Fortino Torrentera O.
Oaxaca.- Fundador de Los Folkloristas, uno de los investigadores musicales más acuciosos que dejó un legado de la tradición prehispánica e indígena del país, fue el oaxaqueño René Villanueva, quien este 28 de junio cumplió 16 años de haber fallecido, borrado de la memoria de su pueblo.
Este inolvidable oaxaqueño, compartió su andar por comunidades del país, siguiendo el ejemplo de Henrietta Yurchenco que integró la primera colección de grabaciones de grupos étnicos del país; René Villanueva, además dejó documentos esenciales para entender la cosmogonía, el concepto de lo que en occidente llamamos música y la estructura de la tradición indígena y mestiza de México.
Hasta sus últimos días se dedicó a integrar una colección discográfica con selecciones de los 20 mil registros que conformaban su fonoteca. A esa serie pertenecen títulos como La flauta chontal de Tabasco, Cantos y música de Michoacán, Arte musical del Ecuador y Sones zapotecos de Juchitán.
René Villanueva nació en Oaxaca, en 1933. Ingeniero químico de profesión, estudió historia del arte en la UNAM y pintura en La Esmeralda y en la Academia de San Carlos. Ahí fue discípulo de Raúl Anguiano, Benito Messeguer, Santos Balmori y Fernando Castro Pacheco. Militó en el Partido Comunista, en el PSUM y en el PMS, además de que desde el alzamiento zapatista se apegó a su causa y el propio EZLN reconoció en varias ocasiones sus esfuerzos.
Además del acervo documental y musical que dejó, René Villanueva fue pintor, investigador y luchador social, quien concebía: “Luchar contra ese mal, llamado anonimato, ha sido no sólo una de mis principales inquietudes sino un proyecto de vida. Los pueblos ricos, los gringos y los europeos, planteaban que para que una canción fuera realmente folclórica tenía que ser anónima. Es una idea falsa, aunque muy extendida por el peso de la opinión de los antropólogos y etnólogos europeos, pero que yo no sólo refuto sino que demuestro su falsedad; es una opinión racista que pretende expropiar de su nombre a la gente humilde”.
En 1966 fundó el grupo musical Los Folkloristas, con el cual realizó numerosas grabaciones e hizo giras por la República Mexicana, España, Francia, Estados Unidos , Centro y Sudamérica, durante treintaicinco años.
En los años setenta y ochenta participó en congresos y cursos nacionales e internacionales sobre folclor y pedagogía musical. Dirigió la serie de discos Fonoteca del INAH , que se conformó por 26 discos LP con música tradicional de diferentes etnias y comunidades de México.
Su archivo particular conserva unas 20 mil grabaciones con canciones y danzas tradicionales de México y otros países del continente americano. Con una parte de ese material editó ocho discos, entre los cuales está el titulado Oaxaca profunda (2001), con una selección de la música del estado.
En 1994 publicó un extenso volumen, Cantares de la memoria, publicado por Planeta, y subtitulado 25 años de historia del grupo Los Folkloristas, alma y tradición de la música popular mexicana. Ahí narra lo que sería la mitad de su existencia, la música. Dice, a propósito de la gestación de su grupo con el que habría de presentarse, con frecuencia, en el Palacio de Bellas Artes: “En 1966 nacieron Los Folkloristas, agrupación que reunía a un buen número de los asiduos parroquianos del desaparecido café cantante del Negro Ojeda”.
De manera similar a como los humanos han emprendido caminatas largas en pos de la música, por ejemplo aquellas masivas peregrinaciones de campo a ciudades para oír en vivo a Liszt, a Chopin, a Paganini, al viejo Bruckner, el maestro René Villanueva recorrió una vida entera recopilando música, como Bartok, como Kodaly por las campiñas y armado de grabadora, papel y lápiz.
Por ello, en la historia no oficial, en la historia de la cultura popular y específicamente en la historia de la música tradicional latinoamericana, el nombre de René Villanueva es referencia inevitable.
Ello provocó que la periodista Beatriz Zalce, compañera en los últimos años del pintor, buscó respecto a su legado, preservarlo y compartirlo a través del libro “Como gotas de ámbar: memorias de René Villanueva”.
Los músicos teórico-académicos podrán haber dicho que él no estudió música. Los etnomusicólocos titulados podrán haber dicho que no siguió la carrera completa. Los virtuosos instrumentistas podrán haber dicho que no tenía un instrumento propio, desarrollado con maestría. Pero pocas personas en el mundo han ayudado tanto a que los neófitos, profanos, amateurs y especialistas se acerquen a nuestra música tradicional.
El maestro René Villanueva, falleció el jueves 28 de junio del 2001, no obstante, en más de una década y media, en Oaxaca jamás se le ha recordado, cuando mucho de su trabajo partió de la tradición indígena y comunitaria del Estado. Maestro a su recuerdo.