Ciudadania Express
Martes 01 de diciembre, 2015. 09:41 am

Desde Internet también se lucha contra la violencia de género

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SemMéxico Oaxaca.- Con las redes sociales y otras tecnologías de la información y la comunicación, el feminismo ha encontrado nuevos canales para prevenir y denunciar la violencia de género. En Cuba, la red de redes es una alternativa para difundir mensajes y convocatorias de campañas contra el maltrato machista que no aparecen en los medios tradicionales. Para valorar el alcance y las dificultades de ese activismo feminista, SEMlac conversó con la psicóloga y bloguera Sandra Abdallah Álvarez, pionera en utilizar en la isla las plataformas de comunicación de Internet para defender los derechos de las mujeres. ¿Qué rol está jugando el ciberactivismo en la prevención y denuncia de la violencia de género en Cuba? Como hace tres años resido mayormente en Alemania, debo analizar el asunto desde la distancia, a partir de lo que se publica en Internet. En función de eso, creo que el ciberactivismo y, en general, el activismo feminista en Cuba, están encaminados sobre todo a apoyar aquellas acciones respaldadas por el sistema de Naciones Unidas y otros organismos internacionales de cooperación. [caption id="attachment_27702" align="alignleft" width="300"]Los niños y su adapatación a la computación Los niños y su adapatación a la computación[/caption] Siento que se está haciendo algo, en blogs relacionados con los temas de comunicación y violencia de género, o cuando se publican artículos sobre el tema. Pero sigue siendo muy poco y se sigue moviendo casi siempre por las fechas oficiales aprobadas internacionalmente para “luchar contra la violencia de género”. Las propuestas están pensadas casi siempre por personas que ven la violencia de género como su tema de trabajo, desde la academia y los organismos internacionales, pero no abunda el activismo de quienes la han sufrido. Por otra parte, la violencia de género sigue siendo confundida, incluso, con una violencia que supuestamente sufren los hombres por parte de las mujeres. Todavía la gente no está muy clara de lo que estamos hablando, los posicionamientos siguen siendo tímidos y luchar contra la violencia de género parece “políticamente correcto”, pero le falta un poco de “bomba”. El tema de la violencia de género puede convertirse en una moda, porque sin duda si se habla de esto aparecen financiamientos, becas, viajes. Y eso contrasta con lo que significa el activismo. ¿En qué punto se encuentra Cuba con respecto a América Latina en cuanto a la utilización de las nuevas tecnologías para promover la lucha contra la violencia de género? La apertura reciente de la Internet en Cuba no incide directamente en la denuncia y prevención de la violencia de género. No creo que nadie pague a 2.50 CUC una hora de conexión para mantener un blog, una red o una plataforma que hable de violencia de género. Otra cosa es que se esté respaldado por un financiamiento de organismos internacionales, ONGs, Naciones Unidas, etc. En América Latina sí se dan experiencias muy interesantes de activismo en las redes, que en Cuba jamás serían posibles por lo menos en los próximos tres años, porque, además de la conectividad, estas propuestas latinoamericanas están muy vinculadas con la presencia de personas, o sea, son activistas que llevan este tema de manera concreta a sus propias vidas. Aun cuando a diario en Cuba todas vivimos violencia de género en todas sus manifestaciones, sigue siendo un tema polémico y a la gente le resulta más fácil decir que responde a una tradición, en lugar de entender que, precisamente por ser cultural, la violencia de género es deconstruible. Seguimos abordándolo desde el academicismo, o con personas que luchan contra la violencia porque es “políticamente correcto”, pero no porque les haya sucedido. Todavía no he encontrado a alguien que me diga: yo lucho por esto porque fue el problema de mi hermana, mío, de mi amiga. Se sigue enfocando con distancia entre “yo” y “las otras”. No existe siquiera una red de mujeres víctimas de violencia de género. ¿Qué experiencias positivas y/o negativas destacas? Cuba es un terreno difícil para luchar contra la violencia de género porque hay mucha doble moral y mucho esencialismo. Algo tan fácil de encontrar en otros países como que un grupo de mujeres se organicen para protestar contra una publicidad misógina, en Cuba es casi imposible. Cuando realicé desde mi blog y las redes una especie de cruzada contra la publicidad sexista de la Bucanero, muy pocas personas se unieron. Tengo la sensación de que en este tipo de temas hay que perder la compostura. Siguen apareciendo ejemplos de violencia simbólica y psicológica en la prensa, en la publicidad, pero no hay reacción de la Federación de Mujeres Cubanas ni de otras activistas feministas. Si a eso se suma el tema racial, las diferencias entre lo rural y lo urbano o la discapacidad, es mucho más controvertido. Como si se tratara de una versión light del feminismo. Soy la creadora del grupo de Facebook llamado Feministas Cubanas y me he dado cuenta de que la mayoría de las integrantes no son muy activas. Tiene que ver con la velocidad de la vida, pero también resulta mucho más fácil ser una feminista de libro: saberse la teoría de género, hacer la maestría, publicar un libro, ganar un premio. Al activismo no siempre se llega. Como ciberactivista, destacas por llevar a la red la denuncia constante a la violencia de género. ¿Qué consejo tienes para quienes quieran ser más activas en este sentido? En mí funciona como algo fluido. Uno siempre se expone. Yo he recibido todo tipo de amenazas por las redes, incluso contra mi vida y, para hacer activismo desde allí, lo primero es poder y saber lidiar con eso. Lo principal es tener esa mirada feminista, que se va poniendo más aguda a medida que nos vamos compartiendo más y aprendemos sobre el tema. Es importante crear redes de personas y, desde Internet, establecer pactos, colaboraciones y trabajo en común. También hay que ser bastante altruista para poder dedicar tiempo a esta lucha y, aunque no hayas sido víctima directa de la violencia, identificar que muchas mujeres sí lo han sido e incluso perdieron la vida. Por ellas queda muchísimo que hacer.
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