Lunes 14 de diciembre, 2015. 02:41 pm
Cada año, más peligrosa la caravana de madres de migrantes desaparecidos
|
|
231 lecturas | 0 comentarios
Angélica Jocelyn Soto Espinosa/CIMAC
México.- Obligadas por la violencia y la dura política migratoria del Gobierno mexicano, la Caravana de madres centroamericanas reducen cada vez más su ruta en la búsqueda de sus hijas e hijos.
Desde hace 13 días, la “XI Caravana de Madres Centroamericanas en Busca de sus Hijos Desaparecidos en Tránsito por México” está en México. Pasaron por Tabasco, Veracruz, Puebla, Tlaxcala y el Distrito Federal pero, para no arriesgar la vida, evitaron Jalisco y Oaxaca y no visitarán ningún estado del norte.
Sus recorridos por México iniciaron en 2006, cuando la estrategia del gobierno de Felipe Calderón para combatir el narcotráfico derivó en un aumento de los asesinatos y desaparición de personas, incluidas las y los migrantes centroamericanos en su ruta para Estados Unidos.
La falta de noticias y el temor de que algo les hubiera pasado a sus hijas e hijos, sumó a las madres a la Caravana, que cada año siguió una ruta por estados del sur, el Bajío y el norte de México. Visitaban plazas públicas, mostraban fotografías, recorrían calles y zonas donde se juntan las personas migrantes, revisaban reclusorios, hoteles, albergues… hasta que en 2012, en Tamaulipas, recibieron una advertencia.
La Caravana se encontraba en el Rancho Nuevo San Fernando, en Tamaulipas --donde en 2010 antes fueron hallados 72 cuerpos de personas migrantes-- cuando uno de los organizadores recibió un mensaje de texto, de un remitente no identificado: “los estamos vigilando”, decía.
A partir de entonces, Tamaulipas y las demás entidades del norte están vedadas, porque nadie, ninguna autoridad, les garantiza seguridad, en un contexto de violencia desatada por el crimen organizado, dice Martha Sánchez Soler, organizadora de la Caravana.
Sin embargo, la Caravana continúa, porque no cesa la migración, las desapariciones, los asesinatos, porque el Gobierno mexicano no atiende sus exigencias de proteger a las y los migrantes centromericanos en su paso por nuestro país y, ahora, pese a que no hay garantías para su búsqueda, mientras la inseguridad y la violencia crecen.
CONTRA EL MIEDO, LA ESPERANZA
Manuela Elvira Mendoza Ross, guatemalteca de 21 años de edad, viene por primera vez en la Caravana en busca de su hermano Manuel Mendoza Ross. La última vez que hablaron, fue en abril de este año. Estaba en Reynosa, Tamaulipas, varado, escondido, temeroso de que el cerco de autoridades migratorias mexicanas lo detuviera. No volvió a hablar.
Una migrante salvadoreña asegura que lo vio por última vez cuando intentaba cruzar hacia Estados Unidos, en el Río Bravo, junto con un grupo de migrantes. Dice que oficiales mexicanos lo detuvieron, que cayeron de la lancha en que iban a pasar y no supo más de él.
Araceli de Mejía se sumó, también por primera vez, a la Caravana desde El Salvador. Busca a su hijo Edwin Alexander Colides Ramírez, desaparecido en Reynosa, Tamaulipas, desde septiembre de 2012. Afirma que jamás pierde la esperanza, que a veces quisiera salir sola, pero no le alcanzan los medios ni los recursos para hacerlo, pero “gracias a estos movimientos tenemos la oportunidad de tener los contactos y llegar hasta donde estamos”.
Los caminos que hemos pasado en la ruta migrante me han “partido el alma, al pensar que mi hijo pasó por ellos”, lamenta la madre de Edwin. Hemos pasado por alberges y penales donde los migrantes nos dicen que las autoridades mexicanas los maltratan, que aguantan hambre todo el día, que duermen en el monte, y todo eso lo he sentido en esta caravana, porque lo he vivido en carne propia y es muy duro”, cuenta la mujer de 53 años.
Gloria Esperanza Sáenz Santelis recuerda que su hermana Esperanza del Carmen llegó de Centroamérica a Veracruz hace ocho años y era trabajadora del hogar, pero no supieron más de ella. Por eso viene en la Caravana. Teme que haya sido víctima de extorsión y lamenta que en México traten tan mal a las personas migrantes y que haya lugares, como uno que conoció, donde los testimonios indican que violan a migrantes.
Otra mujer guatemalteca dejó la venta de tortillas para buscar a su hija. Casi no habla español, ni tiene recursos para buscarla por su cuenta y dice que le sorprende cuántas familias buscan a migrantes.
“Las madres estamos aquí con dolor porque queremos encontrar a nuestros hijos, señala a Cimacnoticias. Hay unas madres que ya encontraron a sus hijas, qué alegre, ojalá nos pase a nosotras. Aunque algo cansadas, con frío, pero vamos a luchar. Yo quiero encontrar a mi hija, me hace falta mucho”.
AL RATO, NI AL DF PODREMOS LLEGAR…
Sin poder ir a los estados del norte del país desde hace tres años, intentamos diferentes mecanismos para buscar a las y los desaparecido en la zona norte, revela Martha Sánchez. Ya tenemos convenios con muchas organizaciones civiles de Estados Unidos para que nos ayuden en esas búsquedas”.
Pero cada vez ese norte va bajando más y “al rato no vamos a llegar al Distrito Federal, a como están las cosas, porque viene la carga de la violencia”, dice. Este año no nos atrevimos a ir a Jalisco porque la situación de violencia está desatada.
Tampoco fueron a Oaxaca, a donde querían estar el 11 de diciembre, porque el ambiente de violencia y represión complicó la organización con “los aliados” de la Caravana, ya que tenían algún familiar preso o lesionado.
Será complicado organizar la Caravana, advierte Eva Ramírez, coordinadora de la Red de Comités de Migrantes y Familiares en Honduras (Comifeh), mientras México no cambie su postura frente a la desaparición de personas y el tránsito de migrantes. Pero esto no significa que las madres vayan a dejar de venir a buscar a sus hijas e hijos, aunque sea en condiciones de más vulnerabilidad y riesgo.
Y pese al blindaje policiaco en las fronteras sur y norte, que dificulta la ruta hacia Estados Unidos, “una madre abre fronteras. Una madre tiene el coraje de buscar a sus hijos”, dice la activista, ellas hacen solas la ruta migratoria únicamente para venir a verlos.
La activista pide al Gobierno mexicano que conceda un permiso para las madres, para que puedan buscar o visitar a sus hijas e hijos migrantes y que no sean ellas ahora las que desaparezcan o sean apresadas.
“Hay lugares que ese están volviendo peligrosos, no se puede entrar, pero eso tiene que cambiar, porque nosotras vamos a seguir viniendo, ya nos unimos y miedo no tenemos”
www.ciudadania-express.com