Francisco Medina
Oaxaca.-Como un hombre polémico y un autor trasgresor y controvertido, es como se recuerda a Henry Miller, uno de los más destacados escritores contemporáneos de Estados Unidos, a 36 años de su muerte, ocurrida el 7 de junio de 1980.
Henry V. Miller nació el 26 de diciembre de 1891 en Yorkville, Nueva York, hijo de padres alemanes pertenecientes a la clase media baja.
Henry Miller es sin duda uno de los talentos más destacados de la literatura norteamericana contemporánea y el paradigma del disidente y anarquista pacífico de su tiempo. Toda su obra es autobiográfica y vivencial; de ahí lo profundo de sus convicciones, expresadas en su entrega a la literatura como camino personal irrenunciable. Su naturalidad para tratar temas como el sexo y su denuncia de la hipocresía social en esta materia le valió la admiración de infinidad de lectores de todo el mundo y el tener entre sus adeptos incondicionales a las generaciones de
http://ciudadania-express.com/wp-content/uploads/2016/06/tn_henrymiller-01.jpginconformistas de su propio país de las décadas de los años cincuenta y sesenta de la pasada centuria.
Sus padres eran judíos. Su asistencia, en 1901, al City College sólo dura dos meses: lo abandona para emplearse en una fábrica de cemento. Luego de una serie de viajes por el sur de los Estados Unidos, durante los que se mantiene realizando cualquier tipo de trabajo, regresa a Nueva York en 1914 y se emplea en la sastrería de su padre. En 1923 realiza su primer viaje a Europa con su segunda esposa, June Edith Smith. Pero no es hasta 1930 que Miller decide establecerse en París, donde encontró bastantes temas para sus libros y un ambiente propicio para su vida bohemia y turbulenta.
En 1934 publica Trópico de Cáncer (Tropic of Cancer), obra que será editada simultáneamente en inglés y francés. Los conflictos con la censura mantendrán esta obra inédita en Norteamérica hasta 1961; en esta época, Miller será ungido maestro de la proclamada revolución sexual del momento, pues trataba sin tapujos las situaciones de sexo explícito y mostraba una corrosiva ironía al referirse a los supuestos valores del puritanismo, ya sea en su versión francesa o norteamericana.
Trópico de Cáncer es una crónica sobre la vida del propio autor en París, sus andanzas de artista pobre y mujeriego, en la que se entrelazan una suerte de picaresca de sabor europeo con el irónico humor americano. La novela tiene una estructura poco convencional y está escrita en un lenguaje descarnado y hasta obsceno, pero indudablemente revolucionario y vital; en ella se manifiesta la preocupación de Miller por la búsqueda de identidad y la liberación del individuo de la maraña de mitos sociales que lo apresan.
Su estadía en París significa el comienzo de amistades fundamentales en lo que a su vida y obra se refiere; conoce a Jean Giono, a Anaïs Nin y a Lawrence Durrell, quien compartía con Miller la postura vitalista que enseñaba la práctica y la celebración de lo corporal por encima de todas las adversidades, fórmula que tanto influiría a lo largo de toda su literatura. En 1936 publica el libro de narraciones “Primavera negra” (Black Spring).
En 1939, junto con Durrell, realiza un viaje por Grecia del que es fruto la novela El Coloso de Maroussi (1941). También en 1939 publica Trópico de Capricornio (Tropic of Capricorn), en la que, al igual que en el anterior Trópico, Miller expone cómo su estancia en París estuvo marcada por una agobiante pobreza. No faltan críticos que sostienen que ambos Trópicos representan, respectivamente, la crónica de una liberación y el cuadro del infierno del cual el escritor escapa. En ambas obras hay la misma ausencia de estructura, el mismo caos verbal, abierta utilización de monólogo interior, ruptura de ritmos, utilización de flashback, extensas catalogaciones a lo Whitman y sobre todo abundantes metáforas e imágenes de raigambre surrealista.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, su obra comienza a obtener cierta difusión, lo cual le permite trasladarse a vivir definitivamente a su entrañable California. Allí escribe Big Sur y las naranjas de Hieronymus Bosch (Big Sur and the Oranges of Hieronymus Bosch, 1957) y termina una obra cuyos apuntes había traído de París: Sexus (1949). Primera pieza de La crucifixión rosada (Plexus, 1953, y Nexus, 1959, son las otras), esta serie retoma la temática autobiográfica y cubre el período que va de 1923 a 1928.
