Oaxaca.-Dos de los tres libros de poesía que publicó Pedro Castera (Ciudad de México, 1846-1906), a finales del siglo XIX cuando fue editor del diario La República, se reúnen por primera vez en el reciente libro Ensueños y armonías y otros poemas, editado por la Coordinación de Humanidades de la UNAM, el cual incluye un estudio crítico hecho por la especialista Dulce María Adame González.
“Castera publicó poesía durante la década de los setenta del siglo XIX, aunque reunió su obra en 1882 cuando quedó por sugerencia de Ignacio Manuel Altamirano como director de La República, pero su obra fue criticada porque le dio mucho peso a la parte biográfica y al aspecto sentimental exacerbado. Sus críticos más duros fueron Heberto Rodríguez y José Joaquín Terrazas, y sus defensores fueron Manuel Gutiérrez Nájera, José Martí y Juan de Dios Peza”, comenta la investigadora.
El autor mexicano que ha sido estudiado por Luis Mario Schneider y Antonio Saborit publicó su primer libro de poesía en 1875, la obra se llamó Ensueños y contenía 97 poemas, después las notas de periódicos indican que un año después publicó más versos bajo el título Armonías, sin embargo, no hay indicios de dicha obra; y posteriormente, en 1882 publicó Ensueños y armonías, en el cual además de agregar nuevos poemas, reunió y corrigió los ya publicados.
La reedición de 1882, en parte, se debió a las críticas recibidas. “En ese momento en México se estaba criticando al romanticismo porque los escritores modernistas empezaron a publicar y veían a ciertos autores como escritores que les sonaban melosos y atrasados”, precisa Adame González.
A Pedro Castera también se le criticó por el poco cuidado de sus poesías, pero lo que resulta interesante, añade la experta, “es que al mismo tiempo en que le criticaban estos elementos, hubo otros como Manuel Gutiérrez Nájera y José Martí que dijeron que el sentimiento era importante y que el poeta no se podía ajustar a ciertos temas, ya que en ese entonces estaba la propuesta nacionalista de abordar temas propios”.
Los escritores que apoyaron a Castera lo hicieron con los argumentos de que los poetas tienen la libertad de abordar los temas que les guste y que para ser poeta lo primero que debe de estar presente es el sentimiento.
“Es un debate interesante porque entra en una etapa de cambio, en el cual se están introduciendo los modernistas y poetas que traen más rasgos del romanticismo. En la época le critican cosas similares a Agustín F. Cuenca”, explica Adame González.
Las polémicas que desató el primer libro de poesía de Castera, Ensueños (1875), fueron de tal magnitud que acusaron al escritor de plagio, de copiar la obra de los alemanes Heinrich Heine y Ludwig Uhland. Esta discusión que sostuvieron Heberto Rodríguez, José Martí y Gutiérrez Nájera son reproducidos en el libro.
— Uhland y Heine,
¿fueron las influencias más directas de Castera?
— En la poesía se nota la presencia de Heiner y Uhland, eran los poetas alemanes que ya se conocían en el país, que se tradujeron e imitaron mucho en México. A Castera se le criticó porque en la época había un procedimiento común: la traducción o imitación. Pero lo que sí le reconocen a Castera, tanto Nájera como Martí es que introdujo estos poetas alemanes y que los siguió en sus estructuras.
AMOR Y BURLA. “Tratando de ser poeta, era yo un tremendo moscón y cantaba sin cesar, es decir, zumbaba y zumbaba a más y mejor, sin comprender que a todas horas, lo único que estaba tocando…era el bombo”, con esa frase Pedro Castera definió en vida sus logros poéticos.
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¿Cómo se definía Castera como poeta?
— No sabemos bien porque él no lo dijo directamente, pero en unos relatos que llamó Impresiones y recuerdos dice que por un tiempo le entró la metromanía y se puso a escribir poesía, aunque no fuera bueno y es cuando dice esas alusiones chistosas.
“Cuando le hacen las críticas a su poesía, publica una pequeña nota donde trata de defenderse, donde dice que él escribe con la mejor intención. Es lo único en hay de su parte para defenderse. Lo que sí es cierto es que a lo largo de su obra existe una constante: que él es poeta de corazón, aunque no sea cuidadoso en la forma porque lo que busca es expresarse”, agrega Adame González.
Castera se consideró un artista, científico y minero, nunca se concibió como un artista ni un gran poeta, pero sí con el sentimiento necesario para dar cauce a una creación poética.
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La figura de la mujer es una constante en los poemas de Castera…
— Dicen que era muy enamorado, que le gustaba ir al teatro y platicar con las actrices, fue un enamorado con muy mala suerte porque no se le conoció novias, más que Margarita del Collado, hija del escritor español Casimiro del Collado, relación que no prosperó. Pero sí hay una búsqueda de la mujer ideal.
En opinión de la experta, la mejor etapa de creación de Castera es cuando habla de la mujer como culto. “Porque esa búsqueda constante e inalcanzable de ideal se relaciona con su profesión espiritista, de que en el mundo es imposible el amor verdadero porque las almas sólo se encuentran en un mundo después de la muerte. Esa parte de la poesía está permeada por la visión espiritista”.
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¿Se conserva la edición de Ensueños en alguna biblioteca?
— Sí, se puede consultar digitalmente en la Biblioteca de México, José Vasconcelos. De Ensueños y Armonías también se puede ver de forma digital en la Universidad de las Américas en Puebla y ahora ya se encuentra en la Biblioteca de la Ciudadela.
Ensueños y armonías y otros poemas, editado por la UNAM, reúne dos de sus tres libros publicados en el siglo XIX.
Datos sobre Pedro Castera
* Sólo dedicó un poema a otro escritor: a Ignacio Manuel Altamirano.
* Fundó con Juan de Dios Peza el Círculo Literario Gustavo Adolfo Bécquer en 1877.
* Cuando fue director de La República publicó gran parte de sus poemas, novelas y cuentos, por lo que se plantea que el exceso de trabajo lo agotó y causó que fuera llevado al Hospital de dementes de San Hipólito.