Oaxaca.- La noche de este sábado, el público oaxaqueño se concentró en uno de los iconos culturales más emblemáticos de esta capital para ser parte de esta experiencia musical encabezada por Susana Harp, quien hizo acompañar su voz con los instrumentos de siete músicos que tocaron durante la presentación de este disco que permite redescubrir muchas de las canciones tradicionales mexicanas más emblemáticas y algunas otras del repertorio popular.
“La vida también es un misterio gozoso”, dijo la intérprete antes de cantar La cumbancha, pieza compuesta por Agustín Lara con la cual inició el recorrido sonoro que, por dos horas, mantuvo la atención y los aplausos de los asistentes.
Noche de misterios, en donde se escucharon piezas mexicanas que han cruzado las fronteras y se interpretan en países como Polonia, Rusia, España y Argentina, continuó con la presentación de Luz de luna y el Negro de la Costa, ambas composiciones del oaxaqueño Álvaro Carillo. El ritmo de la Costa permitió que al escenario arribaran dos parejas de bailarines para complementar el espectáculo de Susana Harp, mientras fotografías de Ariel Mendoza y Blanca Charolet se proyectaban en el escenario para mostrar la riqueza de la cultura afromexicana.
La Llorona, un son istmeño, fue una de las piezas clave de la noche que le permitieron a la intérprete demostrar la riqueza que existe en México y el sincretismo que ha logrado con sonidos de otras latitudes. La oaxaqueña cantó esta pieza en tres idiomas: árabe, castellano y zapoteco, pues, a decir de Harp, el tema regional del Istmo mantiene la esencia española, cultura que a su vez está influenciada por la de los árabes.
Durante todo el recital, la voz del poeta José Manuel Aguilera le dio el toque de picardía a la noche. Entre algunas canciones, Aguilera tomó el micrófono para dedicarle versos al público y en especial a Susana Harp.
A mitad de la presentación, la intérprete cedió el escenario al joven tenor oaxaqueño Luis Pablo Osorio, quien con su potente voz hizo vibrar el teatro con La Zandunga y Como de treinta. Después de su actuación, los músicos continuaron con Nereidas, danzón compuesto por Amador Pérez Torres "Dimas".
Cielito lindo, Pinotepa, La bruja y La negra Tomasa complementaron el repertorio de Misterios gozosos y anunciaban el final de la presentación.
El Huapango, de José Pablo Moncayo, sonó en el Macedonio Alcalá como nunca había sonado, pues Susana Harp acompañó esta composición con los siete versos que conforman este tema conocido como el “segundo himno nacional”.
Aguilera regresó al escenario y contó al público las aventuras que Moncayo vivió en la región del Sotavento, lugar que lo inspiró para poder componer el tema. Y como pieza final, Susana Harp cerró la noche con En México, del compositor mexicano Chava Flores, mientras el público la despedía con un sonoro aplauso.
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