Oaxaca.-El uso que se le ha dado a la fotografía considerada icónica en distintos espacios periodísticos, movimientos sociales y exposiciones, así como la diferencia que existe entre el fotoperiodismo y fotodocumentalismo, fueron los temas principales de la última sesión del Coloquio de Fotografía Documental Mexicana, desarrollado del 16 al 18 de mayo en la Dirección de Estudios Históricos.
Al iniciar el conversatorio, moderado por la maestra Oralia García, la historiadora Rebeca Monroy, coordinadora de este evento, señaló que para finales del siglo XX en México, las imágenes que se publicaban en prensa cambiaron un poco su concepto, de prontitud e inmediatez, para volverse más profundas y diversas.
“Ante este cambio, — dijo— hoy en día el historiador tiene la tarea de desentrañar el uso que se le dio a la fotografía inicialmente, pero también de observar la utilización de ésta en otras épocas y contextos”.
En tanto, el doctor en Historia por la Universidad de California, John Mraz, precisó que la confusión entre los conceptos de fotoperiodismo y fotodocumentalismo pasa más por el hecho de no observar la fotografía documental como una categoría del fotoperiodismo.
Para el escritor, cineasta y curador estadounidense nacionalizado mexicano, existen cuatro categorías dentro del fotoperiodismo: el diarismo, acotado a los medios de comunicación; el fotorreportero o revistero, el cual posee mayor tiempo y material para trabajar sus temas; el fotoensayo, que implica noticia, reportaje, entrevista, crónica, editorial, etcétera, y el documentalismo, en el que existe la libertad de temas.
John Mraz manifestó que la teoría tiene que seguir a la fotografía, y no al revés, “por tanto —afirmó—, el futuro del fotoperiodismo está ligado a la cuarta categoría, ya que los espacios cada vez se reducen más para la libertad y en contraparte, los fotorreporteros buscan autonomía creativa”.
El coloquio, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), continuó con la participación de Ariel Arnal, doctor en Estudios Humanísticos por la Universitat Rovira i Virgili, de Terragona, España, quien aludió que no toda persona puede considerarse fotodocumentalista, para él, el fotógrafo tradicional adquiriere esta connotación cuando toma conciencia del compromiso social que implica su imagen.
La historiadora del INAH, Rosa Casanova, habló sobre la forma en la que el fotoperiodista ha encontrado en las marchas y mítines, una fuente para adentrase en el documentalismo a partir de la vida diaria.
Sobre la misma idea, el doctor en Historia por El Colegio de México, Alberto del Castillo, hizo un recuento de la diversidad de fotografías tomadas durante el movimiento estudiantil de México en 1968, y cómo éstas se han vuelto referentes para impulsar otras revueltas sociales.
Consideró que es de suma importancia revisar el archivo fotográfico de aquellos que retrataron el 68´ y el último tercio del siglo XX, y también adentrarse en las colecciones de Agustín y Miguel Casasola, que ofrecen un imaginario colectivo de los mexicanos durante la Revolución Mexicana.
La sesión finalizó con la intervención de la investigadora de la Universidad Jean Jaurès, de Toulouse, Francia, Marion Guatreau, quien dictó la ponencia
Reencarnaciones fotográficas, en la que subrayó que en una imagen lo que varía es el periodo de estabilidad y circulación.
En la era digital, expresó, existe la posibilidad de difundir la fotografía de una manera más rápida, y aquella que se considera icónica “reencarna” cuando se modifica su uso y se reinterpreta para otro fin.
Señaló que si bien el retrato mismo no cambia las circunstancias sociales, sí resulta esperanzador en muchos casos y genera un intercambio de ideas. Lo importante, finalizó, es entender que la fotografía no se lee, sino se observa, ya que la idea de lectura se acerca más a una cuestión literaria.
Cabe destacar que el Coloquio de Fotografía Documental Mexicana contó con la colaboración del Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, y la Universidad Jean Jaurès, de Toulouse, Francia.