Oaxaca.-La investigadora e historiadora Clementina Díaz y de Ovando (7 de noviembre de 1916-18 de febrero de 2012) fue una maestra en toda la extensión de la palabra. Así la describe Fernando Serrano Migallón, quien participará en un homenaje que le rendirá la Academia Mexicana de la Lengua en el centenario de su nacimiento, al lado de Miguel León-Portilla y Vicente Quirate, el jueves 10 de noviembre a las 19:00 en el auditorio del Museo Tamayo Arte Contemporáneo.
“Ella se dedicó fundamentalmente al siglo XIX mexicano. Estaba convencida de que en ese siglo se dieron los cambios y se establecieron las bases que formaron las características de lo que ahora es México: el siglo de la Independencia y el de la Reforma; en el que se dieron las dos independencias de nuestro país: la política de 1810 y la ideológica con la Reforma de Benito Juárez. En ese sentido, tiene obras extraordinarias que descubrieron muchísimos puntos de vista y caminos para futuros investigadores”, refiere Fernando Serrano.
Clementina Díaz y de Ovando fue reconocida en vida por dedicar su existencia a dos vertientes de estudio: la historia del siglo XIX mexicano y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sobre el siglo XIX elaboró una antología de Vicente Riva Palacio y también las obras completas de Juan Díaz Covarrubias, Ignacio Manuel Altamirano y Juan Mateos. “En historia su personaje era Vicente Riva Palacio, por el que tenía gran pasión. Lo conocía como nadie en México, así como a toda esa generación del tercer tercio del siglo XIX”.
Díaz y de Ovando fue cronista de la UNAM y aportó mucho a la historiografía universitaria con sus libros
La Escuela Nacional Preparatoria. Los afanes y los días y
La Ciudad Universitaria, reseña histórica 1929-1955, entre muchos otros. Pronto se convirtió en la primera mujer en dirigir un instituto de investigación en la UNAM, en la Junta de Gobierno universitaria y en ser miembro de número de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua. Su obra le mereció ser reconocida como investigadora emérita y obtener el Premio Universidad Nacional en Investigación en Humanidades.
“No fue una feminista en el sentido típico como lo entendemos ahora, de una luchadora de barricadas para los derechos de las mujeres. Su trabajo diario, su vocación y su pasión demostraron lo que podían hacer las mujeres y lo hizo de manera excepcional. Sin ser una militante en el sentido partidista y político del término, sí fue un ejemplo para muchísimas mujeres, sobre todo de su generación, que vio lo que se podía lograr de manera eminente con el esfuerzo”.
Aunque Clementina Díaz y de Ovando tenía pasión por la cultura y el conocimiento, su mayor interés fue transmitir lo que sabía a sus alumnos. “Ella era de esos profesores que no solo transmiten los conocimientos, que de por sí es muy importante, sino que además crean inquietudes en sus alumnos, en todos los que la leíamos y que todavía la leemos. Le encantaba su trabajo y lo hacía de manera amena, pero hasta las cosas que pueden parecer más lúdicas o quizá frívolas, como la cocina, los viajes o la comida, lo hacía de forma agradable para todos”.
Clementina Díaz y de Ovando participó en la discusión sobre el lugar que debería de tomar México cuando acababa de terminar el cardenismo y estaban por ingresar al poder los presidentes civiles. “Ella en eso tomó partido y participó con sus armas −que fueron la cultura, la historia, y la academia− en lograr lo que ella pensaba que era su imagen de país. Todos los que la conocimos y disfrutamos de su conversación extrañamos esa alegría de vivir que transmitía en todos los momentos de su vida. Durante el homenaje hablaré de un aspecto más vital: era una mujer extraordinariamente alegre y apasionada; disfrutaba todo en la vida”.