Oaxaca.- El investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, Juan Pablo Jaramillo, estudia los oyameles para mejorar la reforestación en México y mantener las reservas de agua en el país
Los oyameles, vitales para mantener las reservas de agua (la captan y filtran), tercer recurso maderable de México y refugio donde hiberna la mariposa monarca, son una especie sensible a la contaminación, al cambio climático y a la tala irregular, advirtió Juan Pablo Jaramillo Correa, del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
Los bosques de Abies religiosa (o sagrada, en latín), llamados así por sus ramas en cruz, crecen a lo largo de la Faja Volcánica Transmexicana, en donde reside la mayor parte de la población de México, por lo que es importante conservarlos. Debido a ello, y como parte de su proyecto “Genómica evolutiva de oyameles mexicanos”, el universitario los estudia para generar conocimiento que permita una reforestación y un manejo forestal más eficientes.
Mediante métodos genómicos modernos, extrae material genético de la mayor cantidad posible de árboles y poblaciones, para decodificar la secuencia de su ADN y determinar cuáles variantes genéticas les permiten adaptarse a ciertas condiciones ambientales, como temperatura, precipitación y la presencia de hongos e insectos. A partir de esta información se busca crear modelos para identificar los individuos más aptos para reforestación.
Este trabajo se realiza sobre todo en comunidades aledañas al Nevado de Toluca, zona no exenta de la contaminación que dispersa el viento; ahí se estudian plantas jóvenes de diferentes orígenes para crear dichos modelos.
Y es que uno de los problemas que enfrentan estos árboles es la contaminación, que junto con el cambio climático los ‘estresan’ y, en consecuencia, les cuesta trabajo captar agua y CO2 para realizar la fotosíntesis y generar oxígeno. Eso les impide crecer y/o los hace débiles, susceptibles a hongos, gusanos barrenadores, y muérdago, que finalmente los llevan a la muerte.
Otro inconveniente para esta especie vital (donde hay oyameles hay agua) es la tala indiscriminada y el mal manejo forestal. En el Ajusco, ejemplificó, se siembran oyameles nativos de otras partes del país o se reemplazan por pinos adaptados a otras condiciones, pero entre 80 y 90 por ciento de estas plántulas mueren antes del primer año.