Más relajado, acabados definitivamente sus pleitos con la censura y sin sobresaltos económicos, Miller se dedica a la pintura con gran intensidad. Publica sus cartas con Anaïs Nin y continúa explotando su propio pasado en Mi vida y yo.
Lo que se expresa en las obras de Henry Miller es una filosofía de la vida absolutamente transgresora, irreverente para con los clichés morales y estéticos de nuestra sociedad. La literatura de Miller es refractaria a cualquier credo específico; aboga por una especie de sincretismo estético y filosófico entre Occidente y Oriente. De ahí su enfático interés por la astrología, la teosofía, el ocultismo, el hinduismo y sobre todo el budismo. Miller es uno de los más claros ejemplos de literatura hecha de desesperación, de amor a todo sin cortapisas, de fe en el lenguaje como lugar de conocimiento. Herederos de su forma de entender la existencia fueron beatniks y hippies.
El portal “El poder de la palabra” apunta que la trilogía de “Trópicos” son consideradas como sus mejores novelas por la prosa fluida en la que funde obscenidad y espiritualismo, y salta con gran naturalidad del expresionismo más realista al divismo más simbólico.
Sin embargo, deben recordarse otros de sus trabajos como “Big Sur y las naranjas del Bosco” (1957), publicado al regresar a Estados Unidos, durante su estancia en la tranquila costa del pacífico de California.
Siempre crítico y disidente, contó en la trilogía “La Crucifixión de Rosy”, las calamidades de un joven escritor americano en la búsqueda del éxito en el mismo lenguaje autobiográfico, desordenado y metafórico, después caracterizado por la crítica como un tipo de novela autobiográfica de ficción.
Henry y Anaïs Nin, una pasión mente/cuerpo
Anaïs y Henry se vieron por primera vez en 1931 en la casa de ella. Tenían 28 y 40 años. Anaïs queda fascinada con el mundo que Henry le muestra. La bohemia de Montparnasse, la decadencia y el libertinaje que ella desconocía. Hablan durante horas sobre literatura, filosofía y psicología. Pero no solo charlan. Henry y Anaïs se seducen mutuamente desde la inteligencia y desde el plano físico. Son amantes.
June viaja a París a visitar a Henry y conoce a Anaïs. Queda extrañamente fascinada con esta escritora. Cuando June vuelve a Estados Unidos en 1932, los amantes prosiguen su relación aun estando ella casada con Guiler. La historia tiene una vuelta de tuerca más. Cuando June regresa por segunda vez a París, se convierte también en amante de Anaïs, dando lugar al inicio de uno de los triángulos eróticos y emocionales más polémicos del S.XX.
En 1933, June descubre que no es la única amante de Anaïs, sino que su propio esposo es su rival. Vuelve a Estados Unidos. Los amantes siguen adelante y Miller escribe “Primavera Negra” (dedicada a Anaïs) y “Trópico de Capricornio” (un estudio sobre D. H. Lawrence).
Anaïs fue también la mecenas de Miller al sostenerlo económicamente durante mucho tiempo y ayudarlo en la publicación de “Trópico de Cáncer”. Nin nunca quiso divorciarse de su esposo a pesar de su relación con Miller y sus otros amantes. “Temo mi libertad. Hugo es el hombre a quien debo la vida”.
En 1939 Miller y Nin abandonan París huyendo de la 2° Guerra Mundial. En Nueva York escriben juntos relatos eróticos. Henry decidió mudarse a California y pidió a Anaïs que se mudase con él pero ella nunca querría abandonar a su esposo. “Me retiene por medio de mi sensación de culpa, de responsabilidad, mi incapacidad para causar dolor…”
La historia de Henry Miller y Anaïs Nin tiene diferentes lecturas según la idiosincrasia particular de cada uno. Interpretada como una relación destructiva para unos, es, para otros, el epítome de la sensualidad y la libertad. Ahí estuvieron, eso fueron. Amor, creatividad e inteligencia.
Con un estilo irónico y desfachatado, Miller contribuyó a liberar el camino por el que la obscenidad y explicitud eran condenados por un puritanismo hipócrita, abriendo paso a una revolución sexual que influyó de sobremanera en nuevas generaciones de jóvenes escritores y artistas.
Hacia el final de su vida, se dedicó con gran intensidad a la pintura e incluso colaboró con Warren Beatty en el filme “Reds” (1981). Henry Miller murió el 7 de junio de 1980, en Pacific Palisades, California.