Oaxaca.-A Dayana le daba pánico leer. Veía borroso de los nervios y recuerda que una vez casi se desmaya por leer en público. Ahora lo hace ante cientos de personas en auditorios llenos. Ya escribió y publicó un cuento.
Tiene solo nueve años y cursa el cuarto año de primaria. Dayana trabaja con un pequeño ejército en San Sebastián Teitipac, Oaxaca, que contagia el gusto por la lectura a otros niños de su estado y del país, “polinizando” como los colibríes.
Ella es parte de Los Colibritos, un grupo de 20 niños promotores de lectura, cuyo nombre nace de la canción El colibrí ,de Alejandro García Virulo, que dice: “Entre los libros iba el colibrí / con su piquito investigando / sin darse cuenta como en un jardín / los textos fue polinizando”. Este grupo de niños han dado talleres y lecturas en su comunidad y varios puntos del país, y esta semana se presentaron en la Feria del Libro de Oaxaca (FILO).
Pero Los Colibritos no siempre fueron los mejores lectores. Su profesor Ignacio Morales recuerda que cuando iniciaron el segundo año de primaria algunos tenían graves deficiencias.
El secreto del profesor para pasar de no gustarles o no ser buenos en la lectura a ser promotores de ella fue jugar y retarlos a poder leer a los otros. “La condición es que se diviertan y jueguen y que a partir de ahí lo transmitan a los demás”, dice el docente en entrevista con Animal Político desde la FILO.
No se utiliza una lectura escolarizada, sino abierta. Las herramientas de este modelo pedagógico desarrollado por el profesor son juegos de palabras, adivinanzas, trabalenguas, chistes, y canciones.
“Ellos se han ido apropiando y se han dado cuenta del poder que tienen de leer, y esa lectura les ha abierto muchos caminos, muchas cosas que ellos no sabían y que ahora tienen la seguridad de poderlo hacer”, explica.
El mes pasado iniciaron la lectura de Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez, pero también hacen lecturas lúdicas de las canciones de Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri. Las clases del profesor siempre giran en torno a un libro, y a partir de él, ven los temas de las asignaturas que deben llevar, según el plan de estudios oficial.
Estos 20 niños —de entre 8 y 9 años— no solo leen, también escriben cuentos y poesía, gracias a los talleres de escritura creativa. Un caso de éxito, entre los mucho del grupo, es Dayana. “(Ella) tenía muchas limitaciones en primer grado, demasiadas, y a través de talleres que hago de lectura y de escritura creativa, donde la ficción y la fantasía siempre debe estar presente en ellos, empiezan a escribir y logra (ella) este reconocimiento”, explica el profesor.
Ahora, ya en cuarto grado, Dayana escribió el cuento El barco de papel y la luna de queso, que fue publicado en el libro Tripulantes con patas y colitas, editado por el gobierno del estado. “La lectura, el libro les ha dado un poder de hacer las cosas y de poder trascender”, señala el profesor Morales, y los niños “han crecido como personas, se han desarrollado, según sus personalidades”.
Los niños también han aprendido a ser una comunidad en donde todos se ayudan para resolver problemas y donde no hay distinción si uno de ellos sabe más que el otro o si ha ganado un premio.