Oaxaca, México.- Este martes 20 de enero dejó de latir el corazón de Teresa Castelló Yturbide, conocida en el mundo de la literatura infantil como “Pascuala Corona” y “Girasola”. Narradora, ilustradora y especialista en arte popular mexicano. A sus 98 años de edad decía: “Mi vida ha sido de encuentros”.
Nacida el 21 de marzo de 1917, la niña Teresa Castelló se encontró en la casa de su abuela, en Pátzcuaro, a una nana de origen michoacano que le contaba cuentos. Fue tal su afecto a aquella mujer, que tomó su nombre como seudónimo para publicar las narraciones que ella misma escribiría años después y las compilaciones de relatos mexicanos populares que dejaría editadas. También, en su infancia, enseñó a leer a otros niños.
Dio a luz su primer libro en 1945, bajo el título
Cuentos mexicanos para niños (Editorial Porrúa), y en 1952,
Cuentos de rancho (SEP). Pero la lista siguió creciendo y el tiempo la hizo numerosa; entre sus más recientes textos están
Leyenda de la china poblana y Mi abuela Romualda (Ediciones Tecolote), elegidos para formar parte del acervo de las bibliotecas escolares de todo el país.
A finales de la década de 1950 asistió a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” para perfeccionarse como pintora de caballete, así como en la ilustración de sus libros, obras en las que firmaba como “Girasola”.
Como reconocimiento a su trayectoria, en 2010 le fue entregado el Premio Bellas Artes de Cuento Infantil Juan de la Cabada. También obtuvo el Premio Antoniorrobles (1933) por
El morralito de ocelote.
Además de sensible narradora estudió los textiles indígenas en todo su contexto, desde las mujeres que los elaboran hasta un fino análisis de los materiales que los componen. En su trayectoria siempre mostró un profundo respeto por los artesanos y creadores del patrimonio textil mexicano. En este ámbito obtuvo el Premio White Ravens (1987) por la publicación
Tres colorantes prehispánicos.
Desarrolló investigaciones que dieron por resultado más de 30 libros e innumerables artículos publicados en revistas, impartió conferencias y dio asesoría a otros investigadores. Su trabajo se basó en su relación con diferentes grupos sociales y la lectura de numerosos documentos; lo hizo en campo, vinculada con indígenas y artesanos.
Profundizó en los textiles. En la década de 1960 publicó en coautoría la obra de dos volúmenes
Traje indígena de México, con apoyo del INAH. En 1988 fundó la asociación Pro-Seda para apoyar al cultivo de la morera y la crianza de gusanos de seda con un grupo de mujeres mixtecas, en San Mateo Peñasco, Oaxaca. Su libro
Presencia de la comida prehispánica (1986) es pionero en mostrar la continuidad cultural de la cocina indígena de México.