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Jose Agustín y su literatura de onda a 50 años

Sábado 20 de agosto, 2016.
04:25 pm
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Francisco Medina Oaxaca.-El libro “De perfil” es un grito de juventud, agresivo, desenfadado, lleno de ironía pero también de rigor y de esperanza para revolucionar la existencia o enajenarse en ella; en esta obra las palabras son jóvenes: muestran una vitalidad feroz y un propósito firme de revitalizar el arte. Durante cinco décadas, esta obra de la llamada “Literatura de la onda”, no ha dejado indiferentes a sus lectores, por lo cual amigos y colegas se reunirán para celebrar al autor de esta emblemática historia en José Agustín: 50 años De perfil, actividad en la que participarán Juan Villoro, Enrique Serna y Rosa Beltrán, el domingo 21 de agosto a las 12:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. jose-agustin-01Se le llamó literatura de la onda a la narrativa de José Agustín, corriente surgida a mediados de los años 60 y procede de una explicación simple: los jóvenes de la época comenzaron a utilizar la palabra onda: “¿qué onda?”, “agarra la onda”. Los jóvenes de los 60’s tienen características peculiares, por ello se dice de los 60´s que fue una época revolucionaria dónde a través de manifestaciones, rock, arte y “cultura” se distendió la acumulación crítica del momento a fin de conseguir fines como sociedades más justas, equitativas, pacíficas; y un mundo que fluyera, sin rigidez como la onda. “La tumba” de José Agustín, retrata a los adolescentes de clase media de ésta época; ellos como personajes principales no habían aparecido en la narrativa, hasta entonces, como figuras principales de las obras. Esto brindó una sugestiva gama de posibilidades para explorar en la narrativa, pues podemos proponer que es en la clase media donde muchas veces puede vivirse este estadío-puente llamado juventud/adolescencia de forma plena; es decir en sectores de clase baja o alta, factores como la presión social, la necesidad de salir en búsqueda de un trabajo para apoyar la economía del hogar, o de hacerse responsable de los negocios de familia, se convierten en cuestiones que recortan el tiempo de ocio y que agregan barreras a la libertad en ésta época de la vida. Los temas abordados en “La tumba” y compartidos con la literatura de la onda son la juventud, la sexualidad, la moral, la libertad. Estos temas pueden relacionarse a su vez con el existencialismo, y el existencialismo podría vincularse a la contracultura; pues el existencialismo propone a grandes rasgos que el humano no tiene una esencia que le determine como ser o comportarse y a través de su conciencia es, y es libre. Jose-Agustin 03Algunos críticos hablan de la exposición de una contracultura en “La Tumba”, se puede entender como contracultura aquellas expresiones culturales alternativas a un sistema. Se propone que la cultura obliga a reprimir el nivel instintivo y no permite un eros libre, la contracultura busca nuevas reafirmaciones de la libertad. Gabriel, Dora, Elsa y demás personajes jóvenes de “La tumba”, se debatían entre los valores, las expectativas, las formas, los modelos y dinámicas sociales establecidos en la época y su pelea por la libertad; por ello buscaban escapes y nuevas formas de recrear la realidad o su realidad: un círculo literario, el cuarto de un hotel, la fiesta y el alcohol, el techo de la habitación, un poema, los paseos a gran velocidad en coche. Como hemos mencionado anteriormente, que los adolescentes sean las figuras protagonista de ésta novela, es algo muy significativo, pues permite configurar un retrato de la juventud de clase media de la época, que a su vez fueron posiblemente los que marcaron la época, sin embargo la siempre oposición entre los jóvenes y los adultos, nos recuerda que  “En México la contracultura se ha visto como una bola de jóvenes revoltosos y sin apariencia intelectual. Realmente nunca se le ha dado el valor que merece, nunca se le ha visto como una opción”. Este aspecto lo vemos desmitificado en La tumba, a través de la dinámica del círculo literario modernista, dónde el ejercicio intelectual era requerimiento para estar en la onda. El enajenamiento otro aspecto del ser joven que adolece, que crece con molestia, que se aburre y se excita fácilmente, que no ha dejado rasgos de la infancia como el juego, nos recuerda a lo largo de “La tumba” el existencialismo de Sartre plasmado en novelas como La náusea, donde el mundo carece de sentido, se vive en un absurdo, se pasa mucho tiempo mirando al techo, filosofando, pensando, existiendo. “Si pudiera dejar de pensar, aunque me quede, aunque me acurruque en silencio en un rincón, no me olvidare. Estaré allí, pesare sobre el piso. Soy, soy, existo, pienso luego existo; soy porque pienso ¿por qué pienso? No quiero pensar, soy porque pienso que no quiero ser, pienso que…¿por qué?”: Fragmento de “La Náusea”, Sartre. Y