Soledad Jarquín Edgar, corresponsal
SemMéxico. Oaxaca.- A los 50 años, hombres y mujeres vivimos un periodo crítico, vemos nuestra vida, vivimos duelos, los hijos e hijas se van de casa, los padres y madres tal vez son dependientes, tienes o no pareja, es la segunda mitad de la vida y sirve para reencontrarnos con ella.
Así se refiere Fina Sanz, psicóloga, pedagoga y sexóloga, al presentar en Oaxaca su libro Hombres de Corazón, donde siete hombres maduros relatan sus experiencias en un encuentro experimental que realiza a lo largo de un año, donde ella, dice, es solo un testigo mudo.
El concepto “la segunda mitad de la vida”, lo tomó de la terapeuta argentina Sara Oltein, y le gustó a partir de un significado de reencontrar la vida, en que una o uno se pregunta ¿Y ahora qué? ¿Qué hago a partir de ahora?
La segunda mitad de la vida, hace crisis existencial, una caída al vacío, donde nos quedamos sin los proyectos que tuvimos en la primera mitad de la vida.
Cómo interpretamos esas crisis del cuerpo y del espíritu, que nos va dando señales durante el tiempo. Cómo nos situamos, qué ocurre con la percepción que tenemos de nosotras y de nosotros mismos y además cuestionamos qué ha pasado con nuestra vida amorosa y sexual, con nuestras amistades viven o se han muerto, con nuestro trabajo o la carencia de este, cómo manejamos nuestros cambios personales.
Por ello consideró importante trabajar, primero con las mujeres, que dio origen a su libro Diálogos con Mujeres Sabias y después con los hombres para escribir Hombres de Corazón, este último donde ellos narran sus experiencias y enseñan a otros hombres.
Un libro que no fue fácil de lograr, porque le costó mucho trabajo conformar el grupo, porque los hombres en general no hablan de cómo se sienten profundamente, porque la mayoría de los hombres no tienen un grupo de hombres con quien comentar, a diferencia de las mujeres para hablar de cómo nos sentíamos en torno a nuestros cambios físicos, emocionales, sexuales, espirituales y sociales.
Fina Sanz entendió, primero, que los hombres no están en la segunda mitad de la vida, porque ninguno se percibe así a diferencia de las mujeres. En ellas hay un hecho que marca un antes y un después, la regla y la ausencia de la menstruación, la menopausia.
Eso no ocurre con los hombres, aunque sean mayores, ellos pueden ser abuelos y padres al mismo tiempo con una segunda o tercera pareja, para ellos es una nueva oportunidad.
En segundo lugar encontró que autopercepción es diferente entre las mujeres y los hombres. Pues aunque a ellos se les caiga el pelo, usen gafas, tengan problemas de oído, dicen que están bien. En cambio, añade como lo escribió en el libro de Conversaciones con Mujeres Sabias, ellas se perciben feas, gordas y viejas.
Incluso, cita el ejemplo de uno de sus entrevistados, quien a pesar de padecer un cáncer de garganta, sostiene que “de no ser por ese puto cáncer de lo demás está bien”.
Es decir, la percepción de los hombres es más positiva que la autopercepción de las mujeres que interiorizamos el modelo social.
“Un hombre vale porque es hombre, una mujer vale si es joven, si mantiene esquemas corporales imposibles después de los 50, 60, es más desde los 40 años, jamás tendrás el cuerpo de los 18, por más dietas que hagas, por más que vayas al gimnasio, por más cremas que te pongas, son etapas de las que tienes que hacer duelos”. Eso da pie al sistema social mercantilista a introducir toda venta de productos cosméticos con la promesa de que serán más jóvenes, perderán arrugas o serán más delgadas.
Sin embargo, cuenta que encontró un secreto, pues nunca había oído hablar de eso, algo que para ellos puede ser el inicio de la pérdida del interés erótico: la gotita. A ellos no les importa que los fastidie la calvicie, pero el asunto de la gotita que les mancha el pantalón si les preocupa. Es tan secreto que para las mujeres anuncian en televisión una forma de protegerse de las pérdidas urinarias, para ellos no. Y cuando lo hablaron colectivamente se quietaron la angustia, pero a todos les pasa.
En suma, agrega la feminista española, los hombres no se desvalorizan por su aspecto físico, pero sienten que pierden valor frente al desempleo y también por la pérdida de su genitalidad.
Uno de los ejes de construcción de la mujer pasa por ser buena y por ser madre, pero en el caso de los hombres, estos ejes pasan por la genitalidad y el trabajo. Un hombre que tiene erección o pene grande siente que vale menos.
