Ciudadania Express
Miércoles 04 de marzo, 2015. 07:44 pm

El narco crece por los vacíos de Estado: hijo de Pablo Escobar

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Sebastián Marroquín, hijo del narcotraficante colombiano, advierte que el narco es un mal negocio porque te quita todo: familia, libertad, paz y la vida. El narcotráfico está llenado de sangre a toda Latinoamérica desde hace décadas, porque ante la ausencia del Estado para resolver eficazmente los problemas sociales, la delincuencia organizada está ocupando estos vacíos. Más aún, “cuando hay un vacío de autoridad, cuando hay un vacío de contención, de apoyo e inclusión a los demás, ese es el refugio perfecto para el narcotraficante”.
Así lo expuso Sebastián Marroquín, hijo de Pablo Escobar Gaviria, quien fuera el narcotraficante más perseguido de Colombia en la década de los 80 y 90, quien en el Senado resaltó que cada vez que el Estado se ausenta de la población, en todo el tiempo habrá un delincuente con el poder económico listo para ocupar su lugar.
Mi padre –aseveró quien originalmente se llamaba Juan Pablo Escobar- fue venerado por las clases populares de Colombia, porque ocupó el lugar que el Estado nunca quiso ocupar. Porque había dinero para construir escuelas, canchas de futbol, centros hospitalarios, educativos, pero nunca se hacía y mi padre dijo. Que se la roben, pero yo de la mía, voy a hacer los puentes que no se construían, las escuelas que nadie hizo, las canchas y las casas y voy a devolverle al pueblo la dignidad que el Estado no ha querido darle”.
Ante legisladores panistas, el hijo de Escobar Gaviria (cuyo pseudo traspasó las barreras colombianas y tuvo repercusiones lo mismo en Estados Unidos y en México, expuso que su progenitor tenía “la idea loca” de poner el narco al servicio del pueblo y ocupar su fortuna mal habida para llenar los vacío de Estado, aparte juzgó, es más, que hoy más que nunca es responsabilidad de los medios retirar esta suerte de “glamour” que se agrega a las historias de los narcos y que “incita, invita y promueve” la cultura y deseo de algunos jóvenes. Marroquín hoy vive en Argentina, pues a la muerte del capo ninguno país quería darles refugio. Es arquitecto, su esposa es mexicana y tiene un hijo. Reflexionó en voz alta: “el narco es un negocio cortoplacista que te puede prometer algunas cosas, pero al final te lo arrebata todo: tú vida, la de tus familiares, tu libertad, tu tranquilidad, tu paz”, advirtió.  
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