Oaxaca- La más reciente novela de Héctor Anaya, , está causando polémica, porque como “daño colateral” derriba el pedestal en que han encumbrado a Vasconcelos.
Los Cuadernos de Ariadna es una novela sobre el poder, que abarca sus distintas variantes: la policiaca, la política, la erótica, la mágica, la familiar, la amorosa, la histórica, la ficcional, la mítica, la escritural, la filológica, la cultural, la tradicional. En ella, explora el autor su teoría de la literatura: el encuentro extraordinario, de seres extraordinarios, en tiempos extraordinarios.
En su obra, Héctor Anaya –que ha incursionado en distintos géneros literarios y periodísticos: novela, cuento, teatro, crónica, reportaje, entrevistas, guionismo radiofónico, televisivo y cinematográfico, y también ha conducido programas de radio y de televisión, mediante la combinación de textos de ficción e históricos, inscribe su obra en la categoría de novela historiográfica posmoderna.
Es también la novela del odio, del terror policiaco, del sadismo político, del rencor, de la venganza, de la superchería, de la malicia y la maldad, pero asimismo del amor filial y paternal, del erotismo sin culpa, de la seducción intelectual y corporal. Campean en sus páginas versiones y diversiones, esoterismo y esoterismo, amor y humor, amenidad y trascendencia, amalgama que orillará al lector a la pregunta crucial: ¿y luego?
La historia se desenvuelve en México durante la primera mitad del siglo XX, cuando Ariadna es una pequeña niña que tiene una fuerte relación con su padre, un corrector de estilo. La niña empieza a manifestar simpatía por la escritura desde temprana edad, lo cual agrada ciertamente a su progenitor.
La novela describe la vida de una mujer inteligente y asertiva que disfrutaba de la cultura y desafiaba a su época portando un impresionante intelecto y belleza física. Dentro de aquellos aconteceres, la joven deberá enfrentarse a una perturbadora situación que implica el asesinato de una de sus primas, lo que convertirá el relato en un trhiller lleno de erotismo e intriga política.
Al ser cuestionado sobre la presencia de José Vasconcelos en la ficción, Héctor Anaya menciona que su incursión fue un aspecto circunstancial, el personaje “simplemente debió ponerse en su lugar”.
Marcelino, el padre de Ariadna, juega un papel importante dentro de la formación intelectual y académica de la protagonista, además de representar un aspecto que preocupa especialmente al autor: la pérdida y degeneración actual que maneja el idioma español.
En entrevista con el autor, este destaca la importancia de preservar el español aludiendo la poca empatía que las autoridades han mostrado hacia la situación.
“Una de las maneras de defender el idioma español es declararlo idioma oficial, pero hay resistencia tanto de los legisladores como de la propia Secretaria de Cultura. Aquí estuvo Rafael Tovar con nosotros, con los escritores de la SOGEM, y le planteé la necesidad de hacerlo y ellos aludieron que hay muchas lenguas indígenas que también necesitan un lugar”, comenta.
El autor defiende que la problemática de los idiomas autóctonos se ha solucionado en otros países estableciendo un idioma oficial y dando un sitio a las otras lenguas como regionales.
Para Francisco Prieto, novelista y maestro de literatura, es una novela maravillosamente bien estructurada.
Beatriz Espejo, narradora y doctora en Letras, señaló que nunca había leído una novela tan original como ésta.
Andrés de Luna, crítico de arte y de literatura, señaló que se ha combatido el mito de Vasconcelos, pero no como Héctor, desde la ficción literaria.
El comunicador Ricardo Rocha, señala: Las verdaderas protagonistas de esta novela, son las palabras.
Para Ignacio Solares, escritor, desmitifica a un monstruo sagrado y de una manera muy inteligente y aguda.