Oaxaca.- Aunque dijo que no sabe si habrá justicia en el caso de Ayotzinapa, Sergio Aguayo aseguró que sí es un hecho que pronto se sabrá la verdad gracias a la presión sistemática y sostenida de la sociedad civil mexicana y del apoyo de la comunidad internacional.
El politólogo, autor de “De Tlatelolco a Ayotzinapa”, comentó que para él, este libro representó un “horror intelectual”, porque, señaló, no podía entender que los herederos del Movimiento de 1968 fueran ahora los responsables de algo tan parecido, en cuanto al uso de la fuerza, en Iguala.
Así inició la participación del catedrático del Colegio de México y de la Universidad de Harvard, además de columnista y analista en televisión, en la Feria Internacional del Libro Oaxaca 2015 (FILO), para luego aclarar que su libro “De Tlatelolco a Ayotzinapa” no es un escrito sobre las víctimas ni sobre “las maldades del régimen”, sino un tratado sobre quienes violan los derechos humanos.
“Tlatelolco y Ayotzinapa son infamias, eso lo sabemos todos. Ahora lo que debemos preguntarnos es cómo frenar esa violencia. En mi vida y en el diálogo que he tenido con estudiosos de la violencia, he aprendido que la manera de combatir la sinrazón es con el conocimiento; la manera de hacer que prevalezcan los derechos y la dignidad del ser humano es con el conocimiento de la verdad”, expuso.
En el Foro FILO, acompañado de Diego Osorno, periodista y escritor que también ha publicado varios libros en torno a la violencia, Aguayo hizo un análisis entre ambos acontecimientos.
Consideró que las razones del gobierno para masacrar en Tlatelolco a estudiantes tenían una base ideológica. “Estaban equivocados, por supuesto, pero creían que estaban defendiendo a la patria del comunismo internacional”.
En el caso de Ayotzinapa, donde al parecer intervino además el crimen organizado, que no tiene más razón que la ganancia, la situación es más grave cuando se involucra, en “ese nivel de perversión”, a personajes de la izquierda, “herederos del 68”.
Hace falta un análisis profundo por parte de la izquierda mexicana, demandó, aun cuando declaró que “mi corazón está con la izquierda, pero mi razón con la verdad”.
Diego Osorno preguntó sobre el papel que ha jugado el escenario político en ambos hechos, dado que Tlatelolco ocurrió en un momento que no existía democracia en México, mientras que Ayotzinapa sucede cuando teóricamente vivimos la democracia.
Sergio Aguayo indicó que a la luz del análisis bajo los ejes de verdad y justicia, la diferencia entre ambos radica en que en el caso del 68 la verdad tardó en aclararse más de 30 años, en tanto que Ayotzinapa está llegando relativamente rápido a la realidad de los hechos. La razón de esto último, puntualizó, es el soporte de la sociedad civil que ha exigido la verdad de manera sostenida por más de un año.
“En Tlatelolco se sabe ahora que no fueron 300 sino 44 personas asesinadas, y que no fue el ejército el que disparó contra ellos sino francotiradores del Estado Mayor presidencial. Pero tardamos 31 años en llegar a la verdad, porque la sociedad civil organizada no existía. En el caso de Ayotzinapa, la sociedad mexicana ha logrado organizarse para exigir de manera sistemática y sostenida la verdad”.
Como resultado de esa presión, el gobierno mexicano, que ha intentado en varias ocasiones dar “carpetazo” al tema, acordó recientemente con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que se quede seis meses más investigar los hechos de Ayotzinapa, y pagó un millón de pesos para la estancia de los enviados, aun cuando el organismo de defensoría internacional ha estado golpeando a su administración.
“En dos años estaremos conociendo la verdad de Ayotzinapa, no sé si habrá justicia, pero lo que sí es un hecho es que se nos acercamos cada vez más a la verdad en un plazo relativamente corto. Vamos, es otro México”, apuntó.
Ante un auditorio que abarrotó el Foro FILO, muy participativo, Aguayo sostuvo que la importancia de conocer la verdad es que con ella la sociedad puede hacer presión para exigir justicia.
“La defensa de los derechos humanos se hace con el conocimiento de la verdad; y la verdad es la que nos permite como sociedad presionar a la autoridad para que haga justicia”, concluyó.