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La silenciosa partida de María del Socorro Castillejos del Pino

Domingo 09 de julio, 2017.
04:49 pm
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Lilia TORRENTERA G. María del Socorro Castillejos del Pino, la querida Coquito para quienes tuvimos el privilegios de contar con su amistad, falleció el lluvioso sábado 8 de julio, llevándose consigo un  caudal de anécdotas y  secretos de la vida política nacional y de Oaxaca, resguardados con impecable  elegancia y discreción durante más de 50 años de desempeño como secretaria de altos funcionarios y de los cuales  jamás recibió un reconocimiento a su entrega laboral. Coquito siempre irradió no solo su belleza física, sino sobre todo, la espiritual como la amiga o la confidente. Siempre fue un deleite cuando en las reuniones de amigas, Cocquito  narraba sus peripecias como secretaria de dirigentes del Partido Revolucionario Institucional o de gobernadores. Pero eso sí, jamás una indiscreción o comentario que pusieran en entredicho la moral de quienes fueron sus jefes. Era  de esas secretarias en el que la ética y la discreción eran las virtudes exigidas para ostentar el cargo. A Coquito le tocó vivir de cerca la época de oro de la política mexicana, donde el control era férreo pero al menos había una ética entre la clase política para mantenerse en sus ideales partidistas, que hoy en día sean prostituido a grados de tener asqueada a la sociedad. Hablar de  María del Socorro Castillejos del Pino, es hablar de una pionera en abrir a las mujeres cargos en las altísimas esferas del poder, aun cuando en su caso, a quienes sirvió, la  condenaron a diluirse en un remolino de olvido. Aquellos jóvenes  aprendices de político a quienes tanto les abrió la puerta para buscar el padrinazgo de sus jefes y subir el escalafón  como funcionarios o representantes populares, jamás la procuraron tras obtener lo ambicionado. Pese a ello,  nunca perdió su sonrisa que iluminaba su envidiable rostro blanco, terso, bello, Siempre impecablemente maquillada y glamurosamente vestida. Coquito partía plaza  cuando asistía a eventos sociales porque en su andar por la vida, también tuvo el tiempo para cultivar muchas amistades. Todavía en febrero pasado, celebramos el Día de la Candelaria, con las y los periodistas que ella siempre con sus atenciones procuró. De pronto debió partir a San Luis Potosí ante la aparición de una enfermedad  terminal que la tomó por sorpresa. Manteniendo siempre ese porte glamuroso,   se fue sin despedirse, la discreción  ante todo.   Coquito,  aún con su edad laboraba en la Secretaría de Administración, eso sí con un mínimo salario y ninguna  prestación que le permitirá siquiera la posibilidad de jubilarse porque la honestidad fue otra de las virtudes de ésta gran mujer que jamás aprovechó el cargo para obtener privilegios, nunca tuvo casa propia ni privilegios de ninguna clase. Esta mujer ejemplar por suerte, será recordada por su familia así como por sus amigos y amigas con un gran cariño y agradecimiento por los momentos compartidos, algo que es más valioso que una hipócrita condolencia de esos políticos malagradecidos que con su deprecio, olvidaron el empujón que María del Socorro Castillejos del Pino le dio en sus carreras y que hoy los hace gozar de canonjías y mucho dinero y una supina inmoralidad personal.   Hasta pronto querida Coquito.     Buen servicio y mal pago La periodista Soledad Jarquín en 2015, publicó una entrevista en el marco de la celebración del voto femenino en México, para la agencia de noticias SemMéxico. (http://pagina3.mx/2015/10/a-62-anos-del-voto-las-mujeres-en-la-cuesta/)   María del Socorro Castillejos del Pino, quien nació en la capital de Chiapas, ha estado siempre muy cerca de líderes priistas y gobernadores, pero el poder no ha sido nunca de ella y menos los bienes que en muchos servidores públicos tienen abundantes resultados. Aunque es contadora privada de profesión, desde los años sesenta ha sido secretaria. Desde muy joven estuvo involucrada en diversas actividades del Partido Revolucionario Institucional (PRI) dentro de un grupo de mujeres, que para entonces ya gozaban de la ciudadanía otorgada en 1953. En los años sesenta, incluso, siendo muy joven fue directora del sector femenil de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) y más tarde, en 1962, por dedazo, reconoce, fue nombrada regidora del Cabildo de Tuxtla Gutiérrez, por el sector campesino. Pero el destino le daría una vuelta a su vida y a la que prometía una carrera política, cuando en 1964 se convierte en la secretaria del entonces presidente del PRI en esa ciudad, Rafael Gamboa Cano, con quien se quedó a lo largo de mucho tiempo y lo siguió a petición del mismo político durante su gestión como dirigente del PRI en el Distrito Federal. Entonces dice, con Gustavo Díaz Ordaz los cargos sí duraban seis años, cuando llegó Luis Echeverría los políticos se dormían con el cargo pero a veces despertaban sin sus puestos. Orgullosa muestra su charola como secretaria privada del Presidente del Comité Directivo del PRI en el Distrito Federal, expedida en febrero de 1966, posición en la que permaneció durante largo tiempo y llegó incluso a las grandes ligas del PRI Nacional donde recuerda los liderazgos de mujeres como Hilda Anderson una destacada dirigente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM); a Ofelia Castilla, en la CNOP y a Martha Andrade del Rosal, en el PRI del DF. Aunque Coquito, como se conoce cariñosamente a María del Socorro Castillejos del Pino, no recuerda con exactitud cómo fueron aquellos años cuando se reconoció la ciudadanía de las mujeres, expone que entonces ellas militaban en el tricolor pero no ocupaban grandes cargos, aunque siempre han sido una gran mayoría de las militantes y por tanto votantes de su partido. Entonces era difícil que las mujeres destacaran en política, el ambiente era de puros hombres y poco a poco empezaron a surgir algunos liderazgos de mujeres, pero todo eso ocurrió ya mucho tiempo después, refiere. Ahora, es verdad, hay muchas mujeres en política, pero no todas resultan buenas políticas, igual que como sucede con los hombres, “diría que son malos tiempos para hacer política para las mujeres, por el desgaste que existe, por los intereses que ahora persiguen que no siempre son los de la gente”. Coquito vivió en la capital del país y por su escritorio circularon muchos hombres y también mujeres que hoy serían los viejos de la política, incluso durante su trabajo ahora fortuitamente ha colaborado con hijos de algunos de esos políticos. Desde 1986 reside en Oaxaca, fue secretaria del ex gobernador Heladio Ramírez López y terminó con él la gestión de seis años. A diferencia de muchos colaboradores del ex mandatario, Coquito renta una casa, porque nadie le ayudó a tener una casa propia de interés social, y a sus 73 años de edad sigue trabajando cada día en las oficinas de gobierno, sin que le reconozcan sus años de servicio, por lo que ve lejana la posibilidad de una jubilación.              

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