Oaxaca, México.-Ciento veinticinco años después de que Vincent van Gogh muriera en Auvers-sur-Oise, a las afueras de París, a causa de las heridas de un disparo, el pintor sigue despertando una enorme fascinación en el público y continúa siendo una fuente de inspiración para generaciones de artistas. Es un filón inagotable. Les proponemos, siguiendo sus pasos, un recorrido que nos lleva de su Holanda natal a Francia, donde terminó prematuramente sus días el 29 de julio de 1890, a los 37 años. Un viaje que nos permitirá ver con nuevos ojos a este artista único, que malvivió pobre y enfermo, rodeado de sus fantasmas personales y sus obsesiones y que, paradojas del destino, es hoy uno de los nombres más cotizados del mercado del arte.
En cinco lugares de Brabante se pueden rastrear las huellas del pintor
Comenzamos el itinerario en Brabante, al norte de Holanda, donde nuestro protagonista nace en 1853 y pinta la primera de sus obras maestras: «Los comedores de patatas». Hasta en cinco localidades de esta región podemos rastrear las huellas de Van Gogh. Primera parada: Zundert, su pueblo natal, donde vivió hasta 1869. Allí se halla la Casa de Van Gogh. No es la original. Fue sustituida en 1903 por el actual edificio, que funciona como museo donde conocer las raíces del maestro. Cuenta con un programa de residencia de artistas. Una pequeña iglesia anexa funciona como taller y galería de arte. También podemos visitar la iglesia anglicana donde el padre de Van Gogh fue predicador y la tumba de su hermano mayor, llamado como él, Vincent, que murió un año antes de que él naciera.
Nuestra segunda parada es Etten-Leur, a cuya casa parroquial se trasladó toda la familia. Allí estableció Van Gogh su primer estudio y comenzó a dibujar sus célebres sauces podados. En una iglesia contigua se encuentra el centro informativo dedicado a los primeros años del artista. Aquí se hallaba el gran limonero donde el pintor declaraba su amor a su prima Kee Vos. De Etten-Leur ponemos rumbo aTilburg, en cuya escuela superior Vincent recibió, a los 13 años, sus primeras clases de dibujo de la mano de Constant Huijsmans. El Stadsmuseum ha recreado aquel aula. Hacemos un alto en el camino para visitar la localidad de ‘s-Hertogenbosch, conocida como Den Bosch, ciudad que el próximo año conmemorará el quinto centenario de la muerte de El Bosco, su vecino más ilustre. En el Museo de Brabante del Norte cuelga una decena de obras tempranas de Van Gogh. Se suma a su 125 aniversario con varias exposiciones.
En Nuenen hay un carril bici inspirado en su célebre obra «La noche estrellada»
Concluimos el recorrido de Brabante enNuenen, donde el artista vivió entre 1883 y 1885. Hay en este pueblo 21 lugares relacionados con Van Gogh: el molino de agua de Opwetten y el molino Roosdonck –pintó ambos–, la casa parroquial donde vivió con su familia, la iglesia reformista donde su padre fue pastor o el Vincentre, un centro donde sus personajes y sus cartas cobran vida. Durante todo el año Nuenen es el punto de partida de excursiones nocturnas en bicicleta por un carril bici diseñado por el artista Daan Roosegaarde, inspirado en la obra maestra de Van Gogh «La noche estrellada».
Seguimos en Holanda, donde se hallan los dos museos que atesoran el mayor número de obras de Van Gogh. Por un lado, el Kröller-Müller, que, pese a no ser demasiado conocido, es cita obligada para los amantes de Van Gogh. Alberga en su colección 90 pinturas y más de 180 dibujos. El museo se halla en el parque nacional Hoge Veluwe, a las afueras de la localidad de Otterlo. Es un lugar muy bucólico. Hasta el 27 de septiembre acoge la exposición «Van Gogh & Co», donde el pintor holandés se mide con Cézanne, Monet, Redon, Fantin-Latour... Además, durante todo el verano ha organizado numerosas actividades: un festival de cine, degustaciones gastronómicas, danza, música, teatro, talleres de dibujo y fotografía, rutas a pie y en bicicleta...
Su museo de Ámsterdam ha remodelado el montaje, ahora más didáctico y colorista
Pero, si hay un museo donde podemos descubrir a Van Gogh en toda su plenitud, ése es el de Ámsterdam, uno de los más populares del mundo. En noviembre del año pasado se acometió una profunda remodelación de su museografía. Reciben a los visitantes sus autorretratos y su única paleta que se conserva. Se ha puesto en relación su vida y su obra, que resultan inseparables, con un montaje muy espectacular, didáctico, ameno y colorista, quizás demasiado, en el que hay textos informativos, vídeos, fotografías y colores por todos los rincones. Cada capítulo en que se divide el relato está asociado a un color. Pero resulta muy molesto disfrutar de sus obras entre tanto «ruido».
