Fortino Torrentera O.
Oaxaca.- Si bien los músicos populares Álvaro Carrillo y Jesús “Chu” Rasgado son la representación más emblemática del talento oaxaqueño, este 3 de julio se recuerda el fallecimiento de un músico legendario que se encuentra en el olvido, Juan Mathías de los Reyes.
De los Reyes, considerado el más importante compositor de la Nueva España, murió el 3 de julio del año de 1665 y sus restos se encuentran enterrados en una cripta subterránea de la Catedral Metropolitana de Oaxaca.
Juan Mathías fue un destacado músico indígena zapoteco de excelente confección en sus composiciones musicales no solo en México, sino en toda la América Española, cuando la música aún era pentafónica, hablamos de un siglo antes que Juan Sebastián Bach.
Se tienen registro que este genio musical nació en Coyotepec, alrededor de 1620 y fue Maestro de Capilla de la Catedral de Oaxaca, puesto de gran importancia en el que dirigía el acompañamiento musical de los ritos litúrgicos.
Desde muy joven aprendió música con su maestro Juan de Ribera, a quien debió su puesto de Maestro de Capilla, aun cuando compitiendo con músicos llegados de Puebla y de la Ciudad de México; puesto que ejerció hasta su muerte.
Juan Mathías empezó de chirimitero, pero su facilidad para las notas y el sonido, lo llevaron a dominar el clavicordio, el arpa y el órgano, cantaba excelentemente y compuso un “Magnificat” a siete voces y un “Bonitatem Fecisti” a ocho voces, obras sobresalientes como todas las que compuso.
Según lo confirman unas actas que se encuentran en el Archivo de la Arquidiócesis oaxaqueña, asombró a los religiosos hispanos con su maestría en la interpretación y armonías musicales compuestas para órgano de viento, por su dominio en el contrapunto y la fuga.
Estuvo a punto de viajar a España en el año de 1638, para tocar en la corte de los reyes como una curiosidad llegada de la Nueva España, pero el viaje se frustró ya que el barco en que debía realizar la travesía nunca llegó a puerto veracruzano.
Sobre su genio se han inventado mitos, como la autoría del “Stabat Mater” que en diciembre acompaña a la Virgen de La Soledad en su peregrinación, sin embargo esta pieza no corresponde a la época en que se componía desde la pentafonía.
De igual manera, se ha dicho que el indio oaxaqueño fue de los primeros o quizás el primero en componer fugas, lo cual es impensable, pues este recurso –La fuga- se desarrolló 80 años después cuando ya se componía con armonía, lo cual se registró en un manual que incluso introdujo a este recurso al mismísimo Bach.
Los mitos creados, llevaron a inspirar imaginarias crónicas de cuando “Mathías sentado a la orilla del mar veía alejarse los barcos que lo llevarían a tocar ante el rey”, lo cual es una interpretación romántica que en nada ayuda a valorar la herencia musical de este músico oaxaqueño.
En la reconstrucción de su vida, ha sido fundamental el trabajo de Ricardo Rodys y la Fonoteca Juan León Mariscal que logró un sueño anhelado por investigadores musicales, reunir seis partituras de Mathías que estaban dispersas hacia el Istmo y Centroamérica.
Por ello, el 2015 se realizó un concierto histórico en la Catedral Metropolitana de esta capital oaxaqueña, con la interpretación por el coro de la Capilla del Valle de la Asunción, Guatemala, del villancico “Quien sale aqueste dia disfrazado”, además de otras tres piezas del indígena oaxaqueño.
Luego de vario siglos, volvió a sonar una obra de Juan Mathías en la Catedral oaxaqueña, pero además se hermanó musicalmente Guatemala con Oaxaca, gracias al trabajo que Rodys realizó con el director de ese coro, Omar Morales que lograron reunir las partituras rescatadas en esa región guatemalte, como de San Pedro Huamelula y San Bartolo Yautepec, además de que la fonoteca Juan León Mariscal, publicó el libro “indígena zapoteca, Juan Matías, maestro de Capilla de la Catedral de Oaxaca”.
Es de destacarse que Mathías siempre luchó contra el Cabildo de la Catedral en defensa de sus obras de las que se quería apoderar aprovechando una Encíclica papal en la cual se exigía que todas sus obras religiosas fuesen requisadas, actitud que no le gustó nada al músico. Este hecho se demuestra en una foja con fecha 16 de agosto de 1609 que existe en el Cabildo. No entregó nunca las composiciones, pero desgraciadamente muchas de ellas se perdieron.