Oaxaca.- El tratamiento de inmunoterapia mejora la supervivencia -respecto a la quimioterapia- en pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas, y presenta menos efectos secundarios, según los resultados de un amplio ensayo clínico publicados en la revista
The Lancet.
De acuerdo con el estudio, que analiza la evolución de mil 225 pacientes con cáncer de pulmón no microcítico en estado avanzado, sin otras opciones de tratamiento, la inmunoterapia aumentó la supervivencia una media de cuatro meses.
Durante el ensayo, una parte esos pacientes recibieron Atezolizumab, un inhibidor de la proteína PD-L1, que contribuye a ocultar las células cancerosas del sistema inmune, mientras que los pacientes restantes se sometieron a quimioterapia.
Las personas que probaron el nuevo tratamiento sobrevivieron una media de 13.8 meses, comparada con los 9.6 meses de las del segundo grupo.
Este es el primer estudio con Atezolizumab para tratar cáncer de pulmón en fase III, la última etapa antes de recibir aprobación para su uso comercial por parte de las autoridades sanitarias.
“El cáncer de pulmón es el más común en el mundo y afecta a 1.8 millones de personas cada año. También es la primera causa de muerte por cáncer”, afirmó Achim Rittmeyer, investigador de la Universidad de Gotinga (Alemania) y principal responsable de la investigación.
Señaló que el método puesto a prueba “vigoriza el sistema inmune de los pacientes contra el cáncer y, según muestra este ensayo, tiene unos efectos significativos sobre la supervivencia”.
El estudio detalló que aquellos pacientes con mayores niveles de la proteína LP-L1 en sus células se vieron más favorecidos por la terapia, con ello doblaron su esperanza de supervivencia respecto a la quimioterapia (20.5 meses, frente a 8.9 meses); si bien aquellos con menos proteínas de ese tipo también se vieron favorecidos (registraron una supervivencia media de 12,6 meses, comparado con 8.9 meses con la quimioterapia).
Otras terapias diseñadas para activar el sistema inmune contra el cáncer de pulmón, como los tratamientos con Nivolumab y Pembrolizumab, apuntan a la proteína PD-1, que está localizada en la superficie de las células inmunitarias y recibe las señales de la LP-L1 para atacar a células cancerosas.