Ciudadania Express
Viernes 04 de noviembre, 2016. 09:00 am

El “payaso del sol”Oleg Popov, fallece a los 86 años

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AP Oaxaca.- Oleg Popov, conocido como el “payaso del sol” y durante decenios una de las grandes estrellas del circo soviético, falleció a la edad de 86 años, informaron hoy medios rusos. Popov era el payaso oficial de la Unión Soviética, nombrado “artista del pueblo de la URSS”, y enviado en misiones diplomáticas por medio mundo. El deceso del artista circense se produjo este miércoles en el hotel del circo de Rostov del Don, ciudad en el sur de Rusia, donde se encontraba de gira. Su peluca amarilla y gorra a cuadros lo hicieron inconfundible no solo para el público soviético, sino también para el de los innumerables países donde exhibió su arte. “¿Parar? ¡Nunca! Un payaso muere en el escenario”, solía responder Popov cuando le preguntaban cuándo pensaba retirarse. David Larible, conocido como “el mejor clown del mundo” le ha calificado como “maestro de todos nosotros” y le ha despedido con un mensaje de Twitter en el que aseguraba tener  “el corazón lleno de tristeza”. Los funerales del artista tendrán lugar en Alemania, país en el que residía desde 1990. Oleg Popov abrió los ojos por primera vez en Vierobovo, un pueblo ruso situado a unos kilómetros de la capital, Moscú. Es el más célebre payaso de la era soviética. Fue proclamado Artista del pueblo de la URSS. Su popularidad en la unión soviética, era comparable a la  de Charlie Chaplin. oleg-popov-01Conquistó la fama en 1954 y fue enviado en gira por el mundo como payaso oficial. Su principal objetivo como ha declarado a menudo es “cread alegría, y no sólo busquéis la risa por sistema”. Vivía cerca de Nuremberg y a los ochenta años sigue trabajando. La estrella que brilló en el circo soviético, el clown en activo con más edad de todo el mundo, Oleg Popov, pasaba medio año de gira: “Él ha hecho historia y se ha convertido famoso en todo el mundo, he aquí el verdadero, el único Oleg Popov”, bromeaba el maestro de la ceremonia ante mil espectadores, en la carpa del Gran Circo Estatal Ruso, montado en la Haya. Un hombre pequeño con una gorra a cuadros negro y blanco entraba en la pista. Su chaqueta negra es demasiado corta, el pantalón a rayas le llega a la mitad de las pantorrillas, su nariz es de color rojo, al igual que su pajarita. Con su esposa Gabriela, de 49 años, hacían malabares y magia. Comenzó a actuar como clown en el año 1949, en la URSS, y parecía no aburrirse. “El trabajo de payaso es muy interesante porque es una obra de arte, y el arte es un mar sin fin”, explicó en cierta ocasión a la agencia AFP en su camerino, decorado con globos y maletas de cartón. “Siempre hay nuevas ideas”, aseguraba este hombre de ojos azules y brillantes. “Me gusta hacer reír a la gente, también en privado. Soy muy feliz; si volviera a nacer, también sería payaso”, declaraba. Nacido en Moscú en 1930, en el seno de una familia pobre y sin relación con el circo, empezó su andadura en la escuela de la ciudad, donde aprendió a hacer malabares mientras caminaba por una cuerda. A los 19, comenzó su carrera como payaso. En 1956 salió por primera vez de la Unión Soviética: el régimen, que consideraba el clown bueno para su imagen, lo envió de gira. “Francia, Australia, Estados Unidos, Japón, Israel, Cuba…”, enumera los países donde actuó durante más de treinta años. “No creo que pudiera abandonar libremente la URSS: no tenía derecho a salir del circo y los agentes de KGB nos vigilaban constantemente”, recordaba. Después del colapso de la URSS, decidió establecerse en Alemania, el país de su segunda esposa, Gabriela. Se casaron en 1991 y trabajaron juntos en varios circos. Oleg Popov era el clown en activo más mayor del mundo, salía todos los años de gira durante seis meses con el Gran Circo Estatal Ruso, propiedad de una familia holandesa. Llenaban de magia especialmente Alemania, pero también Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos. El artista pensaba que moriría en el circo. Cuando no estaba de gira en el circo, Oleg Popov vivía en una granja a unos treinta kilómetros de Nuremberg, rodeado de caballos, perros, conejos entrenados para las actuaciones. “Era muy humilde, a pesar de la fama”, afirmó el jefe del circo, Thierry Dourain. “No tenía ínfulas de estrella, incluso cuando Vladimir Putin le llamó por teléfono por su cumpleaños”. No decía cuándo se detendría. “Pensaba que moriría en el circo, que un día Dios llamará a su camerino o a la pista”, señaló el director, Willem Smitt. AM.MX/fm
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