Oaxaca.-En el interior de la pirámide de Kukulkán, en Chichén Itzá, existe una segunda pirámide más pequeña, descubrieron científicos del Instituto de Geofísica (IGf), de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En los años 30 se encontró una primera subestructura dentro de la pirámide. Ahora, con una tomografía eléctrica tridimensional, los universitarios hallaron una más, dentro de la primera.
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FOTO: FRANCISCO BALDERAS /CUARTOSCURO.COM[/caption]
El descubrimiento fue confirmado con la tomografía, que permite “mirar” al interior de la estructura. Para ello se “reconstruyó” e “iluminó” el interior de la pirámide, se verificaron sus etapas constructivas y se precisó qué ocurre con su estructura, informaron en rueda de medios.
Se hizo una tomografía eléctrica, que consiste en colocar detectores alrededor de los diferentes cuerpos de la pirámide (10 en total, tomando en cuenta la base) y enviar corriente eléctrica al subsuelo mediante una serie de electrodos, que también permiten medir de manera simultánea la diferencia de potencial y, finalmente, la resistividad del subsuelo.
De acuerdo con los estudios, la altura de la más antigua (descubierta por los universitarios) es de alrededor de 10 metros, más el mencionado adoratorio, y de la encontrada en los años 30, es de 20 metros.
Asimismo se determinó que el periodo habitacional más importante de Chichén Itzá se divide en tres etapas: de los años 550 al 800 d.C., correspondiente a una etapa de “mayas puros”; del 800 al 1000, momento transicional, cuando llegan pobladores del centro México y comienza el estilo maya-tolteca; y por último, del 1000 al 1300, d.C., cuando ocurrió la decadencia del asentamiento.
La estructura descubierta el siglo pasado correspondería al periodo de transición, y la encontrada ahora sería del estilo maya puro. “Si se puede investigar a futuro esta estructura sería significativo, porque hablaría de los primeros periodos de población del sitio y daría información de cómo evolucionó el asentamiento”, remarcó uno de los científicos que participaron en la investigación, René Chávez Segura.