El HGM, precisó, es el nosocomio que atiende la cantidad más alta de pacientes con esta patología en todo el país. Al año practica mil 500 cirugías con técnicas que se seleccionan de acuerdo a las características anatómicas de los enfermos.
En las mujeres, la patología es más común a menor edad, es decir, entre los 30 y 40 años y se asocia, principalmente, al sobrepeso y el embarazo; en los hombres se puede presentar entre los 40 y 50 años y se atribuye a las cargas pesadas y al envejecimiento del cuerpo. También puede tener una causa genética y deberse a la vida sedentaria.
A partir de los 60 años, abundó el especialista, se iguala la incidencia en ambos géneros. Se trata de un padecimiento detonado por hipertensión o esfuerzos de la pared venosa que provocan el rompimiento de las fibras -las cuales le dan fuerza al sistema vascular, esto es, a las venas y arterias del cuerpo-, lo que a su vez ocasiona su dilatación, con la consiguiente formación de várices, explicó.
La visibilidad de venas como arañitas, la pesadez de las piernas, el cansancio, la presencia de calambres e hinchazón, así como pigmentación café y pérdida de elasticidad a nivel de los tobillos, son los síntomas más frecuentes que indican presencia de várices y que se manifiestan regularmente por las tardes.
Por ello, insistió Córdova Quintal, es necesario que todas las personas con estas molestias acudan al médico para obtener un diagnóstico y reciban el tratamiento adecuado, antes de que se requiera una intervención quirúrgica para retirar las venas dañadas, como consecuencia de no recibir atención oportuna.
Para su diagnóstico, expuso, se utiliza el ultrasonido Doppler dúplex, a través del cual se observa la estructura y la función de las válvulas lesionadas cuando se genera una várice.
El doctor Pedro Córdova informó que el tratamiento depende de la gravedad de la enfermedad: los pacientes diagnosticados en grados 0, 1 y 2 reciben flebotónicos y se les recomienda la utilización de calcetas de compresión, bajar de peso y realizar actividad física. Con estas medidas se evita la progresión de la patología, ya que no tiene cura.
En los grados 3, 4, 5 o 6, donde además de los síntomas regulares, se observa la presencia de úlceras, se requiere intervención quirúrgica.
Hizo énfasis que la falta de tratamiento de esta enfermedad genera ausencia laboral, infecciones recurrentes y hospitalizaciones, en casos muy graves, también pueden presentar trombosis.
AMN.MX/kica
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