Ciudadania Express
Lunes 14 de marzo, 2016. 09:17 am

Alberto Salcedo Ramos: “A pesar de la derrota escriturada como destino somos capaces de zafarnos”

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Por Mario Casasús Ciudad de México.- En entrevista con La Jornada Morelos, Alberto Salcedo Ramos (Barranquilla, 1963), reconoce el legado de la tradición indígena de Colombia: “Tengo algo de ese palabrero porque también trato de utilizar las palabras como una forma de acercar, de conciliar, como una forma de seducir y llegar a los demás, soy ese palabrero sin duda”. El cronista caribeño confiesa que algunos personajes de la antología: “Me enseñaron mucho sobre la condición humana, personajes que me ayudan a construir una parábola de nuestro continente poblado por seres sufridos pero heroicos, que son mártires pero al mismo tiempo son resistentes, por seres que cuando nacen tienen la derrota escriturada como destino y sin embargo son capaces de zafarse a ese destino con la única gracia de sus puños, o de sus músculos, o de sus sudores”. Alberto Salcedo Ramos presentó Los ángeles de Lupe Pintor (Almadía, 2015) en la Ciudad de México (9 de marzo), y en la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán (12 de marzo). Alberto Salcedo RamosLJM.- Alberto, es el tercer año consecutivo que conversamos entre Oaxaca y México DF, ahora regresas con un libro bajo el brazo, ¿qué significa para ti debutar en el catálogo de Almadía? ASR.- Para mí es un motivo de alegría estar en el catálogo de Almadía, porque es una editorial que le pone mucho cuidado a las ediciones y que le pone mucho corazón a los libros; es curioso, si tú miras la portada del libro con un naranja muy fuerte, muy caribe, yo creo que hicieron un libro que se parece mucho a mí, es un libro lleno de un color encendido, creo que es una editorial que hace un trabajo muy valioso, muy bonito y me alegra mucho estar ahí, para mí es un motivo de alegría estar en Almadía. LJM.- Divides tu libro en tres apartados de crónicas y el “Bonus track”, la primera parte son historias de adversidad, los protagonistas comparten la tradición de una sabiduría comunitaria o indígena… ASR.- Ese primer capítulo, incluí a personajes con historias de resistencia frente a las adversidades, como tú muy bien dices. No es que con ese ordenamiento de los capítulos yo pretenda enviar un mensaje que vaya más allá de las historias, o una moraleja, lo que quiero es dar un orden que le permitiera al lector enfrentarse mejor con el libro, o moverse de manera más sistemática en la lectura del libro. LJM.- ¿Aspiras ser un palabrero?, ¿cómo concibes la crónica dentro de la tradición oral latinoamericana? ASR.- Supongo que lo preguntas porque hay un palabrero indígena en mi libro, creo que yo tengo algo de ese palabrero porque también trato de utilizar las palabras como una forma de acercar, de conciliar, como una forma de seducir y llegar a los demás, soy ese palabrero sin duda, tengo algo de él. LJM.- Los indígenas colombianos llaman a los extraños “alijunas”, en Chile los mapuches llaman a los mestizos “winkas”, ¿cómo logras la empatía y la confianza de una comunidad para no ser un “extranjero” del entorno? ASR.- La única forma que encuentro de hacer eso, sencillamente es: quedarme ahí a escuchar a los personajes, es decir, no hay un método más allá de estar dispuesto a quedarse mucho tiempo para oír a los personajes hasta que encuentres el detonante para la historia que ellos necesitan -o quieren- contar. LJM.- Mencionas el color caribe de la portada, y el diseño gráfico tiene a un boxeador, son varias historias abajo del ring, ¿por qué el boxeador mexicano Lupe Pintor le da el título a tu libro? ASR.- Porque es una historia inédita, la trabajé exclusivamente para Almadía, además porque Lupe Pintor es un personaje que me contó cosas que no había contado antes, relacionado con el tema más complicado de su vida personal y profesional, cuando mató a un boxeador en el ring. LJM.- ¿La moraleja de Lupe Pintor es el perdón con uno mismo y la reconciliación con su pasado? ASR.- Creo que era un boxeador que no se perdonaba a sí mismo el haber propiciado accidentalmente la muerte de un colega en el ring, es la historia de un hombre –efectivamente- que aprendió a perdonarse a sí mismo y al lograrlo creció como ser humano, se hizo mejor persona, es algo muy bello que encontré cuando me reuní con Lupe Pintor y su esposa. LJM.- La segunda parte del libro tiene un tono distinto: “Bufones y perdedores”, hay una dignidad en la derrota, me conmovió la historia del boxeador Víctor Regino, al intentar regresar del retiro cae a la lona, pero salió con la “V” de la victoria porque había conseguido el dinero para el colegio de su hija… ASR.