Oaxaca.-Este sábado, la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes se colmó para celebrar la vida y obra del escultor y pintor Federico Silva. Acompañado de colegas y familiares, fue reconocido por su amplia trayectoria con la Medalla Bellas Artes, máxima condecoración que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
En su oportunidad, el galardonado manifestó su agradecimiento al público y amigos y versó sobre el devenir cultural en México y las vicisitudes sociales por las que transita. Además resaltó la labor que ha desempeñado el INBA como “el pulso más poderoso en el ámbito de las artes del país”.
Bellas Artes, dijo, es una institución atemporal que ha albergado pintores, músicos, poetas y muchos jóvenes artistas, “es una casa abierta por donde han pasado los más grandes artistas de México y muchos de los grandes del mundo”.
Federico Silva comentó que deben impulsarse “proyectos imaginados por los jóvenes artistas, que es en donde están los cambios, la rebeldía y la innovación, el futuro de las artes”.
En representación de María Cristina García Cepeda, directora general del INBA, Xavier Guzmán Urbiola, subdirector general de Patrimonio Artístico de la misma dependencia, aseguró que es un privilegio celebrar a este gran artista plástico que ha concebido su obra con pasión, que lo ha llevado a tener un reconocimiento nacional e internacional. “En sus esculturas convergen el espíritu y las destrezas del creador plástico, el científico y el hombre atento a la tecnología”.
Su obra, señaló Guzmán Urbiola, se distingue por el equilibrio de volúmenes, la armonía de sus formas, y sus logradas texturas. Un autodidacta que ha hecho converger tradición y vanguardia, mexicanidad y universalidad.
Afirmó que la obra de Federico Silva revela el sentido social del arte que ha defendido a lo largo de su brillante trayectoria, un artista admirado y querido por su comunidad por su aportación a la cultura. “Esta tarde celebramos su obra entre artistas y amigos, su notable legado a la vida cultural”.
El escritor y ensayista Luis Ignacio Sáinz dijo que, ante todo, Federico Silva es un “investigador de la forma y ciudadano de tiempo completo, que ha encarado todas las batallas con talento, valentía y sobre todo, dando belleza a raudales.
“Desde siempre, ha sido un convencido de renovar las tradiciones, de fundar continuidades críticas que actualicen los contenidos y su representaciones icónicas y volumétricas”.
Agregó que Silva ha privilegiado siempre las ideas sobre las formas, logrando siempre una comunión perfecta. Su trabajo, aseguró, es “una fábrica visual, con pertinencia social, vigor técnico y armonía artística. Aun en sus primeros murales se aprecia su soltura, movimiento y originalidad”. Con un discurso objetual que seduce por su peculiar capacidad de cohesionar belleza y reflexión, cultura y sensualidad.
“Compositor de universos imposibles, nómada en persecución de sus ideales. Pensar, hacer, investigar, a eso orienta su vocación, lustro tras lustro, década tras década”.
La escultora y pintora Águeda Lozano expresó que considera un honor compartir el universo artístico con él y refirió parte del legado escrito de Federico Silva, que nace de la curiosidad por saber qué es el arte, algo a lo que ha dedicado gran parte de sus esfuerzos:
“De qué está hecho el arte que nos perturba y enriquece, el cruce del pensamiento y la emoción, el ser estético. Hay quien intenta y quien opta por la observación y captura de la naturaleza que recoge el objeto y lo ennoblece; una nube, una piedra o una semilla. Marca la distancia entre lo real y lo imaginario, caminos diferentes al acercamiento de la obra de arte. La imaginación se nutre de la memoria y la percepción, se nutre del territorio del inconsciente, es un vehículo en el que se monta el artista para viajar en el universo oscuro o luminoso, de la imaginación en el misterio”.
Lozano concluyó citando otra idea de Federico Silva: “Para que el arte viva tiene que ser generoso, verdadero, prospectivo. Debe de llenar los espacios sensibles de quien se le acerca. Transmitir plenitud inesperada sin palabras, vivir y morir en el silencio, ser una condición de lo humano, universal. Porque su patria es el arte”.