Oaxaca, México.-El pasado jueves Candelaria Ramírez recibió un reconocimiento a su trabajo como artista de los hilos en el Museo Textil de Oaxaca (MTO); en este recinto se pueden contemplar y adquirir los textiles de esta artista chiapaneca hasta este domingo
Oaxaca, Oax.- Cuando el trabajo es constancia y creer en lo que uno hace, día a día, no rendirse, tarde o temprano hay reconocimiento, que no sólo es una cuestión económica, sino también de saber que el trabajo está bien hecho, saber que uno da lo mejor de sí mismo. La que ya sabía de su esfuerzo, ahora reconocido, es Candelaria Ramírez, artista textil oriunda de Venustiano Carranza, Chiapas.
El pasado jueves Candelaria Ramírez recibió un reconocimiento a su trabajo como artista de los hilos en el Museo Textil de Oaxaca. La doctora María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), acompañada de Hector Meneses, director del MTO, dijo que días como ese “relucen como lo que México es”, un lugar lleno de gente trabajadora de “manos prodigiosas”.
En un texto leído en voz alta, “salido del corazón e inspirado en la obra de Candelaria”, María Isabel Grañén habló de “los delicados dedos que componen los hilos y dan magia a su arte: crean brillos de luces matizadas en un fondo de implacable transparencia”.
Para estos tejidos tan sutiles, primero Candelaria y sus hijas separan los hilos comerciales en partidas, “pasan una hebra del hilo por su dedo del pie y con la mano la enredan en el malacate”. Para suavizarlos, luego los cuecen con atole. A pesar de usar una paleta cromática limitada, su obra “resalta las figuras y logra una emoción pura, más allá del entorno que la arropa”.
María Isabel Grañén dijo que “al conocer a Candelaria no me cupo la menor duda de que el mundo mesoamericano sigue más que vivo", un mundo que está entre nosotros, no es parte de nuestro pasado, sino de nuestro presente.
Candelaria Ramírez, la artista
Desde los siete años Candelaria Ramírez se ha dedicado al arte de los hilos. Su madre le enseñó, quien a su vez había aprendido de su madre, y esta de la suya. Candelaria hizo lo mismo con sus hijas, María Luisa y Guadalupe. “Cuando enseñas, hay que estar cerca de ellas, con ellas. Ellas tejiendo y yo cerca”.
A sus 55 años, Candelaria sigue tejiendo, porque “hay que conservar el trabajo bien hechecito. Este trabajo son escasas las que lo pueden hacer, hacer bien bonito”. Ella cree que este tipo trabajo textil no se deben perder, que hay que seguir haciéndolo para no olvidarlo. Hay que enseñarlo.
Así ella lo transmitió, primero, a sus hijas. Ahora que ya saben, entre las tres, enseñan a las que en su comunidad quieren conocer su técnica. “A las que les gusta, les enseñamos y es gratis, como familia”. Cuenta que hay una niña de 8 años que está aprendiendo con ellas. “Va a la escuela pero le gusta y está yendo a la casa a trabajar, le estamos enseñando”.
Y, como dijo la doctora Grañén Porrúa, “la mejor manera de que estas piezas perduren es comprándolas y usándolas”, para que sigan vivas, para que no se pierdan, para que las manos de estas artistas sigan haciendo y cuidando nuestro pasado.