Rodrigo Islas Brito
Oaxaca.- El saxofonista Miguel Ángel Samperio está a unas horas de tocar en el bar Estambul de Oaxaca. Mientras, para hacer tiempo, se ha metido a un club social donde alguien le ha preguntado su sentir sobre su primo hermano, el escritor Guillermo Samperio, quien lleva ya tres días muerto.
“¿Mi primo Willy? ¿Se murió? ¿De qué?”, pregunta el músico incrédulo sobre una información que distintas notas periodísticas han descrito como un infarto fulminante. Definido como un “narrador poderoso de distancias cortas”, Guillermo Samperio lleva desde el 14 de diciembre, día de su deceso, siendo reconocido en redes sociales por su calidad de formador de varias generaciones de escritores mexicanos gracias a los talleres de escritura que durante décadas impartió a lo largo y ancho del país.
Miguel Samperio ha pedido ya un mezcal para el susto, aunque aclara que no está asustado, ni dolido, solo sorprendido. De la familia nadie le ha informado nada, aunque ve venir que pronto lo harán. En la computadora del lugar alguien ya le ha programado en su honor un blues que se nombra como “Todas las cosas que eres”.
Es Bird, Charlie Parker, del que el Samperio vivo recuerda que “le gustaba la penicilina”. “¿Era la heroína, no?, precisa uno de los parroquianos.
“Yo le digo penicilina para no decir algo tan feo. Mi primo Willy también le puso a eso, aunque nada más para ver que se sentía. No me duele su muerte, nada más ya se fue, ya no tenía tanta relación con él. Tengo sesenta años y teníamos mucho tiempo de no vernos”.
“¿Hacia trampa en las canicas?” El autor del Máximum sax les contesta a los parroquianos que le han preguntado sobre su niñez compartida con el autor de más de cincuenta libros y defensor del cuento como expresión absoluta, que no se pasen de lanza con preguntas idiotas, que lo que él jugó con su primo fue al billar.
“Para jugar billar tenías que tener 18 años para que te dejaran entrar. Yo le dije a Willy (quien le llevaba ocho años), primo, tengo 15. Él dijo no hay pedo, tú vienes conmigo. Jugué billar con él. Era más malo que la chingada”.
Los recuerdos van hasta el Trío Tamaulipeco de los Hermanos Samperio, formado por los hermanos Guillermo (padre de Willy) Rafael y Ernesto Samperio, quienes debutaron en la radio mexicana en 1938, manteniéndose vigentes hasta más allá de finales la década de los cincuentas, con temas románticos y algo apesadumbrados como Rosal enfermo y Desveló de amor.
“Son mis tíos los que salen acompañando a Pedro Infante en un taller mecánico en esa película que hizo con Silvia Pinal, El inocente. Mi padre, José Luis Samperio no entró al grupo, aunque mis tíos lo invitaron. Mi padre siempre trajo un no sé qué, que nadie nunca le entendió”.
“Mi padre era el mayor de los hermanos, el mayor hijo de la chingada”. Samperio y quienes los escuchan ríen a carcajada limpia con el comentario. Nadie pide ni quiere dar más explicaciones.
Samperio regresa al tema de Willy. Habla sobre sus primos y las hermanas y el hermano de Guillermo: Pastora, Rosa y Julieta, y Julián, quien se colgó hace como treinta años, siendo el primo Willy el encargado de enterrarlo.
Se le pregunta a Miguel sobre sus propios hermanos. “Tengo, pero todos son una bola de ojetes. Aunque bueno bien dicen que siempre hay diferencias”. A Guillermo Samperio lo recuerda como muy metido en el marxismo, cuyos preceptos le gustaban “hasta el culo”, como “un crítico acervo de Pablo Neruda, un cuentista y un cuentero”.
El jazzista cita a Miedo ambiente, “un volumen de cuentos que te echas en una tarde”, como la obra que más recuerda de su primo. De si también le llegó a gustar el marxismo, Miguel pondera que a él como músico nunca le ha interesado manifestar cuestiones políticas.
“Me gusta el jazz y ya, ¿para qué quiero más? Ahorita voy a trabajar y a tocarlo y a hacerlo. Tengo chamba al rato”.
El poeta Azael Rodríguez le dice a Samperio que si se echa unos tragos más esa chamba le va terminar valiendo madre, sobre todo porque según el siempre enfiestado poeta maldito, Miguel Samperio ya anda pedo.
“Llevo como seis meses pedo, soy un alcohólico de la chingada”. Aclara quien, según los escritos del jazzista e historiador Alain Derbez, embebido en las enseñanzas de Charlie Parker, halló en el Cuarteto Mexicano de Jazz un sonido propio que lo hizo no solo ser requerido por jazzistas, sino por intérpretes destacados como Eugenio León, con quien trabajó varios años.
