Por: Anaiz Zamora Márquez/Cimacnoticias
Oaxaca.-María Guadalupe Peredo Moreno vive en Ciudad Juárez, Chihuahua, tiene 19 años de edad, dos hijas, estudia criminología y forma parte del 47.3 por ciento de las chihuahuenses que han vivido alguna forma de violencia en su relación de pareja, según datos del Inegi, pero la mayoría de los cuales no se ha resuelto con justicia.
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Ella fue víctima, en tres años de relación con Carlos Alberto Balderas, de al menos cuatro tipos de violencia: verbal, psicológica, económica y física, pese a que en su ciudad, Juárez, hay programas, así como acuerdos estatales y federales para erradicar la violencia de género, surgidos en un intento por erradicar la violencia de género, que ha provocado mil 441 asesinatos de mujeres entre 1993 y 2013.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres no denuncia por miedo a su agresor, como revela la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género de Ciudad Juárez. Y, de las que deciden presentar denuncia ante el Ministerio Público, son muchas las que desisten de continuar el proceso, también por temor a su pareja.
Y lo hacen porque no todas las denuncias se resuelven en su favor pero también por desconfianza en el Poder Judicial. Las cifras les dan la razón: de enero a mayo de 2015, el Ministerio Público del fuero común recibió 2 mil 86 casos y de éstos, sólo 128 fueron presentados a los jueces de Garantía.
En el caso de María Guadalupe, no denunció tanto por temor a su pareja como por desconfianza en el sistema de justicia, ya que Carlos Alberto Balderas es familiar de un integrante del aparato judicial, aunque la violencia de que era víctima junto a él fue en aumento, en frecuencia e intensidad, y llegó a representar un riesgo para su vida.
En octubre pasado, en medio de una discusión en la que él amenazaba con matarla con una pistola, ella disparó en defensa propia contra su pareja.
Ahora, ella enfrenta la posibilidad de ser condenada a 20 años de prisión por el delito de homicidio, ya que en la audiencia de vinculación no se valoró que María Guadalupe actuó en defensa propia ante el peligro de perder la vida, no se tomaron en cuenta tratados internacionales con perspectiva de género, ni se evaluó la relación desigual y de poder que existía en la pareja.
PROCESO SIN PERSPECTIVA DE GÉNERO
Santiago González, abogado de la Red Mesa de Mujeres (organización emblemática en la defensa de Derechos Humanos de las mujeres) y representante legal de María Guadalupe, explicó a Cimacnoticias que de manera contraria a lo establecido en tratados internacionales en materia de violencia de género –muchos de los cuales han emanado de la situación de violencia que se vive en el municipio– no se realizó una análisis del caso con perspectiva de género.
De acuerdo con el litigante, durante la audiencia de vinculación a proceso existió una mala interpretación de la jueza, pues ésta no valoró que María Guadalupe Peredo actuó en defensa propia ante el peligro en el que se encontraba su vida, tampoco se consideró la relación desigual y de poder que existía entre ellos, ni el hecho de que él fue quien colocó el arma en el lugar de los hechos.
Ante la carencia de perspectiva de género en el caso, María Guadalupe, podría enfrentar una condena de 20 años de prisión y perder la custodia de sus dos hijas que actualmente se encuentran al cuidado de su abuela.
TRES AÑOS DE AGRESIONES
En 2013, Mary, como la llaman de cariño, tenía 17 años de edad y recién se había convertido en madre soltera; comenzó a trabajar en un restaurante de comida rápida, cerca de las instalaciones del Poder Judicial de la Federación, para poder continuar con sus estudios y sostener los gastos de su nueva familia.
Carlos Alberto Balderas era abogado, iba con frecuencia a los Tribunales Federales y comía seguido en el lugar donde Mary trabajaba. Ella quedó impresionada por las atenciones que él le daba, recuerda. Y al poco tiempo, la invitó a trabajar para él como secretaria. Aceptó porque el horario le permitía seguir estudiando y tener más salario.
Entablaron una relación amorosa, pese a que había entre ellos casi 20 años de diferencia y a que él ya tenía una familia. Comenzaron a vivir juntos, aunque Carlos seguía viendo y sosteniendo económicamente a su familia.
