Guadalajara. Jal.- El periodismo, como pasión y oficio, es una de las actividades más arriesgadas en gran parte del mundo. Lydia Cacho, de pie, contó la historia de cómo ella misma se descubrió como periodista, un día con su maletín en la mano, después de haber incursionado en áreas poco populares dentro de la escritura informativa; noticias respecto a la desigualdad social, luchas de género, abusos de poder, y otras cuestiones que para los medios de comunicación resultaban “de poca importancia”, mientras que muchos otros decidían mantenerse al margen por considerar que incurrir en esos temas era “meterse con la vida privada de las personas”.
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La periodista Lydia Cacho imparte su conferencia "Vamos a cambiar al mundo: tu poder importa" frente a cientos de jóvenes en la 29ª Feria Internacional del Libro en Guadajalara.©FIL/ Paola Villanueva Bidault.[/caption]
Desde una niñez en la que fue juzgada de “lesbiana” (a lo que su madre le explicó que no era ni malo ni bueno), segregarla de equipos deportivos locales por ser niña, hasta su decisión de aprender karate y buceo, Lydia Cacho compartió su camino laboral; el momento en que decidió mudarse a Cozumel para ser periodista, y una vez más ser segregada por su género; como mujer sólo tenía la opción, inicialmente, de cubrir eventos de sociales. Ella, por otro lado, quería escribir notas distintas. También tuvo un programa de radio que permaneció al aire durante algunos años, hasta que decidieron cancelarlo ante opiniones externas que sentenciaban “le estaban haciendo daño al turismo de Cancún por decir la verdad”. El relato de esta búsqueda personal continuó, hasta llegar al momento en que recordó aquella tarde en que fue secuestrada y, a partir de entonces, desde hace diez años, su vida cambiaría.
“Descubrir qué quieres ser no llega como una epifanía; son más bien pulsiones”, afirmó Cacho, al describir ese instante en que se encontró a sí misma realmente comprometida con su trabajo; con la congruencia entre el decir y hacer. Para ella, está en manos de los jóvenes el cambiar la situación de un lugar; “las estupideces que los adultos hacen con el país”. Recordó su juventud y la situación política de México a finales de los sesenta e inicios de los setenta, que a su parecer, no distan mucho de la actualidad. Sin embargo, apuntó a cada uno de los jóvenes que conformaban el público, insistió en la importancia de cada persona, sin importar edad ni género, para apropiarse de su vida y luchar para que esta no sea arrebatada. “En México, la gente que se mira a los ojos existe”, agregó; el golpe más fuerte que se le puede dar a todo aquel que intente arrebatarle los derechos a una persona es el golpe de la inteligencia, la preparación y la fuerza”.
Recordó ese momento catártico del año pasado en que uno de sus extorsionadores fue aprehendido y tuvo que regresar una década atrás, en aquellos momentos donde su vida pendía de un hilo: “Recordé que tenía que reírme, para que cuando pasaran las cosas pudiera tomarlas con fuerza y seriedad”. Hizo hincapié en la importancia de salir adelante y defenderse sin hacer uso de la violencia, en creer en lo que uno mismo hace y ser congruente; “si se usa la violencia para defender algo desde el inicio tienes la batalla perdida”.