“Willy era admirador de Frank Zappa, a todo lo que da, yo llegue a tocar con un grupo que se llamaba Banda elástica, cuando Guillermo trabajaba en el INBA nos consiguió una chamba para tocar en una universidad. Así que cuando él me preguntó qué era lo que íbamos a tocar, yo le dije, sencillo, será Zappa”.
Samperio recuerda que en realidad no es nada sencillo tocar a Zappa, que el único que podía hacerlo era su guitarrista Steve Vai. “La pieza que tocamos era un dolor de cabeza, tanto que ya no me acuerdo exactamente cuál fue. Tardamos una semana en ponerla, seis horas diarias de ensayo”.
“Es la historia a pesar tuyo, porque ya no te acuerdas de nada” le suelta el poeta Azael, a quien dos horas después el dueño del lugar le terminara pidiendo amablemente que se retire. Ajeno a su futuro todavía, Rodríguez pide que le toquen el dueto que Calle 13 interpretó con Silvio Rodríguez. Nadie lo escucha.
“Un carajo es el ano del culo” remata el poeta como mero principio de todas las cosas. ¿Buscaras ir al velorio de tu primo?, se le pregunta por otro lado al saxofonista.
“¿Estás loco?, es en el D.F. Son como doce horas de ida y vuelta” Miguel insiste que de la familia no le han avisado, aunque alguien tarde o temprano le va a avisar
Se le comenta al jazzista las similitudes entre los talleres literarios que durante décadas su primo Guillermo dio y que formaron a generaciones de escritores por México entero, y el hecho de que el mismo Miguel desde principios la década del dos mil haya fungido también como una especie de instructor de ambiciosos y muy capaces jóvenes músicos provenientes de las bandas de comunidades y pueblos del estado de Oaxaca.
Samperio prefiere referirse específicamente al saxofonista de fama internacional Arodi Martínez, al que define como “muy bueno”.
“Le di clases. Bueno, no le di clases, le di información y él la mamó. Perdón por la palabra, pero no hay otra. Traje a ese zaachileño en chinga. La verdad es que si tu aprendes algo, debes enseñárselo a los demás”.
¿Lo mismo pensaba tu primo? “Seguro, nada más que en comunismo y en cuestionarse todo”. Miguel comenta que a su primo Willy el sistema lo empezó a hacer un lado cuando un año después del asesinato del candidato priista presidencial Luis Donaldo Colosio, Guillermo Samperio publico el ensayo, ¿Por qué Colosio?, una crónica del día en el aconteció el llamado magnicidio.
“Fue ahí donde lo dieron fuego a mi primo. Yo en lo personal vi cuando mataron a Colosio, es una historia muy rara. Yo tenía una novia en Tijuana que le metía al polvo pero cabrón. Yo llevo ocho años de cero polvo, nada más alcohol, mariguana y tabaco”.
El jazzista parece reconocer su propio divague y regresa sin pedírselo al tema de su primo Guillermo. “Pensé que el Willy se iba a volver loco con ese libro. Meses después lo vi y le pregunte sobre lo de Colosio, te vas a meter en pedos, le dije”.
“Años después lo vi por última vez en el funeral de mi padre y le pregunté cómo habían ido las cosas con eso de decir quién mató a Colosio. Willy solo me contestó, pues van. Al final creo, había cosas, como las presiones o las amenazas, que al Willy simplemente le valían madre”.
¿Cómo recordaras a tu primo?, se le pregunta a un Miguel Samperio que vuelve a aclarar que no vio a su primo en mucho tiempo. Con más de veinte años de vivir en Oaxaca, el jazzista se declara un “vallista adoptado”.
Se le insiste con una pregunta que notoriamente no quiere responder y el jazzista solo ataja el momento con otra pregunta. “¿Qué puedo hacer? Ya ni para remediar todos estos años de distancia”.
“A Willy lo recordare como un buen escritor”. ¿Y cómo primo? , es la pregunta que se le hace al jazzista en la búsqueda de algún recuerdo compartido que no va más allá de que Miguel y Guillermo un día compitieron cuando chavos en una posada, sobre quien rompía más piñatas
“Ganó Willy”. Entonces Miguel Samperio hace un silencio pausado, profundo. De cómo recordara a su primo cita la letra Enamorada, una pieza escrita por “el tío Willy”, el padre de Guillermo Samperio
“Enamorada, que fácil es decirlo, enamorada, de un cariño que nunca pudo ser”. Después de recitar la canción, Miguel Samperio le da un trago a su mezcal, se voltea a mirar al entrevistador, le reclama con una pausa que ya empieza a concentrar dolor.
“Ahora si ya estoy sintiendo lo del Willy. Es que no chingues, me lo dijiste de sopetón”.