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Grupo México contamina ríos y la salud de las personas
Domingo 14 de junio, 2015. 11:52 am 491 lecturas | 1 comentarios
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SinEmbargo
Oaxaca, México.-.– Hace 10 meses, Nadia Gómez Moraga, de 32 años, presumía una piel blanca y lozana. Ahora, la mayor parte de su cuerpo, excepto el rostro, está repleto de manchas negras, producto de una erupción cutánea que inició un mes después del derrame de 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico de la mina Buenavista del Cobre de Grupo México, en los ríos Sonora y Bacanuchi.
Nadia vive a sólo 25 kilómetros de la capital de Sonora: Hermosillo y a 50 metros del cauce por donde corre el agua contaminada de la presa Rodolfo Félix Valdés “El Molinito”, una de las principales proveedoras de agua para la ciudad.
La presa tiene meses cerrada, desde que ocurrió el derrame, el 6 de agosto de 2014, debido a que estudios realizados por expertos informaron a Grupo México, que sería ahí, en “El Molinito”, en donde desembocarían todos los contaminantes tóxicos derramados cuando llegaran las lluvias.
Nadia, su esposo, sus tres hijos y cientos de habitantes de los ejidos aledaños, siguieron bebiendo y utilizando el agua de los pozos que se surten del afluente que corre desde hace tres meses, por la filtración del líquido retenido en la presa.
Así, Nadia, habitante del ejido El Molino de Camou, utiliza el agua de un pozo ubicado a 50 metros del río: “En septiembre me sentí enferma. Mucha alergia, mucha comezón en el cuerpo. Nunca me había pasado esto, fue de repente. Me llené de ronchas negras, como una viruela; luego se me quitaron y me quedaron estas manchas”, explica.
La joven mujer dejó de trabajar debido a la comezón que la invadió. No podía siquiera caminar. La erupción le cubrió hasta la piel del empeine de los pies. Cuando estaba a punto de llegarle al rostro buscó ayuda médica.
Acudió al Hospital General de Hermosillo, pero no le realizaron análisis de sangre. Entonces acudió a una clínica pública en el municipio de Ures, donde una doctora le hizo algunos exámenes. Le aseguró que no tenía metales pesados en el organismo y que sus llagas y manchas, eran producto por exceso de ácido úrico y colesterol.
“Pero yo nunca vi los exámenes. A mucha gente de ahí de ‘El Molino’, se le está cayendo el pelo. A mí nomás me da rasquera, pero no se me ha caído. Hay varios enfermos, no soy la única”, dice.
Nadia no cuenta con recursos suficientes para comprar agua purificada, así que ella y el resto de su familia beben agua del pozo. Sus hijos tuvieron comezón, pero ella les untó una pomada. La misma que utiliza para calmar sus síntomas.
Las manchas de los brazos y piernas ya no le causan grandes malestares. Pero las del torso, parecen finos “alguates” [espinas del nopal] lacerándola.
LA POLÉMICA POR LA PRESA
La presa “El Molinito” permaneció cerrada durante meses, sin embargo, debido a que se encuentra con más del 50 por ciento del límite de su capacidad, las autoridades de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) informaron que a partir del 10 de junio, iniciaría el desfogue de la presa hacia la presa Abelardo L. Rodríguez, ubicada a 22 kilómetros río abajo, en el corazón de Hermosillo.
Serán vertidos 42.2 millones de metros cúbicos en Hermosillo, para preparar a “El Molinito” para las próximas lluvias. Las autoridades afirman que el nivel de los contaminantes está dentro de lo permitido por las normas y que se aseguraron de ello, tomando cuatro muestreos.
Doctores, académicos y activistas, no piensan lo mismo.
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La filtración del agua de la presa “El Molinito” que corre por el cauce del río Sonora, hacia la presa Abelardo L. Rodríguez, tiene un color oscuro y en algunas partes, pequeñas burbujas dispersas. Es el ejido El Molino de Camou, ubicado sólo a unos cuantos kilómetros de Hermosillo, y en las piedras y lodo hay manchas azuladas, violetas y grisáceas que brillan con la luz del sol veraniego de Sonora.
Se escucha el sonido del correr del agua turbia y se hunden los pies en un lodo negro, pantanoso. Ese lugar está contaminado dicen los expertos. De ese lugar bebió agua Nidia y también todos los fines de semana, a cambio de un cobro de 80 pesos, pasan el día varias familias hermosillenses. Ahí se lavan la cara, mojan los pies, bañan a los niños y bebés.
Esa misma agua será desfogada en la presa de donde se surten los pozos de agua potable que abastecen al centro y al sur de Hermosillo.
