Por: Anayeli García Martínez/Cimacnoticias
Oaxaca.-Durante los últimos nueve años, Paulina Rodríguez, de 45, pasó ocho horas y media al día empacando cartuchos de tinta en la maquiladora Lexmark, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
El saldo de todo ese tiempo laboral para Paulina fue la inflamación de sus manos, y su despido injustificado el pasado 9 de diciembre por exigir 6 pesos más a su paupérrimo salario diario de 98 pesos.
Junto con ella, la empresa Lexmark despidió a otros 75 trabajadores, en su mayoría mujeres, que en todos estos años realizaron movimientos repetitivos para empacar rápidamente, y sólo consiguieron la inflamación de los tendones de sus manos y tenerlas siempre manchadas de tinta.
En febrero próximo Paulina cumpliría nueve años como operadora industrial, pero su antigüedad no le valió de nada. Aunque el año pasado las y los trabajadores consiguieron un aumento salarial de seis pesos, ella y muchas otras de sus compañeras no serían beneficiadas porque el incremento sólo sería para las personas de nuevo ingreso.
Por eso, el 2 de noviembre de 2015 parte del personal organizó un plantón afuera de la maquila y acordó la organización de un sindicato independiente que velara por sus derechos laborales, sin embargo lo único que consiguieron fue el despido.
Con cinco hijos –dos de ellos menores de edad– y las cuentas pendientes de la escuela, agua, luz, así como los pagos del Infonavit, Paulina se sumó a la demanda de un sindicato y este miércoles 13 de enero viajó a esta ciudad con tres compañeras más para alzar la voz por un trabajo digno.
Simplemente le parece injusto que durante años haya ganado 98 pesos diarios, y que ahora si quiere ganar más deba de pasar un examen para que un supervisor le tome el tiempo para verificar que puede hacer más empacados en un menor lapso. “Eso fue el colmo, tantos años para nada”, dice.
Paulina, que ha trabajado en otras maquilas desde los 16 años, es afortunada –asegura– por tener un esposo que la ayuda con los gastos, aunque como guardia de seguridad tampoco gana mucho.
Caso contrario es el de Miriam Delgado, madre soltera de dos hijos que llevaba cinco años laborando de 3:30 de la tarde a 12 de la noche, con un sueldo de 670 pesos a la semana, siempre y cuando sacara la producción y no se quejara en la enfermería, pues el personal tiene un bono por productividad de 89 pesos, pero condicionado a que nadie se enferme o tenga una lesión.
En su empleo, Miriam se encargaba del pre-empaque, es decir cerraba los cartuchos, les ponía la etiqueta de Lexmark, los escaneaba y los acarreaba (mil 200 a mil 800 empaques por turno), un trabajo de hombres, afirman algunas mujeres, porque había que cargar cajas y transportarlas en un montacargas.
“(El dinero) no me alcanzaba, por eso me uní a mis compañeros”, y es que ella es el sostén de sus dos hijos, igual que muchas otras mujeres que piden un salario digno y que están en las movilizaciones o en el plantón.
Otra de las inconformes es Blanca Mata, de unos 30 años, que permaneció en protesta afuera de la maquila en diciembre a pesar de la nieve. “Allí estuvimos, allí pasamos Navidad, Año Nuevo… tuvimos que caminar porque no hay ruteras (camiones de transporte público). Allí estuvimos apoyando a los compañeros: los grupos de guardia”.
En una ocasión, Blanca se lesionó los tendones de la muñeca, a pesar de ello siguió trabajando así por un par de meses hasta que le dieron su incapacidad; cuando regresó al empleo la pusieron en la “Jaula de las viejitas”, donde se supone están las mujeres con lesiones, operaciones o de edad avanzada y que no tienen la misma agilidad que las jóvenes o sanas.
Cuando Lexmark empezó a realizar las nuevas evaluaciones para ver quién podía ser candidata al aumento de 6 pesos, Blanca pidió que la regresaran a la misma estación donde laboraba y donde las personas podrían ganar 120 pesos diarios, ése era el gran sueldo que les habían subido y al cual no podría acceder por la lesión que padeció.
Al parecer las jóvenes serían las afortunadas de obtener el aumento salarial. En contraste, Nadia González, de 22 años, decidió sumarse a la lucha por un sindicato. “Yo no empecé con ellos, pero sus ideas ya las traía. Trabajamos, nos sometemos a una maquila sin saber realmente nuestros derechos”, advierte.
Aunque Nadia llevaba apenas dos años en Lexmark y no tiene lesiones, en estos meses se dio cuenta de que las mujeres trabajan con tóner, un químico que les deja las manos y la cara manchadas, y que incluso provoca sangrados de la nariz. También se dio cuenta de que a otras personas se les atrofian los tendones por los movimientos repetitivos de todos los días en la planta.
La joven sabe que en Juárez la mejor y quizás la única fuente de empleo es la maquila, por eso hay 317 empresas que buscan mano de obra. Aun así dice no estar de acuerdo en que un patrón les suba el estándar de producción a pesar de los malestares en la salud: “Entre más lo suben, lo tienes que sacar más rápido para obtener el bono de despensa o de asistencia”.
Cuando Nadia entró a trabajar ganaba 94 pesos por día, más un bono de puntualidad o de asistencia, pero el descuento por una falta es de entre 250 a 300 pesos, casi tres o cuatro días de trabajo. “Realmente se nos hace mucha injusticia; sí tenemos miedo, pero estamos dispuestos a sobrevivir con eso”, aclara.
Los nombres de las mujeres despedidas están en una lista que circula por todas las maquiladoras; los patrones pretenden que no se contrate a “alborotadores”.
Al respecto, Susana Pietro Terraza, representante legal de los trabajadores, apunta que de los tres mil empleados que había en la empresa sólo 76 fueron despedidos como una represalia, pero afirma que al interior de la maquila hay hostigamiento para que nadie más se sume a las demandas de mejoras salariales.
Por ejemplo, durante la semana del 7 al 11 de diciembre pasado trabajadores en activo realizaron un paro de labores, y la abogada asegura que en esos días la empresa pidió que entraran las autoridades, patrullas municipales y ministeriales para intimidar a las mujeres diciéndoles que serían acusadas de cometer crímenes laborales contra la empresa y condenadas a prisión porque no podrían pagar un abogado.
Por ahora las personas piden el cese al hostigamiento laboral, que se permita el libre ejercicio de derechos sindicales, la reinstalación de las personas despedidas, y llaman a la gente a la solidaridad convocando a no comprar los productos de Lexmark.
Por lo pronto, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje deberá resolver la solicitud para constituir un sindicato, presentada por las y los trabajadores el pasado 4 de enero; pues a pesar de que el 3 de noviembre la presentaron ésta les fue negada con el argumento de que en sus estatutos no especificaron cómo iban a administrar los bienes y cuotas del gremio.