Y llegamos al fatídico sábado 15 de septiembre de 1973. Cerca del mediodía tenemos noticias de que saldrán en libertad algunos compañeros. Frenéticos, empezamos a escribirles a nuestras esposas, a nuestras madres, diciéndoles solamente que estábamos vivos. Víctor sentado entre nosotros me pide lápiz y papel. Yo le alcanzo mi libreta, cuyas tapas aún conservo. Y Víctor comienza a escribir, pensamos en una carta a Joan su compañera. Y escribe, escribe, con el apremio del presentimiento. De improviso, dos soldados lo toman y lo arrastran violentamente hasta una de las casetas de transmisión…El testimonio continúa contando parte de los abusos y las torturas hacia Victor Jara. Lo que sigue es el encuentro con el cuerpo sin vida del cantautor y de otros detenidos; y una visión sobre lo que pudo salvarse luego de esta trágica experiencia:
Esa misma noche y al buscar una hoja para escribir, me encontré en mi libreta, no con una carta, sino con los últimos versos de Víctor, que escribió unas horas antes de morir y que él mismo tituló “Estadio Chile”. Inmediatamente acordamos guardar este poema. Un zapatero abrió la suela de mi zapato y allí escondió las dos hojas del poema; antes yo hice dos copias de él […] Sin embargo […] descubren los versos de Víctor y bajo tortura obtienen el origen del poema, llegan a mí y me llevan al velódromo, transformado en recinto de interrogatorios […] Mi suerte estaba echada. Y comienzan las torturas destinadas a saber si existían más copias del poema […] ¿Por qué a los fascistas les interesaba tanto el poema? Porque a cinco días del golpe en Chile, el mundo entero, estremecido, alzaba la voz levantando las figuras de Salvador Allende y Víctor Jara y, en consecuencia, sus versos de denuncia había que sepultarlos.Estos sucesos rebotan en la memoria de muchos latinoamericanos que no pueden evitar preguntarse cuánto daño puede hacer a un gobierno un músico que canta a la transformación social:
Yo pregunto a los presentes Si no se han puesto a pensar Que esta tierra es de nosotros Y no del que tenga más; Yo pregunto si en la tierra Nunca habrá pensado usted Que si las manos son nuestras Es nuestro lo que nos dé. A desalambrar, Victor Jara.
Las dos caras del poder
Podemos pensar el poder de la música en dos sentidos. El primero, quizá el más masivo, apunta a una sofisticada dominación sobre la imaginación de las personas. El segundo enfoque del poder de la música apunta hacia la liberación. Quizá parezca el menos masivo. Sin embargo, en cada cultura es posible encontrar a músicos que intentan explicar nuevos caminos para comprender lo que les rodea. En este sentido, las temáticas del poder y de la liberación han tocado muchas fibras de la cuestión latinoamericana: la revalorización del trabajo, la revitalización de las lenguas locales, el encauzamiento del diálogo, el amor hacia quienes nos rodean o hacia la tierra que nos da alimentos. Las composiciones de Victor Jara apuntaban a las dominaciones que se presentaban como cotidianas. Pero no se conformaba con describir la contradicción. Jara invitaba a pensar un mundo futuro donde nuevas formas de relacionarnos tuvieran vida. Tenía un proyecto implícito en el cual los latinoamericanos podíamos llegar a ser lo que nunca habíamos sido. El filósofo Antonio Negri ayuda a entender estas ideas y el modo en el que están presentes en la obra de Jara:La emancipación es la lucha por la libertad de la identidad: la libertad de ser quien verdaderamente [ya] eres; la liberación apunta a la libertad de la autodeterminación y autotransformación: la libertad de determinar lo que [nunca fuiste y] puedes devenir.
Mi canto es un canto libre que se quiere regalar, a quien le estreche su mano, a quien quiera disparar, Mi canto es una cadena sin comienzo ni final y en cada eslabón se encuentra el canto de los demás. Canto Libre, Victor Jara.Esta manera de ver el mundo incomodaría profundamente al gobierno de Pinochet y su visión del poder como dominación. Aprender a mirar las dictaduras latinoamericanas por los intereses en conservar las relaciones asimétricas también permite valorar las aportaciones de trovadores como Victor Jara. Este mensaje resonó a pesar del tiempo y la censura, como lo cuenta Joan Jara, compañera del cantautor y cabeza de la Fundación Víctor Jara, creada en 1993:
[… La memoria] de Víctor nunca se fue de Chile. Pero en el fondo pasó 20 años absolutamente clandestino aunque de alguna forma muy presente. Fueron los jóvenes que no habían conocido a Víctor que mantenían su memoria. Me quedé impresionada cuando visité Chile en los años 80 por la presencia de Víctor entre los jóvenes: conocían sus canciones a pesar que no se escuchaban en las radios. Seguía la censura, una censura en los medios de comunicación. Una especie de autocensura.Probablemente por esto, cada septiembre, chilenos y no chilenos recuerdan a Jara en las redes sociales:
Tras el golpe de Estado en Chile, se dio inicio al neoliberalismo en el país, y consigo a una serie de políticas basadas en el libre mercado y el mantenimiento de las relaciones asimétricas. Como contraste, las composiciones de Victor Jara, al igual que las composiciones de otros trovadores latinoamericanos, continuaron construyendola posibilidad de pensar en otros mundos posibles.
Hoy en día, resulta vital identificar el poder de toda música. Sobre todo de aquella que surge en músicos que piensan en poder transformar su entorno. La música de Victor Jara encuentra eco en muchas partes de América Latina, por su increíble capacidad de musicalizar el futuro por venir. Al menos así lo transmiten quienes participan en el homenaje anual conocido como Mil Guitarras para Víctor Jara, que cada año recuerdan al músico y rescatan la memoria que la dictadura creyó arrebatarles.