Juan Manuel ALEGRÍA
Oaxaca.- Lo que produce un intelectual puede ser tan valioso como lo que hace un arquitecto, un inventor o lo que descubre un científico. Cuando se publica algo y se menciona la frase, se debe entrecomillar y citar al autor.
Las frases famosas no son ocurrencias, al menos no en su mayoría (incluso las frases de Groucho Marx tienen una profundidad que no cualquiera entiende o sería capaz de crear), sino son síntesis, en muchos caso, de un tiempo de estudio, años incluso.
No fue una ocurrencia que Descartes dijera: “Cogito ergo sum” (cuya mejor traducción sería: “«pienso, por lo tanto existo”).
Muchas veces se le adjudica una frase a alguien que no la expresó. Con el advenimiento de la Internet, la propagación de esto aumenta escandalosamente porque no se verifica la fuente.
Es común publicar que Voltaire dijo: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
Pero, el célebre francés no es el autor, sino Evelyn Beatrice Hall (1868-1919), cuyo seudónimo era “Stephen G. Tallentyre”. Esta escritora británica hizo una biografía: Los amigos de Voltaire; la cual terminó en 1906; ahí acuñó esa frase.
Otra frase: “Si he visto un poco más lejos es porque me he elevado a hombros de gigantes”.
Este enunciado se lo atribuyen a Isaac Newton, a George Herbert, a Robert Burton y a alguno más.
No obstante, el autor fue Bernard de Chatres (filósofo neoplatónico y erudito del siglo XII), según su discípulo Juan de Salisbury en 1159 (mucho antes que aparecieran los anteriores).
Y todo por no leer correctamente. Newton usó esa frase en una de sus cartas a Robert Hooke, pero parafraseando a Bernard de Chatres. [Según sus biógrafos, los que podría parecer humildad por su parte, no era más que una puya encubierta a Hooke, que estaba algo acomplejado por su estatura y era un poco jorobado].
Otra frase famosa: “El fin justifica los medios”; atribuida a Maquiavelo.
Alguno señala que fue Napoleón quien la dijo atribuyéndola al autor de “El Príncipe”.
Sin embargo, no existe ninguna constancia de que él haya escrito ni pronunciado esta frase. Los estudiosos de su obra dicen que, lo más parecido que llegó a escribir, se encuentra en su libro Historia Florentina (III): “Aquellos que triunfan nunca resultarán avergonzados por el modo como hayan triunfado”.
En realidad, la famosa cita fue extraída del texto en latín “Medulla theologiae moralis” (1645) y cuyo autor es el teólogo alemán Hermmann Busenbaum.
La frase que se encuentra en dicho texto, dice literalmente:
“Cum finis est licitus, etiam media sunt licita”
(Cuando el fin es lícito, también lo son los medios).
No es raro encontrar que la frase: “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, sea atribuida a Winston Churchill (también la he visto adjudicada a G. Washington), sin embargo, es del español George Santayana (Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás ), publicada en su libro "La razón en el sentido común”.
Algo parecido ocurre con Cervantes. Muchos ponen en boca del Quijote eso de los perros ladradores, que el Manco de Lepanto nunca escribió. En realidad esa frase ("Ladran, Sancho, señal que cabalgamos") la inventó Eduardo Víctor Haedo político uruguayo, en una discusión con Luis Alberto de Herrera, otro político.
O la muy famosa: “Elemental, querido Watson” que el genial detective de Conan Doyle jamás pronunció (con Arthur Conan) .
Benedict Cumberbatch, señala que esa frase no aparece “sino hasta el ‘Caso de la Viuda Roja’ que fue escrito por el hijo de Conan Doyle, Adrian”.
Cumberbatch se refiere al cuento del libro "Las hazañas de Sherlock Holmes" ("The Exploits Of Sherlock Holmes") de 1954, que Adran Conan Doyle escribió en conjunto con John Dickson Carr. El relato está titulado "The Adventure of the Red Widow" que, publicado en español, aparece como "El caso de la viuda roja" y también “La aventura de la viuda roja”.
Otra: "Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo".
Esta es una muy famosa frase que aparece reiteradamente en la Internet y se le atribuye a al genial físico Albert Einstein.
Sin embargó, no es de él. Es del terapeuta Fritz Perls, quien, en 1940 publicó un libro donde revisaba el trabajo de Sigmund Freud. Fritz escribió:
“Como los tiempos modernos promueven una alimentación apresurada, no es extraño aprender lo que dijo un gran astrónomo: ‘Dos cosas son infinitas por lo que sabemos, el universo y la estupidez humana’. Hoy sabemos que esta declaración no es del todo correcta. Einstein ha demostrado que el universo es limitado”.
Es decir, Fritz atribuyó la frase a “un gran astrónomo”. Einstein no era eso. Quien se la adjudica al autor de la teoría de la relatividad, se confundió con la frase final.
Si a alguien le costó esfuerzo realizar una obra que se sintetiza en un fragmento, que es la frase, es honorable reconocerle su autoría.
Aunque en los casos de esta columna, se debe, más que a la negación de darle crédito al autor, a la ignorancia del que cita, al atribuir a otro la frase.