Oaxaca, México.- Si la obra de arte es un fragmento de la creación visto a través de un temperamento, los especalistas opinan que debemos leer entre líneas para tener un acercamiento a la figura de Sergio Pitol (18 de marzo, 1933) a través de su memoria, su escritura y su propia autoficción.
La comunidad cultural, de escritores y lectores celebra al autor, al traductor, al alquimista de la imaginación y la palabra, quien este 18 de marzo cumple 81 años de vida, “Una vida de enormes territorios, a menudo inabarcables para otros”, como afirmó en vida su amigo Carlos Monsiváis (1934-2010).
“Domar a la divina garza es un buen remedio del caldero fáustico”, afirma Hugo Gutiérrez Vega al recordar algunas de las obras que Sergio Pitol ha obsequiado a varias generaciones de lectores con pasajes colmados de vericuetos, de laberintos y hermosos pasillos y corredores, de estancias amplias y bien iluminadas, sin faltar los áticos y los sótanos donde se encuentra todo aquello imaginable.
“En los años sesenta la ciudad de Londres era una fiesta, por ahí andábamos un grupo de latinoamericanos deslumbrados por todos los emblemas neorrománticos, y por una serie de pequeñas esperanzas Sergio Pitol estaba en Bristol, pero iba constantemente a Londres, esperaba la aparición de El tañido de una flauta, sus cuentos circulaban por Barcelona, Jalapa y México, y sus traducciones crecían en número y en inteligencia. En sus tiempos libres sostenía largas sesiones de parodias delirantes con su amigo y cómplice Carlos Monsiváis, y leía, leía y volvía a leer, pues, sobre todas las cosas, es un lector constante y deslumbrado”.
Hugo Gutiérrez Vega afirmó que Sergio Pitol es también conocido por ser un entusiasta de las tramas, las fugas, las palabras, los silencios y de todos los momentos dorados que nos otorga la literatura, añadiendo que los personajes de su literatura no son obedientes y, sin más, se les ocurre ponerse a vivir sus vidas y a echar a andar sus pasos por terrenos no previstos por el autor.
“Esto no le molesta a Sergio, pues no es un titiritero despótico y, como todo padre inteligente y de verdad amoroso, permite con gusto que sus criaturas escojan sus caminos y definan sus prioridades. Recuerdo a Ratazuki y a la falsa tortuga, personajes construidos con fragmentos de varios seres humanos que recibieron el aliento vital de su irónico y generoso creador. No fueron los trágicos engendros del doctor Frankenstein, por el contrario, al ser dotados de vida verdadera, adquirieron, por una parte, una credibilidad radical y, por la otra, la fuerza necesaria para escoger sus destinos”, consideró el poeta Hugo Gutiérrez Vega, Premio Nacional de Ciencias y Artes.
Ricardo Cayuela, director general de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) celebró que actualmente el catálogo de la DGP cuente con una colección de traducciones de Sergio Pitol de clásicos de la literatura, realizado en coordinación con la Universidad Veracruzana.
“Él vivió en Europa del Este y aprendió ruso y polaco, sabía italiano de familia, y francés por los estudios, entonces se convirtió en uno de los autores y traductores más versátiles del panorama latinoamericano, pero además muy original en su gusto, por eso los 40 títulos que conforman esta colección constituyen una pequeña biblioteca literaria muy sorprendente”.
El titular de la DGP afirmó que el Conaculta se sumó al proyecto de la Universidad Veracruzana para que los libros editados a partir de las traducciones que Pitol tengan más alcance, más distribución y estén siempre en las mesas de novedades de las librerías.
“Realmente quien se acerque a estos libros editados recientemente va a poder entrar al universo y los gustos personales de Sergio Pitol. Tan sólo basta mencionar La vuelta de tuerca, de Henry James; Adiós a todo esto, de Robert Graves, pero además van a descubrir obras de gran valor como Las puertas del paraíso, de Jerzy Andrzejewski, que si no es por el interés de Pitol y su traducción jamás hubiéramos sabido de este título maravilloso”.
Ricardo Cayuela definió a Sergio Pitol como un autor que inventó un nuevo acercamiento a la literatura con novelas paródicas y escritos que cuestionan siempre los límites de su género.
“Como ensayista descubrió que la autobiografía, la pequeña ficción dentro de la no ficción, la crónica de viajes y el ensayo duro podían combinarse en un nuevo género que él ha hecho suyo magistralmente”.
La escritora Margo Glantz expuso que la literatura de Sergio Pitol, transformada sucesivamente, al principio con signo dramático, como en El tañido de la flauta y muchos de sus cuentos, ha devenido con el tiempo en una escritura paródica y jocosa, como él mismo la define, asombrado de que esa vena no hubiese aparecido antes, sobre todo, cita Glantz a Pitol, "porque si algo abunda en mi lista de autores preferidos, son los creadores de una literatura paródica y excéntrica".
Su pasión por la narración ha cambiado también de signo –refiere la autora. Es fácil percibirlo: en El mago de Viena y El arte de la fuga reelabora el arte de la narración, las anécdotas que pudieran convertirse en posibles novelas o cuentos que se van enredando entre el recuento de las lecturas o las biografías de sus autores preferidos convirtiéndose así en nuevos relatos donde los personajes principales pueden asemejarse a aquellos que pueblan sus obras favoritas.
