Daniel Blancas Madrigal/ La Crónica
Primera de tres partes
Oaxaca, México.-Como todos los días desde hace 40 años, don Ascensión Navarrete se refriega las manos para ese primer contacto con la ubre de vaca. Todavía de madrugada sus dedos agrietados comienzan a frotar las tetillas. “Para irlas aflojando”, dice él, ya presto a recibir el chorro níveo de 38 grados centígrados.
—¿Qué es tocarlas... ordeñarlas?, se pregunta con ingenuidad.
—Siente uno el calorcito de los animales, se hace química con ellos.
La mirada de don Ascención es un espejo donde se descubre la zozobra: delata un fin inevitable en la peor crisis vivida en décadas por los productores lecheros, en especial los pequeños… Según la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), el 92 por ciento de la leche producida en México proviene de establos con menos de 50 vacas.
Todo se ha conjugado en su contra: desplome del precio internacional de leche en polvo, exceso de importaciones, proliferación en el mercado de productos lácteos pirata, indiferencia de la Secretaría de Economía e incapacidad de Liconsa para surtir con producción nacional el total de su programa social, entre otros factores.
Como desenlace, miles, millones de litros sobran, quedan fuera del mercado ordinario y a la deriva. “Se tiran”, dicen unos. “Se descomponen o se pagan a precios depredados”, dicen otros.
Conforme a datos de la Coordinación Nacional de Ganadería de la Sagarpa, 2 millones de litros se encuentran en esta situación a la semana, pero según el Gremio de Productores de Leche de la República Mexicana, son al menos 6 millones. “En un país como México resulta inaceptable tal desperdicio de leche, no sólo por el gran esfuerzo para producirla y porque es uno de los alimentos más valiosos que tenemos, sino por los altos niveles de pobreza y desnutrición entre la población, principalmente en los niños”, refiere Víctor Mazzuti, presidente de la Unión Regional Ganadera del Estado de México.
El panorama afecta en mayor medida a ocho entidades: Jalisco, Coahuila, Chihuahua, Durango, Veracruz, Guanajuato, Edomex y Puebla, donde se origina más del 70 por ciento de la producción nacional.
En los últimos dos años han desaparecido entre el 5 y el 10 por ciento de los lecheros nacionales.
Desde este barrio mexiquense de mezquites y pirules, el de San Juan de la Loma, don Ascención -de 75 años- parece enfilarse al adiós. Tiene sólo cinco vacas alimentadas casi de manera silvestre y tras dos ordeñas al día recolecta sólo 50 litros de leche, un promedio de 10 por animal, cuando los ganaderos consideran que una vaca rentable debe producir al menos 30 litros diarios, para venderse a 6 pesos y generar alrededor de 180 pesos, 120 de mantenimiento y 60 de ganancia.
El viejo campesino, quien alguna vez quiso olvidar las vacas y dedicarse a la albañilería, logra apenas vender su leche en cinco pesos el litro a un quesero local. Obtiene 50 pesos por bovino.
“Hace más de dos años que no suben el precio, pero a mi edad qué puedo hacer. Así me voy a morir”…
AGONÍA.
¿Cómo es posible que en un país deficitario se desperdicie leche o haya excedentes?, ¿por qué la leche es más cara en México que en Estados Unidos?
“Hay una serie de variables que hoy se han alineado en detrimento de los lecheros: ordeñan antes de las cinco de la mañana, pero no desplazan su producto porque el comprador les dice: en lugar de pedirte 10 mil litros, mejor compro 10 toneladas de leche en polvo de Nueva Zelanda que puestas en mi bodega me cuestan 4.40 el kilo”, describe Francisco Gurría, coordinador de Ganadería de la Sagarpa.
El precio internacional de la leche en polvo bajó más de la mitad en el último año, al pasar de 5 mil 500 dólares la tonelada a 2 mil 400 dólares. El desplome se originó por el exceso de vacas en el mundo: Nueva Zelanda —líder en el mercado— subió de 4 a 8 millones de animales, y Estados Unidos de 8 a 10 millones, además de contar para 2015 con 4.6 millones de vacas que parirán por primera vez.
El repunte del hato ganadero se explica por la disponibilidad de buena comida, en especial alfalfa y otros insumos como maíz, sorgo y demás oleaginosas —en perjuicio de los productores de este ramo—, cuyo valor también descendió entre un 30 y un 50 por ciento en el último año.
—¿Qué hay de la leche en polvo mexicana?, se cuestiona a Gurría.
—Tenemos una infraestructura limitada: la leche debe recorrer muchos kilómetros para ser deshidratada… La planta más grande está en Chihuahua y donde más sobra leche es en Jalisco. Trasladarla te costaría más o menos 70 centavos por litro y deshidratarla un peso con 20 centavos más. El precio del producto final no sería atractivo para el consumidor, no podemos competir.
Acepta que “el mercado nacional de consumo no ha reaccionado al ritmo de la producción de leche, que no se está retirando de mercados y anaqueles. Empieza a darse un pico de excedentes”.
—¿Influye la mala situación económica del país?
—Sí, es un reflejo del ritmo de crecimiento.
Y a la par se desbordan las importaciones de leche, inundan el mercado sin regulación de la Secretaría de Economía…
“Tenemos la puerta abierta, empezando por 80 mil toneladas al año que carecen de arancel. Las empresas estatales y particulares salen a comprar afuera, en un mercado manipulado por países excedentarios que cuentan con muchos apoyos y subsidios tanto a la producción como a la exportación: ofertan su leche al mejor postor, incluso a menos de su valor real”, apunta Salvador Álvarez Morán, presidente del Gremio de Productores Lecheros de la República Mexicana.
“Es increíble que firmemos tratados de libre comercio con todos los países y lo primero que aceptemos es el ingreso indiscriminado de leche. En el Acuerdo de Asociación Transpacífico Nueva Zelanda exige que la leche sea el primer producto que se abra. ¿Qué les vamos a vender nosotros? Nada, y nos llenarán de leche en polvo que para ellos es un desecho. Podríamos generar empleos en México, producir la leche que requerimos con mano de obra mexicana, pero en cambio consumimos leche extranjera de dudosa calidad que ni siquiera se sabe cuántos años tiene de producida”, acusa Mario Valdés, del Consejo Regional Agropecuario de la Comarca.
—¿Qué necesitaría para crecer?, se pregunta a don Ascención, aún aferrado a las tetas de la vaca.
—Un mejor precio de leche. Pero llevo ya 40 años soñando y nunca he pasado de pobre…
Presión internacional
Nueva Zelanda: aporta más del 30 por ciento del total de la leche comercializada en el mundo, pues sólo tiene 4 millones de habitantes, y 90 de cada 100 litros que produce —en un clima lluvioso— le sobran, por lo cual los deshidrata y convierte en polvo.
Estados Unidos: un litro de leche al consumidor cuesta entre 11.40 y 12 pesos, más barata que en México —donde se ofrece a 14 o 14.50 pesos—. Tiene una gran capacidad industrial de secado y envía a Etiopia mil 500 toneladas de leche en polvo al año.
Los datos
Principales productores de
leche: Jalisco (19%), Coahuila (12%), Chihuahua y Durango (9%), Veracruz y Guanajuato (7%), Edomex y Puebla (4%)
Consumo anual de leche en el país: 14 millones de litros
(30% del consumo es importado)
Producción nacional:
11 millones de litros