En medio de una crisis monetaria por la caída del valor del peso frente al dólar, el funcionario mejor conocido por su exceso de peso permanecerá en el cargo del banco central mexicano por otros 6 años (ocupó el cargo con Felipe Calderón en 2010 luego de haber fungido 3 años como secretario de hacienda).
De acuerdo al artículo tercero de la ley del
Banco de México, sus funciones son: emitir la moneda nacional, fungir como tesorería del gobierno y participar en el Fondo Monetario Internacional (FMI) entre otros. Por otro lado, según su propio código de ética, la misión del BM es salvaguardar el valor de la moneda a lo largo del tiempo, cosa que no se ha cumplido del todo durante la gestión de Carstens.
Al inicio del gobierno de
Felipe Calderón las reservas internacionales de dólares de México estaban en 67.7 mil millones de dólares: continuaron creciendo hasta llegar a 113 al inicio de la gestión de Carstens en 2010 (página 71 del informe anual 2010
[1]. Para 2012 dichas reservas ya habían llegado a 167 mil millones (página 71 del informe anual 2012
[2]). Luego de la crisis financiera de 2008, se creó la Línea de
Crédito Flexible del FMI, que tenía por objetivo facilitar créditos a “países con un desempeño sólido”
[3]. México aceptó gustoso el dinero del FMI, como se puede ver en la gráfica, gran parte de las reservas internacionales en dólares provienen de la línea de crédito:
De acuerdo al último informe del BM, las reservas internacionales de México son de 195 mil millones de dólares
[4] (página 250). Esto quiere decir que durante el tiempo que Carstens ha sido el gobernador del BM, las reservas se han incrementado en un 75% (con su respectivo aumento en la deuda pública derivado del préstamo del FMI).
¿A quién benefician las reservas?
Se supone que el objetivo de tener reservas internacionales en dólares es tener solidez financiera internacional, algo que respalde el valor de la economía nacional en casos de crisis y fluctuaciones en el mercado mundial (justo lo que pasa ahora). Sin embargo, el aumento de las reservas no ha mitigado la pérdida de valor del peso ni ha ayudado al crecimiento de la economía. El valor del dólar en 2010 se ubicaba en 12.7 pesos; actualmente se ubica en 16.59 con perspectivas a la alza. Es decir,
durante la administración de Carstens el peso perdió 30% de su valor.
Una de las razones que contribuyen al aumento del precio del dólar es la recuperación económica de ese país, además de la posibilidad de que la Reserva Federal (FED) suba las tasas de interés para los bonos de deuda norteamericanos. Desde 2008, la FED colocó la tasa de interés en .25% con el objetivo de fortalecer su economía interna y beneficiar a las pequeñas y medianas empresas nacionales. Esto quiere decir que los extranjeros que invertían en EU no obtenían muchos beneficios. En México, la tasa de interés se ha mantenido en 6% (con diversas fluctuaciones), por lo que resulta un mercado mediamente rentable para las inversiones extranjeras. Uno de los objetivos de la política de Peña Nieto, en el discurso, es fomentar la inversión extranjera, sin embargo las tasas no han variado (lo cual podría explicar por qué a pesar de las reformas de carácter privatizador, sobre todo la petrolera, no han tenido un impacto significativo en el desempeño de la economía nacional).
Ante el rumor de que la FED suba las tasas hasta un 4%
[5], muchos capitales comenzarán a fluir hacia la economía más grande del mundo, comenzando un nuevo ciclo de recuperación económica. Junto con la devaluación del Yuan y la recesión de la economía China (la cual posee la mayor cantidad de reserva de dólares en el mundo) el dólar estadounidense seguirá aumentando de precio. El Banco de México ha intentado paliar la situación subastando dólares de la reserva nacional para controlar el precio, de 2010 a la fecha, se han subastado 10,694 millones de dólares (algo así como el 5.5% de las reservas totales actuales)
[6]. Los resultados parecen pobres: el dólar sigue subiendo de precio con las respectivas consecuencias en el aumento de precio de productos de importación.
Los resultados no parecen favorecer a Agustín Carstens Carstens, quien continuará 6 años más dirigiendo la política monetaria nacional: enfocada a “quedar bien” con el FMI y la economía norteamericana.