“Las manchas negras de Nadia, se deben a contaminación por arsénico. Desde que ocurrió el derrame a la fecha, se han contabilizado 500 personas enfermas en los siete municipios afectados”, dice Reina Castro Longoria, profesor-Investigador de la Universidad de Sonora (Unison) y doctora en Ecología.
Castro Longoria indicó que Nadia requiere atención médica inmediata. Ella y el resto de los enfermos de los municipios afectados.
“Lo que más me preocupa, es que esa gente no está teniendo atención médica. Nadie se está haciendo cargo de ellos, de sus gastos. Nadie está informando a la población qué riesgos hay”, indica.
La presa “El Molinito” está contaminada por arsénico, fierro, aluminio, cobre, cadmio, plomo y otros metales.
La doctora Reina Castro explica que de acuerdo con el último monitoreo público de la Conagua, que data de noviembre del año pasado, la presa que será desfogada superaba los niveles aceptados por la Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-1994 “Salud ambiental, agua para uso y consumo humano-límites permisibles de calidad de tratamientos a que debe someterse el agua para su potablización”.
Leopoldo Santos, investigador de El Colegio de Sonora, recuerda que cuando ocurrió el derrame, un grupo de médicos expertos recomendó a Grupo México tomar medidas extremas para proteger a la población afectada.
“Especialistas le proponían a Grupo México que alejara a las personas entre cinco y 10 kilómetros del río; que quemaran los utensilios que usaban; que quemaran la ropa y se les diera ropa nueva. Le recomendaron que iniciara un muestreo de la sangre de todas estas personas afectadas, porque no son siete municipios, son nueve, incluyendo Hermosillo”, dice.
La empresa de Germán Larrea Mota Velasco, uno de los hombres más ricos del país, se comprometió a construir una Clínica de Especialidades Epidemiológicas, sin embargo no cumplió.
Se limitó a entregar los apoyos económicos del Fideicomiso Río Sonora, a repartir tinacos y agua embotellada, sólo durante la contingencia. Hace meses que esa contingencia se detuvo y el cauce del río nunca fue remediado.
De acuerdo con un estudio, publicado en la página electrónica oficial del fideicomiso en septiembre, Laboratorios ABC Química Investigación y Análisis redactó el informe de resultados del muestreo y análisis del agua, sedimentos y biota de los ríos Bacanuchi y Sonora, hasta septiembre de 2014. En el documento se informa que la contaminación llegó hasta la presa “El Molinito” y que sería esta, el lugar en el que se concentrarían todos los contaminantes con el paso de los meses.
“Se puede estimar una masa de 74.8 toneladas de metales aportados al ecosistema por este derrame, principalmente fierro y aluminio [83 por ciento ]seguidos de manganeso y zinc [8 por ciento]. Esta masa de metales, se repartió en los sedimentos de los ríos Bacanuchi y Sonora y en la presa El Molinito”, se lee.
Más adelante, en las conclusiones, el informe concluye que: “La mayoría de los metales aportados por este evento se sedimentarán en la presa “El Molinito” junto con los azolves del Río Sonora. El contenido de metales solubles en las aguas de los dos ríos es congruente con la geología superficial de la zona. Está compuesta principalmente por metales provenientes de los silicoaluminatos férricos [compuestos de silicio y alumninio] que son arrastrados por las aguas de lluvia, ya que esto ríos no proceden de fuentes subterráneas en su origen”.
Para Leopoldo Santos, las autoridades federales, estatales y municipales, poco se han interesado en mostrar estudios para informar a la población de Hermosillo el nivel de contaminación.
“Las autoridades no nos dicen en qué grado está la contaminación y cuáles son las medidas que van adoptar. Desde hace rato se viene pensando en plantas que tengan capacidad para retener los metales y de alguna manera limpiar el agua. El río puede remediarse, volverse a sanear, pero esto lleva un gasto: que lo asuma Grupo México, que fue quien contaminó. Hay personas enfermas ya y están totalmente abandonadas”, explica.
ALERTA A DESTIEMPO
El investigador aseguró que las personas que viven a la orilla del río, enfermaron porque la compañía tardó seis días en lanzar la alerta del derrame.
Miles de personas siguieron con su vida normal y tuvieron contacto con el agua contaminada. A 10 meses del derrame, la población, aunque tienen alguna noción de que el río está contaminado, sigue bebiendo de los pozos que se alimentan del afluente, por falta de recursos económicos para comparar agua embotelladas.
En el ejido El Molino de Camou, donde vive Nadia y en donde SinEmbargo entrevistó a varias personas enfermas, la población es de escasos recursos.
