuvo su última morada en la iglesia de Jesús Nazareno, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.