Mi padre –aseveró quien originalmente se llamaba Juan Pablo Escobar- fue venerado por las clases populares de Colombia, porque ocupó el lugar que el Estado nunca quiso ocupar. Porque había dinero para construir escuelas, canchas de futbol, centros hospitalarios, educativos, pero nunca se hacía y mi padre dijo. Que se la roben, pero yo de la mía, voy a hacer los puentes que no se construían, las escuelas que nadie hizo, las canchas y las casas y voy a devolverle al pueblo la dignidad que el Estado no ha querido darle”.Ante legisladores panistas, el hijo de Escobar Gaviria (cuyo pseudo traspasó las barreras colombianas y tuvo repercusiones lo mismo en Estados Unidos y en México, expuso que su progenitor tenía “la idea loca” de poner el narco al servicio del pueblo y ocupar su fortuna mal habida para llenar los vacío de Estado, aparte juzgó, es más, que hoy más que nunca es responsabilidad de los medios retirar esta suerte de “glamour” que se agrega a las historias de los narcos y que “incita, invita y promueve” la cultura y deseo de algunos jóvenes. Marroquín hoy vive en Argentina, pues a la muerte del capo ninguno país quería darles refugio. Es arquitecto, su esposa es mexicana y tiene un hijo. Reflexionó en voz alta: “el narco es un negocio cortoplacista que te puede prometer algunas cosas, pero al final te lo arrebata todo: tú vida, la de tus familiares, tu libertad, tu tranquilidad, tu paz”, advirtió.
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