Salvado JOSÉ HERNANDEZ
Oaxaca, México.- Escribir sobre Francisco Benjamín López Toledo, por todos conocido como Francisco Toledo o “chico” Toledo, con su apellido materno nada más. Es causar polémica, donde creo que no la hay. “Lo que se ve no se discute”, dice el refrán popular.
Debo reconocer que –aunque no me gusta llamarle maestro, muchos no conocen ni su trabajo pictórico-, me simpatiza, vino a darle al arte y a los movimientos culturales que encabeza ese “aire irreverente”, como la tamaliza que organizó para que no se instalará una empresa de comida chatarra, “está corriendo a la libre empresa” gritaría quizá un chillón empresario oaxaqueño.
Pero mil veces preferible que venda cuadros “con la fama que se hizo en estados Unidos, con dicho “acto antiimperialista”. Ya que ni en la “Plaza Roja” de Moscú pudieron hacer tamaño desaguisado con esa empresa, emblema del neoliberalismo yanqui.
Me acuerdo cuando lo vi por primera vez en los “jardines” del atrio de Santo Domingo, nos miraba a unos pintores novatos y a mí con ojos de extrañeza y desconfianza como si apenas hubiera salido de una civilización antiquísima y de pronto se encontrara caminando por las canteras eclesiásticas.
O en un conocido bar de los portales, recién “desempacado” de Europa, con uno de sus hijos dentro de una carriola. Lo saludé, pensando que el pintor con cara de ermitaño no me iba a regresar el saludo. Sin embargo, cruzamos algunas palabras que me hizo recobrar la confianza, Toledo era como cualquier persona, común y corriente.
Seguramente estaba pensando en la cercana inauguración del Instituto de Artes gráficas de Oaxaca, IAGO, que posee la biblioteca más “una de las más completa del país”, según palabras de la crítica de Arte, Teresa del Conde. En la actualidad donada,- en un peso- al Instituto Nacional de Bellas Artes INBA, “…no lo hizo más que para sacudirse a todos los zopilotes que traía encima…,” “Eso me contaba hace unas semanas un pintor veterano que le ha visto hacer a Toledo de todo y sin medida”, señala Rodrigo Islas en el Suplemento “Cronos” (23 de mayo del 2015) . Y echarle la bolita al Instituto gubernamental, aseguran sus detractores, que por cierto, no tiene pocos.
Luego, tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, cuando Arcelia Yañiz (RIP), en ese entonces, directora de la Biblioteca Pública de Oaxaca, nos lo presentó al periodista Rafael Hernández y a mí.
La intención, que nos donara una obra para armar una expoventa y pagar los gastos pendientes que nos dejaron los anteriores “dirigentes” de la Asociación de Periodistas Oaxaqueños (APO). Como nuevo dirigente de dicha asociación, me hice a la tarea de invitar a otros pintores ya conocidos en ese tiempo (1995), Justina Fuentes, Luis Zarate, Liborio López Navarrete (RIP) Virgilio Gómez (RIP), el español José Luis Cérrato (RIP), Vidal Ambrosio, Juan Alcázar (RIP), y hasta al mismo Edmundo Aquino -fui hasta su casa de Coyoacán, en la ciudad de México-, que dadivoso, obsequió tres litografías para la asociación, Arnulfo Mendoza (RIP), Sergio Hernández no quiso “entrarle” hasta que “hablara con su representante”.
En fin, que fuimos cerca de treinta pintores que expusimos en la “Mano Mágica”, galería de Arnulfo Mendoza. La donación de Toledo no fue de una, sino de cuatro obras que se vendieron “como pan caliente”. Con el dinero obtenido pudo la APO sobrevivir independiente por dos años, sin obtener “chayotes” del gobierno local en ese tiempo, administrado por Diódoro Carrasco Altamirano.
Después, vinieron otros encuentros con el maestro Toledo, y en todas las observaciones o injusticias populares que se le plantearon, estuvo atento y solicito a apoyar.
Por eso, es entendible que casi todos los medios locales le tengan resquemor al pintor- Premio Nobel Alternativo-, ya que siempre ha sido una “piedra en el zapato” de los gobernantes en turno. Desde pedir el rescate del exconvento de Santa Catalina de Siena, hasta su lucha en contra del maíz transgénico o la aparición de los cuarenta y tres desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa.
No es de extrañar que ahora los “especuladores de la información”, con o sin razón –sólo ellos lo saben- , digan que Toledo puso a Alonso Aguilar Orihuela en la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca (SECULTA), para tener un “intermediario” con el gobierno priista en turno, vaya, como si Toledo tuviera necesidad de tocar puertas para que lo atienda un burócrata gobernante.
Hay otras anécdotas que me han gustado de Francisco Toledo, y que sería innecesarias nombrarlas ahora, pero que dibujan el perfil de alguien que no sólo ha cuidado su imagen de pintor famoso, sino que le ha entrado al “toro por los cuernos”, así que: “Ladran Sancho, señal que cabalgamos” sería la frase más apropiada en estos casos.
.