Sobre El mago de Viena, la escritora que ha sido reconocida con el Premio FIL de Literatura, expresó: “en efecto, sólo un mago puede reunir con tal maestría un gran número de textos que guardarían en sí mismos, de manera aislada, una perfecta unidad, y aparentemente apenas podrían conectarse y conformar una trama. En un diálogo con Monsiváis, Pitol lo explica: ‘Es un libro que nace bajo la sombra de un lema primordial de los alquimistas: Todo está en todo’. En el mago todo está en todo, pero en un orden de los elementos”.
La especialista Teresa García Díaz destacó que los autores preferidos de Sergio Pitol son los raros, los excéntricos, los creadores de una literatura paródica, desacralizadora, donde el humor desempeña un papel decisivo, mejor todavía si es delirante como en el caso de Gogol, Sterne, Nabokov, Grombrowicz, Beckett, Bulgakov, Goldoni y Borges, entre otros.
“La variada labor diplomática de Sergio Pitol, su carrera de traductor, de lector sensible e incansable, de cinéfilo, de viajero inagotable, de observador con una brújula única para deambular por todos los terrenos del arte, y sobre todo su particular experiencia creativa nos es compartida generosamente a través de un discurso sumamente gozoso e iluminador para los amantes de la literatura”.
Teresa García Díaz indicó que en la obra de Sergio Pitol vislumbramos entre líneas, fragmentos y conjeturas a ese “yo” que revisa de manera explícita e incluso algunas de las relaciones que la autobiografía trama entre sujeto y vida, creador y arte, lector y obra, risa y conocimiento, memoria y lenguaje.
“Sin olvidar también que en los textos de Pitol todo es intensidad, desmesura, y todo se funde en esa vida y literatura, porque todo es todas la cosas. Todo pudo ser así o pudo ser de muchísimas maneras, o no pudo ser”.
El periodista Jenaro Villamil recuerda que Sergio Pitol dejó el testimonio de su amistad con Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco en un relato magistral. Con Monsiváis, el joven de El arte de la fuga, Pitol fabula a partir de un día normal de 1957 cuando esperaba a Monsiváis en la cafetería Kikos de la Avenida Juárez, frente a El Caballito. Llegó Luis Prieto, amigo de los tres, con un extraordinario relato sobre unas misteriosas monjas que lograron conocerse gracias al Tertium Organum de un tal Ouspensky.
Refirió que Sergio Pitol describe a José Emilio Pacheco, joven, que entregaba las planas de La sangre de Medusa y esperaba a sus dos amigos en la casa de Juan José Arreola, y lo cita:
“José Emilio, Carlos y yo, caminamos por el Paseo de la Reforma, doblamos a la derecha en Niza hasta llegar a una taquería, al lado del Cine Insurgentes, adonde pasamos con frecuencia por la noche a tomar caldos y a probar la más deliciosa variedad de tacos que pueda uno imaginar. Mientras comemos volvemos a hablar de literatura, y reiteramos nuestras preferencias… El único proyecto que de verdad nos interesa es escribir una novela satírica donde los haríamos aparecer como unos pendejos grotescos y pomposos”, relata Pitol cuando describe la manera en que los tres se burlaban de unos comensales escritores que se acercan a conversar con ellos.
“Tal vez somos conscientes de que jamás escribiremos una línea de esa novela, pero quizás también intuimos que aquel juego cotidiano pueda ser una de las fuentes que alimentará nuestra obra posterior, si es que ésta se deja escribir”, agregaba el autor de Domar a la divina garza.
Luis Fernández de Alba, autor del libro Del Tañido al arte de la fuga. Una lectura crítica de Sergio Pitol, afirma que El arte de la fuga de este autor mexicano no es precisamente una novela, sino un libro de memorias, de lecturas y de sueños, donde se dejan ver las obsesiones, manías y sentido del humor que lo han acompañado durante toda su vida.
“No obstante que desde sus dos primeras novelas El tañido de una flauta y Juegos florales, Pitol introduce elementos paródicos enfrentados a una noción trágica de la existencia, en El desfile del amor esos elementos ganan terreno y desaparecen, mientras que en otras obras como Domar a la divina garza y La vida conyugal la parodia se adueña de toda la construcción literaria, constituyendo la esencia misma del texto”.
Finalmente, Alberto Ruy Sánchez recordó que tuvo la fortuna de conocer a Sergio Pitol cuando era un joven agregado cultural en París, siendo conocido por la comunidad cultural como un hombre generoso y lúcido.
“Muchos compartimos de su mano el conocimiento de París y su vida intelectual. Recuerdo que tuve la fortuna de que Sergio, un buen día, me presentara a Julio Cortázar. Estar con él era comprobar muchas de las cosas que yo aprendí leyendo libros”.
Ruy Sánchez celebra que Sergio Pitol sea una figura absolutamente actual y que siga siendo consultado por innumerables lectores, sobre todo por jóvenes que cada generación renuevan el interés por su obra.
“Esto también es gracias a que Sergio ha tenido muy buenos editores que hacen que sus libros sean fáciles de conseguir, eso mantiene vivo a los libros y a los autores de gran valía como Pitol, uno de nuestros grandes orgullos literarios”.