Ciudadania Express
Miércoles 17 de febrero, 2016. 08:50 am

Iñigo Agular revela la cultura de la transgresión en el transporte público

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México.- La “discriminación invisible” hacia los usuarios del transporte público en la zona metropolitana, que padecen a diario empujones, robo, acoso y hacinamiento, es el tema que aborda el etnólogo y antropólogo social José Iñigo Aguilar Medina en el libro Encoger el cuerpo. La tarea cotidiana de transportarse en la urbe. inahjoseiñigoBajo una nueva perspectiva, el especialista analiza cómo viaja la población citadina y la manera en que ha aceptado como “algo natural” la violación cotidiana de su integridad física, psicológica y proxémica (empleo que hace el hombre del espacio que mantiene entre sí y sus semejantes). “Es un problema grave que atenta contra los derechos humanos y la salud pública”, subraya el autor. El libro, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dentro de la Colección Interdisciplina, Serie Fundamentos, será presentado el 18 de febrero en la XXXVII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (Auditorio Cinco, 17:00 horas). La publicación explica cuál es la relación ergonómica entre el vehículo y los cuerpos que transporta, y expone la necesidad de dedicar más atención al transporte público para formular estrategias que vayan más allá de buscar la rapidez y el bajo costo. José Iñigo Aguilar empleó cuestionarios para conocer la opinión de los usuarios del transporte colectivo que ofrece el Estado o instituciones privadas, y que recorre rutas preestablecidas. Dichos reportes arrojaron que en el año 2010, los viajes en vehículos destinados al transporte colectivo ocuparon 72.5%: 45.2% en microbús y camión; 14% en Sistema de Transporte Colectivo Metro; 10.1% en autobuses de la RTP (Red de Transporte de Pasajeros del Distrito Federal); 1.3% en Tren Ligero y Trolebús (Servicio de Transporte Eléctrico del Distrito Federal); 1.7% en Metrobús y 0.2% en Tren Suburbano. En tanto el traslado en vehículos particulares representó el 27.5%: 20.3% en automóvil, 6.2% en taxi y 1.0% en bicicleta. El investigador del INAH refiere que en los estudios realizados hasta ahora sobre el tema (la mayoría hechos por urbanistas), se han medido únicamente rutas, tiempos y costos, pero nunca cuál es la situación de los pasajeros. El autor se interesó en el tema, tras estudiar las condiciones de vida de los adultos mayores cuando preparaba su libro Ser viejo. La cultura de la senectud. Se dio cuenta de que la infraestructura citadina (equipamiento y mobiliario urbano) no es adecuada ni segura para los ancianos, niños y personas con discapacidad. Resulta una paradoja, dijo, que el modelo de desarrollo de transporte urbano no esté pensado en primera instancia para las personas. Ejemplo de ello son las llamadas “peseras”, que la población utiliza por ser el transporte más rápido pero no el más cómodo, toda vez que su diseño interior responde a dar cabida al mayor número de pasajeros. Otro elemento que destaca José Iñigo Aguilar, es la postura encogida que adoptan de inmediato los usuarios del transporte público al viajar hacinados, lo que provoca en ellos estrés crónico y producción de cortisol (hormona que se libera en respuesta al encogimiento defensivo del cuerpo) por la incertidumbre sobre lo que puede suceder en el trayecto (empujones, robo, acoso, hacinamiento, etc.). “Hemos oscurecido nuestros derechos humanos a tal grado que la gente considera que tener ese trato en los transportes es el que merece y por tanto es el que se le da. Vivimos una cultura de dos vías, la del ciudadano y la de las autoridades”.  
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