El motivo del cambio es que sus responsables han querido contextualizar la producción de Van Gogh (la colección es impresionante) con su no menos atractiva biografía: nos desvela sus cartas y sus dibujos (hasta ahora en un segundo plano), nos cuenta sus enfermedades, por qué se cortó la oreja y decidió suicidarse, nos explica por qué se ha convertido en un icono popular... Además, su trabajo ya no se expone en solitario, sino que se muestra junto al de artistas como Gauguin o Toulouse-Lautrec, con los que mantuvo una estrecha relación. La exposición estrella del 125 aniversario será la que confronte a Van Gogh con Munch, desde el 25 de septiembre hasta el 17 de enero de 2016, con un centenar de obras. Una versión más reducida ya se ha visto en el Museo Munch de Oslo. Pese a que no hay constancia de que se conocieran, sí se advierten no pocos paralelismos en sus trabajos. La apertura de la exposición coincidirá con la inauguración de la nueva entrada del centro, en la plaza de los museos.
El sur de Francia y el color
Dejamos Holanda y ponemos rumbo a Francia, un país que tiene un peso enorme en la biografía y la carrera de Van Gogh. Tras su paso porParís, donde permaneció dos años (el Museo d’Orsay conserva una excelente colección del pintor), decidió viajar al sur del país, en busca de una luz que inundó de color su paleta: intensos amarillos, verdes, azules... En 1888 llega a Arles, en la Provenza. Allí pinta muchas de sus obras maestras, incluidos sus celebérrimos y cotizadísimos «Girasoles», e inmortaliza la Casa Amarilla, dondecompartió una temporada con Gauguin, y su habitación (uno de sus cuadros más famosos). Hoy no hay ni rastro de aquella casa, en la queVan Gogh se cortó la oreja, un episodio sobre el que han corrido ríos de tinta.
Entre 1889 y 1890 Van Gogh estuvo internado en un psiquiátrico de la Provenza
Sí se halla aún en pie el precioso monasterio románico de Saint-Paul-de-Mausole, elsanatorio psiquiátrico donde Van Gogh estuvo internado entre 1889 y 1890. Pintó el edificio y los campos de trigo que lo rodeaban en la época, hoy convertidos en campos de lavanda que dan un color y un olor muy especial a este lugar. Se halla a las afueras de Saint-Remy, una bella localidad en el corazón de la Provenza. Es posible seguir una ruta por los alrededores, con cartelas que ilustran algunas de las obras donde se supone que las pintó.
Concluimos este viaje por los paisajes y lugares de Van Gogh enAuvers-sur-Oise, localidad situada a 30 kilómetros al norte de París, adonde el pintor llegó en mayo de 1890. Este pueblo sin demasiado encanto pasaría desapercibido para los turistas si no fuera porque en élmurió y está enterrado Van Gogh. Hoy es lugar de peregrinaje obligado para sus legiones de admiradores, especialmente los asiáticos. Empezamos la visita en el Hostal Ravoux, en el centro del pueblo, donde se alojó el holandés. Es un lugar anodino, con un restaurante en la planta baja. Una empinada escalera nos lleva a su habitación, pequeña y sin muebles originales, donde murió hace 125 años. Es Monumento Histórico de Francia. Un paseo por el pueblo nos lleva a la iglesia de Notre Dame, que inmortalizó en un lienzo; la casa-taller y el Museo de Daubigny, otro artista de los muchos que se instalaron en la localidad (también pasaron por allí Cézanne y Pissarro); la casa del doctor Gachet, médico, coleccionista, mecenas y amigo de pintores, entre ellos Van Gogh, quien le hizo varios retratos. Uno fue durante años el cuadro más caro de la Historia: lo compró en 1990 el magnate japonés Ryoei Saito por 82,5 millones de dólares. Cuentan que está enterrado con él.
Acabamos la visita en el cementerio del pueblo. Allí yace enterrado Vincent al lado de su hermano Theo. No tiene pérdida su tumba, pues siempre hay gente alrededor de las dos sencillas lápidas con sus nombres. Ciento veinticinco años después, aún se sigue especulando sobre la muerte de Van Gogh. Tradicionalmente, se ha dicho que se suicidó pegándose un tiro en los campos de trigo de Auvers. Peronuevas teorías, incluidas por Steven Naifeh y Gregory White Smith en una exhaustiva biografía del pintor, apuntan a que fue un joven del pueblo el que habría disparado accidentalmente. Nunca sabremos qué paso. Eso seguirá alimentando el mito de Van Gogh, que, 125 años después de su muerte, sigue creciendo.