- Creo que es la grandeza de la derrota, es la derrota como una circunstancia que lo hace ser mejor persona aunque te arrebata todo, es la derrota que te arrebata todo menos la dignidad, menos las ganas de levantarte aunque hayas perdido. Ese capítulo tiene –para mí- el encanto desde la óptica del narrador por haber descubierto a esos personajes que me enseñaron mucho sobre la condición humana, personajes que me ayudan a construir una parábola de nuestro continente poblado por seres sufridos pero heroicos, que son mártires pero al mismo tiempo son resistentes, por seres que cuando nacen tienen la derrota escriturada como destino y sin embargo son capaces de zafarse a ese destino con la única gracia de sus puños, o de sus músculos, o de sus sudores. LJM.- Tus crónicas aportan detalles minuciosos, estás obsesionado con la estatura, dices que un boxeador más alto tiene la ventaja, y registras que en la Cédula de Identidad de los hondureños no aparece el dato de la estatura, a diferencia de Colombia. ¿Cómo afinas tus observaciones al momento de escribir una crónica? ASR.- Soy muy intuitivo para observar los detalles, creo que como reportero que soy busco la información básica: quién, cómo, cuándo y dónde, busco los datos elementales del código de periodismo, de ahí pa’ arriba meto todos los datos que se me vayan poniendo en el radar. Cuando uno hace crónica, tiene que conseguir información y buscar datos, la crónica es un género para informar, por lo tanto demanda habilidades de reportero. LJM.- En Oaxaca decías: “desconfío de los periodistas que creen tener la verdad absoluta”, ¿qué pasa cuando sabes que tu interlocutor es un mitómano o tiende a lo fantasioso? ASR.- En Colombia había un escritor que se llamaba Héctor Rojas y decía: “Me gustan los periodistas que buscan la verdad, pero desconfío de los que creen que la han encontrado”. Yo no entrevisto a los personajes para desconfiar de ellos, me gusta verificar que lo que me digan sea cierto, que no estén utilizándome para amplificar sus mentiras o disparates. En el caso del boxeador paramilitar, todo es delirante y alocado, pero reflejo eso, muestro esa psiquis alocada de Amancio Castro. LJM.- ¿A nivel psicoanalítico llevas tus dudas a los personajes que describes?, lo pregunto porque Amancio Castro dijo que escondió un detalle para que su abuela no falleciera de un susto, y en el “Bonus track” cuentas que tú no querías que los doctores le dieran el diagnóstico de cáncer a tu mamá, para “evitarle que el susto la matara antes que la enfermedad”. ASR.- Creo que todos los que escribimos crónica, de alguna manera, aunque no lo queramos utilizamos el diván de Sigmund Freud, en varios momentos ponemos al personaje en una especie de diván para explorar la psiquis, no tenemos el proceder de un psicoanalista, pero es muy posible que en algún momento utilicemos la técnica del psicoanálisis para explorar la psiquis de las personas que van a contarnos sus historias. LJM.- Vamos a la última parte del libro: “Entre el esplendor y la sombra”, está dedicada a la masacre de El Salado, a las mutilaciones y asesinatos de las bombas terrestres que instalan los paramilitares y la guerrilla. Cito una frase lapidaria: “En muchas regiones olvidadas de Colombia los límites geográficos no son trazados por la cartografía, sino por la barbarie”. ¿Ves un reflejo de esa “cartografía” en México? ASR.- Los países nuestros tienen mucho parecido, ¿no?, para mal y para bien, son países hermanados desde hace mucho tiempo, por sus desastres y por sus logros, por sus problemas comunes y por sus maravillosas culturas en común, son países muy parecidos. LJM.- Después de la tragedia, viene un apéndice con un par de “Bonus track”, ¿la intención del colofón era dejar un buen sabor de boca después de la barbarie? ASR.- Es posible, pero también era decirle al lector: “ya que has leído tantas cosas sobre los otros, ahora lee algo sobre lo que yo he vivido”, tengo la idea de que el periodismo no puede inhibirnos de contar lo que nos pasa a nosotros de vez en cuando. Me enseñaron que noticia es lo que le ocurre a los demás, y a veces a nosotros nos ocurren cosas que son dignas de ser contadas, porque en esas cosas se pueden reflejar los otros, los problemas de nosotros son universales y pueden contribuir a llevar una enseñanza, o una reflexión sobre la condición humana. LJM.- ¿Tienes una crónica preferida en tu libro? ASR.- La historia de Emiliano Zuleta, el autor del vallenato “La gota fría”. LJM.- ¿Le regalarás tu libro a Lupe Pintor? ASR.- Creo que la editorial se lo envió. LJM.- ¿Te interesa volver a conversar con Lupe Pintor? ASR.- Por supuesto me interesa conversar con Lupe Pintor, siempre y cuando no sea en el automóvil, porque es un loco conduciendo. LJM.- Finalmente, has escrito varias crónicas de fútbol, ¿entrevistarías a Cuauhtémoc Blanco? ASR.- Me gustaría hablar con él, pero no ahora que es el alcalde de Cuernavaca. Habría muchos futbolistas que me interesan antes, por ejemplo, la Tota Carbajal, fue portero de la Selección Nacional de México y creo que todavía no termina de sacar de la portería los goles que le metieron en los mundiales (risas). http://www.jornadamorelos.com/site/noticias/cultura/presenta-salcedo-ramos-su-libro-los-angeles-de-lupe-pintor
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