Oaxaca.- Oficio intrínseco para la creación de objetos de barro y arcilla, utilizados principalmente para la elaboración de enseres y artilugios domésticos tanto en México como en otras latitudes, la Alfarería está en peligro de extinción en Oaxaca.
La etapa de esplendor de la Alfarería e nuestra entidad fue disminuyendo a partir de la década de los años 50 del siglo pasado, con la llegada del peltre, la loza china y los desechables. De unas 50 familias dedicadas a la alfarería, a la fecha quedan alrededor de seis, quienes tratan de mantener viva la actividad.
Uno de ellos es el ceramista oaxaqueño Mateo Hernández Santiago, quien a la cabeza de su familia continúa preservando la tradición y se aferra a ella con la esperanza de que en un futuro vuelva a incrementarse la producción.
Por ello fue invitado a montar la exposición “Vida, corazón y tierra” en la Galería “Shinzaburo Takeda” de la Facultad de Bellas Artes (FBA) de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), frente a Plaza de la Danza, donde muestra el proceso que debe realizarse para elaborar vasijas, platos, vasos, jarrones y cazuelas, entre otras piezas, hasta su cocimiento.
Acompañado por la directora de la FBA, Mtra. Liliana García Valentín, y el artista plástico Shinzaburo Takeda, el Alfarero mostró parte de su trabajo artesanal que es el medio de subsistencia de su familia.
“En un inicio se hacía la loza típica oaxaqueña. En la actualidad hacemos loza contemporánea. En las piezas expuestas se indican los pasos y detalles que encierra una alfarería y como se va transformando el barro sin impurezas para finalmente poder moldearlo”, explicó.
Refirió que fue en 1992 cuando tuvieron que modificar parte de sus procesos de elaboración y dejaron de utilizar el óxido de plomo, ya que derivado de algunos estudios se dieron cuenta que hacía daño a quien consumía alimentos elaborados o servidos en trastos de barro.
Mateo Hernandez Santiago recordó que inició el oficio de alfarero en 1968, cuando tuvo la oportunidad de trabajar con la familia Carrillo Flores, quienes empleaban a unos 10 oficiales en su galera, pero luego de aprender decidió recorrer otros talleres para aprender nuevas técnicas y finalmente establecerse con su propio negocio.
Admitió que la Alfarería está en vías de extinción. “Esa es mi preocupación y esta exposición tiene el propósito de enseñar a las y los jóvenes interesados a aprender el oficio, que es muy bonito, es una escuela”, sostuvo.
Lo definió como “un oficio muy noble que da para vivir, no para hacerse rico, pero sí para el sustento diario”, y reiteró su deseo de “dejar una semilla, por lo que estoy en la disposición de enseñar a quien le interese”.
Su taller está ubicado en Santa Martha número 112, Colonia ex Hacienda Santa Rosa, Primera Sección.
Entre las poblaciones oaxaqueñas que se dedican a la Alfarería figuran Santa María Atzompa con su barro verde, San Bartolo Coyotepec con el barro negro, San Marcos Tlapazola con el barro rojo y San Luis Beltrán, entre otros.