Refiere que (los) Hombres con Corazón vivieron su juventud en las décadas de los sesenta, setenta, ochentas y hasta de principios de los noventa, décadas donde hubo importantes cambios sociales y hechos fundamentales históricos, pertenecen a generaciones de la revolución y libertad sexual, de la promiscuidad, tanto en el mundo heterosexual como homosexual.
Ellos hacen una diferencia entre la práctica sexual habitual y la fidelidad amorosa, una intersección entre lo sexual y el amor, entre el afuera y el adentro, pero en la segunda mitad de la vida ya no desean eso, lo que quieren es una relación de pareja estable tranquila, de intimidad y amigable, lo cual representa unos nuevos.
Su genitalidad es menos prioritaria, menos urgente y menos automática, la erótica se hace más globalizada, que es más difusa, por todo el cuerpo, más suave, mas extendida, no necesariamente los deseos de la relación sexual es otro tipo de placer que no se centra en genitales, como sucedía entre la adolescencia y la adultez.
A partir de la segunda mitad de la vida se invierte, la globalidad pasa a la primer plano y la genitalidad pasa a segundo plano. Se dan cuenta que para ellos es más importante el contacto, la piel, el tiempo, las caricias, la seducción, el cariño, es decir, incorporan el aspecto femenino de la sexualidad, porque aunque la globalidad y la genitalidad la tenemos todos los seres humanos, a nivel de visión de género, aprendemos a dividir que la erótica de la globalidad la tenemos fundamentalmente las mujeres y la genitalidad la desarrollan los hombres.
Fina Sanz sostiene que algunos empiezan a asociar la sexualidad con la meditación, como una manera espiritualidad de relacionarse con la otra persona y consigo mismos, es otra manera de estar en la relación.
Incluso, algunos se preguntan si serán un viejo verde, hablan de las prácticas de sexo por internet, del que se contacta por teléfono y que se compra, prácticas que ya no quieren, al menos los siete Hombres de Corazón.
Otro de los temas que Fina Sanz encontró en su libro fue la dificultad de expresión y comunicación emocional, especialmente con los hijos e hijas. “De los siete, dos tienen rota la comunicación con sus hijas e hijos, cuando hablan de ello se les quiebra la voz y no pueden decir por qué se ha roto, es una herida callada” y otros sienten que ahora que sus hijas e hijos son grandes podrían tener mejor comunicación.
De acuerdo con la autora, esta es una de las heridas secretas, calladas, ahogadas de muchos hombres que a duras penas se pueden expresar y que en estos momentos les gustaría expresarse mejor y es una de sus tareas pendientes.
Sanz refiere que los mandatos de género lleva a las mujeres a establecer vínculos diferentes con las y los hijos en relación con los que establecen los hombres. Ellas establecen un vínculo de fusión, donde ellas y sus hijos e hijas son uno, de ahí que sea más dramático el síndrome del nido vacío, se quejan, lloran, se deprimen.
En cambio los hombres y sus hijas e hijos tienen una relación de separación, “yo soy yo, tú eres tú”, de ahí que en ellos no aparezca el síndrome del nido vacío, se alegran de que sus hijos e hijas sean autónomas.
En ese mismo sentido, refiere que los hombres se desentiende de los adultos mayores, son las mujeres las que asumen las responsabilidades del cuidado.
La autora de libros como Los Vínculos amorosos, Los laberintos de la vida cotidiana, Psicoerotismo femenino y masculino y fotobiografía refiere que resulta interesante la crítica que hacen a las feministas, a partir de que cada una y cada uno habla por lo que llama “heridas de género”
La herida de género, explica, se genera a partir del control, el sometimiento, la desvalorización que las mujeres viven en una sociedad patriarcal, de ahí que reaccione frente al colectivo dominante y generalice su opinión sobre todos los hombres sin distinguir entre la persona que tiene delante y la estructura social y frente a esa generalización los hombres responden de la misma manera.
En suma, apunta la investigadora, los hombres reconocen cómo en la segunda mitad de la vida viven aspectos positivos, tienen mayor serenidad, calma, sosiego, lentitud, “valores tradicionalmente femeninos”.
Otros van dejando roles de género tradicionales como la competitividad entre ellos, antes imponían su opinión, eran agresivos, ahora gustan de escuchar. Pero mejor aún, sienten que lo que están viviendo es una oportunidad para cambiar su vida, recapitulan sobre el periodo anterior y toman decisiones para el presente, buscan recuperar el tiempo perdido, crear nuevas ilusiones o proyectos.
Por eso han querido escribir el libro, piensan en esta nueva oportunidad, aprenden de lo vivido, se transforman, son resilientes, es decir, enseñan a otros.
El texto fue comentado por la doctora e investigadora Concepción Núñez Miranda; Eduardo Bautista, investigador y académico, titular del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UABJO y Eduardo Liendro, antropólogo y coordinador de Diversidades.