Al año de haberse conocido, Mary tuvo a su segunda hija y Carlos la obligó a abandonar el trabajo para dedicarse al hogar y a atender a las niñas, pero ella no abandonó la escuela.
Sin embargo, en esa relación desigual –cuentan sus representantes legales, integrantes de la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez– ella empezó a depender económicamente de él, y en ese momento las agresiones, que ya se habían manifestado de manera verbal durante su relación de trabajo, incrementaron.
Luego le empezó a limitar el dinero e inició con agresiones psicológicas y físicas. Con frecuencia la golpeaba, la amenazaba con armas de fuego. Durante los últimos meses de su relación, él comenzó a ingerir en exceso cocaína y alcohol, y las agresiones se hicieron comunes y más intensas.
La violencia intrafamiliar que vivía Mary en su hogar, a manos de su pareja no fue conocida por el Programa de Atención del Instituto Chihuahuense de las Mujeres, que recibe unos 70 casos diarios de este problema en todo el estado.
EN DEFENSA PROPIA
El miércoles 14 de octubre de 2015, declaró Mary a las autoridades locales, Carlos llevaba ya cinco días consumiendo droga y así lo confirmó uno de sus amigos, según consta en el expediente, cuya copia tiene Cimacnoticias.
No era algo nuevo, ya que en noviembre de 2013, Carlos fue detenido por portación de armas y con diversas dosis de cocaína, como revelan los archivos de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Ciudad Juárez.
Ese día por la mañana, ella “le pidió permiso” para ir a hacer un trabajo de la escuela a la casa de una compañera. Él, que la celaba en exceso, comenzó a insultarla y golpearla, diciéndole que aquello era mentira y que “seguro se iba a ver con alguien más”. Ella le dijo que no iría, pero la respuesta lo enfureció más, tomó el arma, subió a Mary a la camioneta y le dijo: “Ya ves que eran puras pinches mentiras, ahora vamos cabrona”.
Cuando llegaron a la casa de una compañera de la Universidad, donde hacían un trabajo en equipo y al ver el estado en que se encontraba Carlos, otros compañeros le ofrecieron a Mary hablarle a una patrulla, según consta en declaraciones reunidas por Red Mesa de Mujeres. Ella se negó, por temor a que pudiera agredir a sus compañeros, ya que llevaba la pistola.
Al regresar a su casa la encerró, no la dejó ir por sus hijas a la guardería y continúo insultándola y agrediéndola físicamente: con una mano la golpeaba y con otra la amenazaba con la pistola, recuerda la mujer.
En un momento, él dejó el arma sobre el buró del cuarto para cerrar la puerta y decía mientras caminaba “ahora si ya valiste verga”. Ella sabía del riesgo de ser asesinada, porque esta agresión era distinta a las anteriores, como dijo después a sus representantes legales.
En un momento, ambos corrieron hacia el arma, ella la tomó por la cacha y él por el cañón, en medio del forcejeo el arma se disparó y el tiro fue a dar a la pared. Mientras disputaban el arma él le dijo: “Cuando se saca un arma es para matar” y fue entonces que sonó el segundo disparo, que se impactó en el abdomen del agresor de Mary.
Antes de desvanecerse, él le reclamó que lo había lastimado, ella se apresuró a llamar al 066 para solicitar una ambulancia y salió a la calle a pedir ayuda a sus vecinos. Llegó la ambulancia y lo llevaron al Hospital General de Ciudad Juárez, en donde finalmente perdió la vida.
Inmediatamente después de los hechos, Mary fue presentada ante los medios de comunicación como responsable de haber asesinado a su pareja y desde ese momento fue recluida en el Cereso femenil de Ciudad Juárez.
Actualmente Mary está a la espera de ser juzgada por el delito de homicidio y la Red Mesa de Mujeres pide que en el juicio se considere que la joven actuó en defensa propia, el contexto de violencia previo que vivió y que se recojan todas las recomendaciones en la materia que han sido emitidas al Estado mexicano.