Oaxaca, México.-Organización pionera en la defensa los derechos humanos y de apoyo a los movimientos populares en el país, el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos) ha enfrentado el acoso, la represión y la censura desde las esferas del poder público, con allanamientos, robo y vigilancia de sus instalaciones a lo largo de sus 51 años de existencia, recién cumplidos el pasado martes.
Durante este tiempo, cientos, quizás miles de campesinos, indígenas, estudiantes, trabajadores, luchadores sociales y un sinfín de organizaciones de la sociedad civil han transitado por los pasillos de la casa ubicada en Medellín número 33, en la colonia Roma de la ciudad de México, para desde ahí denunciar los abusos del poder y las violaciones a los derechos humanos, aun antes de que este término entrara en uso. Pero también para recibir, con frecuencia, un alojamiento temporal. Ha sido refugio para perseguidos.Surgido en 1964, de la mano del matrimonio de José Álvarez Icaza Manero y Luz María Longoria Gama –quienes formaron parte del Movimiento Familiar Cristiano y que, como pareja acudieron al Concilio Vaticano II en su calidad de consejeros laicos–, el Cencos estuvo ligado en un principio a la Iglesia católica, relación que apenas duró unos años, pues en 1968 se dio la ruptura. La causa: el silencio guardado por la jerarquía eclesiástica ante la represión sufrida por los estudiantes el 2 de octubre de ese mismo año.
Así, el objetivo inicial de difundir la información eclesiástica en los medios de comunicación, con el tiempo se convirtió en una alternativa a los nulos espacios que tenían las organizaciones de la sociedad civil para hacer públicas sus denuncias.Te podría interesar...
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