podemos observar el mismo tono o intención en La tumba: la tumba“Era un triste, solitario y cómodo sentimiento, algo extraño que no acertaba explicar. Recorrí con la mirada la habitación, puerta, ventana, todo, Me pareció ajeno a mí”: Fragmento de “La tumba”, José Agustín. De lo anterior que la levedad de la narrativa de José Agustín por los diálogos coloquiales de los personajes en mezcla con lo denso de los temas, se proponga como contracultura, de ahí lo remarcable de su propuesta; y lo cautivante que puede resultar adentrarse en la mente de uno o varios adolescentes que son en relación a lo que piensan, que nos invitan a reflexionar en lo frágil de la libertad, además el recordatorio del absurdo y la náusea que provoca la cultura.   La literatura de la Onda   Durante la segunda mitad de la década de los sesenta se difundió en México un movimiento literario llamado “la Onda”, formado por jóvenes que pretendían una ruptura con la literatura tradicional a través del lenguaje. Entre los más renombrados, Parménides García Saldaña, José Agustín, y Gustavo Sainz, compartían la precocidad del compromiso de unificar una generación que avanzaba con pasos agigantados a la nada. La Literatura de la Onda puede considerarse como la primera literatura mexicana contemporánea plenamente identificada con los jóvenes, que se acerca a sus intereses vitales, sus visiones del mundo, incluyéndolos además, como protagonistas de sus historias. onda 01 La mayoría de los cuentos y relatos que se atribuyeron como insertos en “la onda” tenían como protagonistas a jóvenes citadinos que incluían en su forma de expresarse el ritmo de la música pop y un gran manejo de ironía, humor y albures. También el habla de la frontera y el habla de los delincuentes de los años cuarenta fueron incorporadas a los textos de estas manifestaciones literarias. Se buscaban desarrollar un nuevo tipo de lenguaje realista que apelara mas a los sentidos que a la razón y que aludiera sin inhibiciones al erotismo, fiestas, “rolas” y formas idiomáticas del lenguaje. Específicamente a mediados de la década de los sesenta con la publicación de La tumba de José Agustín en 1964. Las obras de esta corriente gozaron de gran popularidad entre la juventud de la época y fueron criticadas de manera negativa por la perspectiva adulta (hay que tener en cuenta que en esa época la juventud era bastante marginada ya que su idiosincrasia contrastaba enormemente con las buenas costumbres). Los principales exponentes de esta corriente literaria son los escritores José Agustín, Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña. Esta corriente literaria fue llamada así por Margo Glantz, una crítica literaria; que la nombró así de manera despectiva, al considerar a esta literatura de pobre calidad y de lenguaje soez. Quizás porque no llego a comprenderla. Fue llamada de “La Onda” por el lenguaje coloquial desarrollado en esa época por los jóvenes: la palabra onda representaba una amplia gama de usos: ¡Qué onda!, ¡Que mala onda!, ¿Qué onda es esa?, Esta en onda, Date un toque; éntrale a la onda. La más directa influencia de la literatura de la onda es la literatura beat que se dio en Estados Unidos, surgida en 1958 con la publicación de En el camino de Jack Keroauc (posteriormente surgirían escritores como Allen Ginsberg o Neal Cassady). La literatura beat se caracterizó por la crítica que hacía a diversos problemas existentes en la sociedad vista desde un ángulo inexplorado (el de los jóvenes) y la forma en que estos los evadían, y el lenguaje coloquial o jerga popular que se usaba en esta. Drogas, sexo y rocanrol no es una manera muy acertada de definir la esencia de esta literatura, ya que; si bien estos temas están íntimamente ligados con esta corriente. Ignacio Trejo Fuentes la definió de la siguiente manera: “La Onda va mucho más allá del cliché idiomático, conlleva connotaciones de mayor envergadura pues retrata gran parte de los modos de vida, inquietudes y propósitos de los jóvenes sesenteros (y posiblemente de los de finales de la década procedente), que podrían resumirse en el concepto de rebeldía ante los modelos sociales, familiares y hasta políticos establecidos. Sí, los onderos enarbolan el estandarte de la inconformidad y se empeñan en azotarla en el rostro de quienes representan los motivos de tal descontento.” (La literatura de la Onda y sus Repercusiones, I. Trejo Fuentes) Parménides García Saldaña Aspectos como la guerra de Vietnam, la desconfianza en la autoridad, el amor como contra ataque de la violencia, influenciaron, sin duda, este movimiento de contracultura; donde a grandes rasgos proponían temas sobre conflictos de la “brecha generacional” entre los jóvenes y la vieja moral conservadora, contra la cultura capitalista fundada en el trabajo y el consumo materia. La realidad social y económica de aquellos años hizo necesario reformular la cuestión de la relación entre el individuo y la sociedad, lo cual llevaba