Oaxaca.-El narcotráfico en nuestro país ha sido un problema social que ha arrojado miles de cadáveres y otros cuantos desaparecidos, por lo que resulta necesario estudiar dicha violencia desde otro punto de vista.
Creer que el narcotráfico es una situación reciente y exclusiva de nuestra nación es un grave error, ya que este no es producto de la pésima administración política, económica y cultural; sino de una serie de hechos que se han reforzado con estas últimos actores.
Tanto México como Estados Unidos son los causantes de un fenómeno de migración cada vez mayor, donde la población mexicana busca una salida a la ola de violencia acontecida en la nación.
Los autores de esta obra parten de una postura simple: antes de realizar un ataque frontal a los cárteles mexicanos, el país tenía uno de los niveles más bajos de homicidio y criminalidad en América Latina; ahora apunta a ser uno de los países más infestados por el crimen debido a la forma en la que Estados Unidos y sus vecinos confrontan el comercio de drogas ilegales. Esta perspectiva global renueva una discusión que tras lo sucedido con los 43 normalistas de Ayotzinapa, resulta profundamente necesaria.
Este libro fue escrito originalmente para el lector estadounidense, con la intención de confrontar la convicción generalizada de que los horrores de la última década son un producto mexicano y por lo tanto, un problema que México debe solucionar.
Creer esto alienta posturas como la de Donald Trump, quien sugiere tapiar a nuestro país por completo y pasarnos la factura de nuestro encierro. Sin embargo, como advierten los autores, la causa principal de la narcoviolencia fue la decisión del gobierno estadounidense, tomada a principios del siglo XX, de prohibir el consumo de drogas a sus ciudadanos.
Cuando éstos recurrieron al mercado negro (en el que los mexicanos han jugado un papel decisivo) Estados Unidos no tuvo la voluntad, o la manera, de detener la importación, y orilló al gobierno de México a servirle de socio menor en su proyecto prohibicionista, con resultados desastrosos.
El precio que han pagado los estadounidenses por la prohibición ha sido la encarcelación masiva (sobre todo de afroamericanos); el que han pagado los mexicanos ha sido mayor: el enorme número de muertos y desaparecidos, y un tsunami de crimen y corrupción.
Ya que la guerra contra las drogas fue una creación conjunta, la solución sólo puede ser bilateral. La experiencia apunta a la legalización, a tratar a las adicciones como un asunto de salud pública y no como crimen.
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Narco historia es un perfecto antecedente de la ‘guerra contra las drogas’. En él, la escritora mexicana Carmen Boullosa y el académico estadounidense Mike Wallace revelan un siglo de políticas fallidas que sólo han empeorado la violencia que consume a las comunidades mexicana y estadounidense.”
Antony Loewenstein, LOS ANGELES REVIEW OF BOOKS
EN PALABRAS DE LOS AUTORES
“Este libro quiere delinear un contexto general para la prolongada noche de violencia por la que pasa México. Aprehender la extensión o naturaleza de la llamada ‘guerra contra las drogas’, porque también ésta necesita un contexto para ser comprensible; tampoco es explicable si sólo nos concentramos en escrutar, a partir del 2006, el período en el que por lo regular se la confina. La última década tiene un largo y complicado trasfondo que necesita situarse en el siglo pasado (1914-2016), del que el presente mexicano es el sanguinario desenlace.
[…]
Organizamos este libro de la siguiente manera: primero haremos un recorrido por un siglo de relaciones México-EUA, situando el comercio de drogas, y los intentos por reprimirlo, en el contexto de las más amplias transformaciones políticas, económicas e ideológicas vividas por ambas naciones. Después, detallaremos la guerra contra las drogas de la última década, cuando el tsumani de violencia empantanó a México. Y concluiremos con algunas ideas de cómo México y EUA podrían escribir algunas páginas nuevas en sus historias respectivas y en la conjunta. En particular, sugerimos que la rabia despertada por el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y la subsecuente decisión de los mexicanos de buscar cambios fundamentales estarían mejor dirigidas no sólo a la indispensable reconstrucción de su sistema político, económico y judicial, sino también a terminar con el régimen de criminalización de un siglo, el cual creemos que es en gran parte responsable de la situación actual.”