Oaxaca.- Este domingo el Papa Francisco canonizó a siete nuevos santos de la iglesia católica, entre ellos el niño mexicano José Sánchez del Río, Joselito, mártir de la guerra cristera en ese país.
La celebración eucarística comenzó minutos después de las 10:00 horas locales en la Plaza de San Pedro, donde el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, pidió al Santo Padre la inscripción de los siete beatos en el Catálogo de los Santos y leyó brevemente sus biografías.
A la ceremonia asistieron delegaciones de las autoridades civiles de los países de origen de los nuevos santos, entre ellos el presidente de Argentina, Mauricio Macri; el ministro del Interior de España, Jorge Fernández Díaz, y Roberto Herrera Mena, director general adjunto de Asuntos Religiosos de la Presidencia de México.
Tras la proclamación de Francisco, se presentaron las reliquias de los canonizados, que fueron depositadas a los pies de la imagen de la Virgen María en el altar.
En el caso de las de San José Sánchez del Río, fueron llevadas por Mauricio Kuri, actor que lo interpretó en la película “Cristiada”, y por Jesús Eduardo Gálvez, joven de 15 años de edad, originario de Sahuayo, ciudad natal del santo mexicano. Ambos vestían como Joselito al momento de su muerte.
Los otros nuevos santos, son: el mártir de la Revolución Francesa Salomón Leclercq; la carmelita francesa Elisabeth de la Trinidad; el obispo español Manuel González García; el sacerdote argentino José Gabriel del Rosario Brochero, el “Cura Brochero”, y los beatos italianos Ludovico Pavoni y Alfonso María Fusco.
Cabe señalar que los restos de San José Sánchez del Río actualmente se veneran en la parroquia Santiago Apóstol en la ciudad de Sahuayo, Michoacán; sin embargo, después de su canonización este 16 de octubre, tres reliquias de primer grado del santo ya se encuentran en Roma, Italia, para su veneración.
El niño cristero
Joselito nació en Sahuayo el 28 de marzo de 1913. Hijo de Macario Sánchez y de María del Río. Fue asesinado el 10 de febrero de 1928, a sus 14 años de vida, durante la persecución religiosa de México por pertenecer a los cristeros, un grupo numeroso de católicos mexicanos que luchó contra el régimen presidencial de Plutarco Elías Calles.
Un año antes de su martirio, José Luis se había unido a las fuerzas cristeras del general Prudencio Mendoza, enclavadas en el pueblo de Cotija, Michoacán.
Ese 10 de febrero lo sacaron de la parroquia al mesón general del ejército federal. Le cortaron las plantas de los pies, lo condujeron descalzo por la calle Insurgentes, dieron vuelta al Boulevard y siguieron hasta llegar al panteón Municipal.
En todo el trayecto, José iba dando gritos y vivas a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe. Llorando y rezando por el camino, le fue señalada su tumba y poniéndose al pie de ella fue ahorcado y acuchillado por sus verdugos.
Al menor se le ha aprobado un milagro atribuido a su intercesión, el cual fue publicado en el decreto que fue firmado en la tarde del jueves 21 de enero por el Pontífice en una reunión con el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato.
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