al rechazo de la sociedad de consumo, la enajenación y el desamor. La mayoría de los cuentos y relatos que se atribuyeron dentro de “la Onda” tenían como protagonistas a jóvenes citadinos que incluían en su forma de expresarse el ritmo de la música pop y un gran manejo de ironía, humor y albures. Se caracterizaban por el júbilo desenfrenado hacia el placer y por otro lado la caída en estados límite de la conciencia y la existencia humana. Catalina Martínez García comenta en su ensayo Ubicación de la obra de Gustavo Sainz en movimientos literarios del siglo XX: “La Onda trama sus narraciones y relatos en un dibujo complejo de simbologías y alegorías antimíticas, que tienen referentes múltiples en la literatura culta y a la vez en la cultura popular contemporáneas.” En contexto, la literatura de “la Onda” buscaba desarrollar un nuevo tipo de lenguaje realista que apelara más a los sentidos que a la razón y que aludiera sin inhibiciones al erotismo, fiestas, a la verdadera vida de ciudad y formas idiomáticas de lenguaje.   El narrador de “la Onda”   Gustavo Sainz El lenguaje que emplea el narrador de la Onda para enunciar las actividades de los personajes, las situaciones decadentes y tan llenas de realismo, se alimentan de las jergas de los ambientes más marginales, reflejando nuevas experiencias y aires de renovación dentro de la narrativa mexicana. El narrador de la onda su única herramienta que lo distingue y lo singulariza por sobre la literatura contemporánea de ese periodo, era su lenguaje. Recoge los usos de la calle mediante su manera única de combinar las palabras, de transgredir incluso la sintaxis normativa, estimula una nueva percepción del mundo y de los términos que lo designan; renuncia a los lugares comunes y a los tópicos que transmiten, precisamente, una visión vulgar y simplista de las relaciones entre los seres humanos. El lenguaje literario del narrador de la Onda es totalmente urbano, en él abundan los trazos de México. Es un lenguaje que deja oír el palpitar de la ciudad que se percibe en los ruidos de las calles, en las aglomeraciones de las estaciones del metro, en los gritos de los bares, de las plazas públicas y de las cárceles.   El sujeto-personaje   El sujeto de la Literatura de la Onda, es un individuo insatisfecho, con un grado de conciencia que va en un proceso ascendente. Es destacable que al igual que el Narrador, el sujeto, utiliza un lenguaje popular, es un lenguaje muy directo y cargado de anglicismos. Citando a Inke Gunia: “A los protagonistas de José Agustín y Gustavo Sainz (representantes de la Onda), el mundo de sus padres les parece falso y mentiroso, de instintos sexuales públicamente reprimidos y una religiosidad reducida a fórmulas y rituales exánimes; un mundo en que las apariencias valen más que el verdadero ser.” No eran sólo personajes arquetipos y desarrollados en base a un modelo, el sujeto-personaje trascendía de los libros y se representaba al lector como espejo de su situación histórico-social; el reflejo y proyección de la realidad en la literatura de la onda no podía ser más evidente. Son personajes que rompen toda subordinación a la autoridad; el individuo se destaca siempre con una necesidad de buscar su identidad, aun sin embargo, sin conocer el camino para encontrarla. No hay vuelta de hoja. La amenaza de perder la identidad estaba muy cerca. El sujeto-personaje se ve enfrentado a lo real, al mundo exterior; por tal motivo la lectura se convierte muy conversacional, ellos deciden que es lo que van a contar y determinan el curso narrativo de la obra. Es indudable que el personaje es la representación de una generación de televisión, del rock y de la liberación sexual, tal motivo, ocasiona que pierda ese vínculo sus raíces, prefiriendo entregarse a una “subcultura”, de aventuras y encuentros en el mundo exterior, sin orden y sin tiempo. onda 02 Resulta el caso que los personajes viven de manera muy apresurada, causando que los límites temporales se borren o se pierdan, entre la ensoñación, la fantasía y la realidad. La distancia entre el presente del narrador y lo narrado parece haberse reducido hasta un mínimo, de modo que surge la impresión de simultaneidad. A manera de conclusión, la literatura de la Onda, describió y retrató un momento histórico específico de México. Todos los textos que aparecieron dentro de este movimiento se integraron a un modelo social, provocando un proceso de toma de conciencia en los adolescentes, justamente cuando México se encontraba en una crisis de nacionalismo. Los procesos culturales han cambiado, al igual que el literario. El establecimiento y la búsqueda de una identidad no es algo nuevo, sin embargo, la literatura de la Onda, profundizó dentro de un sistema con la declama de una nueva revalorización en la relaciones individuo-sociedad, y una percepción de conciencia crítica frente a una enajenación de la sociedad.

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