Se trata de personas que viven de la siembra de alfalfa, trigo y la pesca en la presa “El Molinito”, la cual a pesar de que estaba clausurada, se siguió utilizando.
“La gente sigue pescando. Sacarán unos 80 a 100 kilos diarios y ese pescado van y lo venden a Hermosillo. Es muy raro oiga, porque de aquí de ‘El Molinito’ llevaban agua a Hermosillo, se la compraban a los ejidatarios para abastecer a la gente de allá. Este año no se compró, es una de las pruebas de que está contaminada”, expone Rigoberto Cruz Mada poblador del ejido El Molino de Camou.
Rigoberto expresó que la población de El Molino de Camou, que está asentada a unos metros del cauce del río, es la más afectada. Pero otros ejidos también están expuestos como El Fructuoso, Jacinto López, La Mesa del Seri y El Realito.
Aunque la presa será desfogada hacia la presa Abelardo L. Rodríguez en estos días, el agua contaminada de “El Molinito”, tiene meses filtrándose hacia ese lugar.
“La presa está llena y por el mismo peso, cada vez se filtra más agua.Toda esa agua va a dar para allá”, explica.
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La noticia del desfogue alarmó a los médicos y a los activistas. Reina Castro afirmó que la contaminación que hasta hace unos días, sólo se filtraba, ahora llegará con fuerza a la ciudad de Hermosillo.
Uno de los argumentos que expusieron las autoridades estatales de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), es que la presa Abelardo L. Rodríguez, opera a una capacidad inferior al uno por ciento (0.4 por ciento). Hermosillo desde años, padece sed y sequía. Hay tandeos y las población en realidad padece la falta de suministro del líquido.
Antonio Navarrete Aguirre, del Sindicato Minero Sección 65 de Cananea, explicó que “El Molinito” siempre operó al 25 por ciento de su capacidad. Al mantenerla clausurada, las aguas de la lluvia del año pasado saturaron el embalse.
“Todos los campos que hay a la orilla del río, se abastecen de los pozos de por aquí. Incluso los pozos están recuperados, porque el agua de El Molinito. El agua se ve así, porque son los asentamientos de sulfatos de los residuos tóxicos de la mina. Se asientan en el fondo, hay metales pasados en el fondo y otros arriba, como el arsénico, que se quedan en la superficie”, detalla.
Navarrete comenta que ninguno de los tres niveles de gobierno, se preocupa por la catástrofe ecológica y humana que se vive en la región.
Las vacas siguen bebiendo agua contaminada, los pobladores sembrando y consumiéndola para todas las tareas cotidianas.
“Hay un cerco mediático, no hay información a la ciudadanía. El gobierno intimida con meter a la cárcel a quien protesta. Es un potencial riesgo para la población de Hermosillo que consuma esta agua”, alerta.
Ahí en El Molino de Camou, hay otras personas enfermas además de Nadia.
Ana Gloria Martínez Vázquez de 58 años es una de ellas. La mujer tiene unas manchas cafés en la cara y erupciones en las piernas.
Sentada en el portal de su vivienda, una casa ubicada a unos cuantos metros del río, cuenta que su esposo y a su pequeña nieta, también enfermaron.
La niña padeció unas llagas en las piernas.
“Todo el día tenemos comezón y ronchas. Yo sí se lo atribuyo al agua, aquí nos bañamos, usamos el agua para hacer comida. A veces cuando puedo compro un galón de agua para beber, para el café, pero no puedo evitar que la niña tome agua de la llave”, dice.
La pequeña juega en la patio con un perro y un gato, mientras se derrama el agua de la manguera que riega las plantas de Gloria.
María Jesús Ramírez, es otra habitante del ejido. Ella padece erupciones en la piel desde hace cinco meses.
“Me empezaron a salir muchas ronchas. Luego se fueron haciendo más grandes y por todo el cuerpo. Tengo en el estómago, porque cuando estoy lavando, ya ve que uno se remoja el estómago con el lavadero. Me da una comezón tremenda, me pongo crema, y se me calma, pero no sé, dice que es alergia. A mi nadie me ha hecho análisis. Conozco unas gentes que sí, que han venido de Ures”, narra.
En Hermosillo, a unos 25 kilómetros de El Molino de Camou, Nadia pidió permiso en su trabajo para salir unos momentos a contar su historia.
“Yo quisiera mi piel. Me siento muy deprimida, yo quisiera mi piel como estaba. Que si es el agua, me ayuden a pagar un médico, porque yo no puedo, apenas nos alcanza para comer lo que ganamos mi esposo y yo”, dice.
Nadia pide atención médica. Está llorosa. Las manchas en su piel, se convirtieron en su peor pesadilla.
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