Fortino TORRENTERA O.
Oaxaca.- En la época prehispánica fue un espacio de sanación; hoy jóvenes que fluctúan en los 20 años han iniciado el rescate de un lugar sagrado que queda a diez minutos de esta ciudad. La Casa de las Máscaras en Trinidad de Viguera que se ha convertido en un centro turístico y cultural, donde además de promover la comida sana, se imparten talleres artísticos.
Jennifer, Janet y Yésica López Salinas, Alejandra Círigo, Flores y Carlos Guerrero, son los jóvenes que están rescatando este espacio que estaba convertido en un basurero. Conocido como las Salinas de Viguera porque en el brotan manantiales de sales minerales, acompañan este esfuerzo con un proyecto innovador de promoción cultural.
Ese espacio fue un asentamiento prehispánico en el que se realizaban rituales curativos, como se demuestra en piezas de barro encontradas durante la limpieza de esa pequeña cañada, figuras que presentan la falta de un ojo, un brazo, la pierna o la cabeza que se presume eran enterradas para disipar los males de esos miembros; además del fortalecimiento de la salud, las salinas era un lugar para la lectura de los astros.
Para la época colonial, se estableció una salinera cuyo material se obtenía de ese manantial y era traída a esta capital a lomo de bestia, para surtir de sal a sus habitantes; pero poco a poco se fue desplazando.
Viguera es un pueblo trabajador donde se asentó una hacienda propiedad de una señora de nombre Trinidad, por ello, la referencia que hoy da su nombre: Trinidad de Viguera y que este domingo celebra como fiesta principal las carnestolendas o carnaval.
Al paso del tiempo, este lugar sagrado fue abandonado ante la desaparición de curanderos tradicionales y de su potencial productivo, sino que gradualmente cayó en el olvido de la comunidad convirtiendo a esta cañada prehispánica en un muladar.
La Casa de las Máscaras inició su construcción hace una década y desde entonces se inició el rescate de la cañada. “Empezamos limpiando la casa y luego la estamos utilizando” comenta Jennifer López”.
Por ello, ese centro cultural cuenta con una exposición permanente de máscaras realizadas con residuos abandonados de árboles maduros o que fueron cortados, pero además han adecuado un pequeño foro escénico, un temazcal, así como un horno tradicional donde elaboran pan y una cocina tradicional.
“Hoy estamos en la segunda etapa que es darle vida a los talleres y ofrecer a los visitantes una estancia completa para que disfruten de este espacio prehispánico, de terapias, así como comida sana de origen prehispánico”.
En la Casa de las Máscaras ofrecen los talleres de tallado de máscaras, artes escénicas, círculos de lectura, cocina prehispánica y terapias alternativas de salud, a los que acuden habitantes de esa agencia perteneciente al municipio de Oaxaca de Juárez, pero además de poblaciones del Valle eteco y visitantes extranjeros, “pero nos sentimos más motivados cuando acuden nuestros paisanos, por eso hemos decidido abrir las puertas a todos, quienes deseen venir, mediante reservación”, apunta Carlos Guerrero.
En el temazcal se ofrecen terapias alternativas de salud que se acompañan de rituales chamánicos y platillos elaborados finamente con yerbas e insectos acordes a las necesidades de las personas, pues se busca la conservación permanente de la salud con tratamientos que fortalezcan al cuerpo para hacer frente a diversos padecimientos”.
Además de la permanente producción de máscaras, estos jóvenes integran un grupo teatral que ha escenificado esas prácticas chamánicas con el fin de difundir entre la población la importancia que tiene en el equilibrio el mantenimiento de una buena salud.
Paulatinamente, esa cañada prehispánica empieza a ser respetada, aunque constantemente la limpian por personas que dejan basura, “pues se requiere de costumbre, pues limpias hoy y de repente aparecen residuos, pero poco a poco hemos generado esa costumbre de la limpieza, una cultura del respeto”, reconoce Carlos Flores.
La idea, dice Alejandra Círigo, es que los pobladores vayan tomando conciencia de la riqueza de este lugar y sabemos que esa riqueza es de ellos, pertenece a los pueblos originarios, no es de propiedad de ninguna persona, sino que nos pertenece a todos.
“El problema es que hay una visión comunitarista malentendida donde muchos asumen que pueden tirar basura ´porque es nuestro´ y por otro lado, nos enfrentaos con una visión empresarial de pesos y centavos que dice ´Si limpio, pero que ganancia le saco´, por lo que al entrar la cultura del cuidado, chocamos con ambas visiones, cuando se deben armonizar las dos”, refiere Janet López.
Así, en la Casa de las Máscaras, además de conocer ese lugar mágico con manantiales de aguas minerales, se realizan talleres culturales que gradualmente están convocando a personas de Viguera y de otras poblaciones para tomar conciencia de nuestras raíces”, puntualiza este grupo de jóvenes.