EFE
Oaxaca.- Empezó buscando en Internet “¿Qué es el cáncer?” y poco después, el mexicano Julián Ríos, de 17 años, consiguió diseñar, junto con tres compañeros, un dispositivo que detecta el cáncer de mama gracias a biosensores y que cualquier mujer puede usar fácilmente colocándolo dentro del sostén.
En 2015, Ríos se decidió a inventar un método que ayudará a detectar el cáncer de mama, superando las limitaciones de los métodos convencionales, explica el estudiante de preparatoria del Tecnológico de Monterrey en una entrevista con Efe.
Su madre había sido diagnosticada dos veces con este tipo de cáncer, y de esta experiencia aprendió que “la mastografía y la autoexploración, a pesar de que son métodos con virtudes, tienen fallas importantes, que pueden poner en riesgo la vida de cualquier persona”, afirma.
Para su misión, propuso la idea a tres compañeros y con ellos fundó la empresa Higia, dentro de la cual surgió EVA, un dispositivo que se puede usar dentro de cualquier sostén o bien en uno diseñado específicamente por el equipo.
José Antonio Torres, cofundador y director de tecnología de la empresa, explica el funcionamiento del dispositivo, que registra las temperaturas anormales que se dan los senos con la presencia de quistes, calcificaciones y tumores malignos.
EVA se emplea una hora a la semana durante un mes para almacenar datos de la usuaria, que se pueden monitorear con una aplicación en el móvil: “Entre más datos tengamos de la mujer, mejor se hace el algoritmo para pronosticar el cáncer”, detalla Torres, de 20 años.
Hay otros factores independientes al cáncer que influyen en la temperatura corporal, “sin embargo, es fácil controlarlos”, agrega su compañero.
De acuerdo con Higia, el algoritmo tiene una eficacia en el diagnóstico del 93 por ciento, “que es bastante elevado en comparación de otros elementos como la exploración y el ultrasonido, que oscilan entre el 20 y el 50 por ciento”, relata Ríos, también director ejecutivo de Higa.
Cuando estaban definiendo el proyecto, tenían claro que su artilugio tenía que seguir tres líneas: no ser invasivo, no emitir radiación y no comprimir el seno.
Para mantener un precio accesible sin “comprometer su calidad”, la empresa venderá los datos que recoja el dispositivo -de manera anónima- a “aseguradoras, gobiernos, universidades, etc.”, dice Ríos. Foto: Captura de Youtube/EFE.
Además de su regla de oro: “El médico no debe estar involucrado hasta que haya un diagnóstico de que existe algún tipo de malformación dentro del seno, antes no”, asevera Ríos.
Que sea el “sofwtare” y no el médico quien hace el diagnóstico gracias a la base de datos facilita que el dispositivo sea realmente portátil.
“En las comunidades rurales no hay oncólogos”, así que si fuera imprescindible un médico, “no lo puedes llevar (el dispositivo) a los lugares que más lo necesitan”, argumenta el joven, quien también señala la falta de radiólogos y tomógrafos en México.
El equipo de Higia tiene pensado que el dispositivo tenga un precio aproximadamente de 2 mil 500 pesos (129.8 dólares), aunque este podría variar.
Para mantener un precio accesible sin “comprometer su calidad”, la empresa venderá los datos que recoja el dispositivo -de manera anónima- a “aseguradoras, gobiernos, universidades, etc.”, dice Ríos.
Sostiene que “orientando el modelo de negocio en la venta de ‘big data’, y no a la venta de ‘hardware’, es cuando puedes intentar llevarlo a las comunidades más necesitadas”.
En un escenario óptimo, EVA saldría a la venta a finales de 2018, pero todavía tienen que conseguir las autorizaciones correspondientes de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), lo que podría demorar el proceso.
Como reconocimiento a su trabajo, el proyecto ha ganado el Premio Nacional Estudiante Emprendedor de la Entrepreneur’s Organization, así como el Premio Everys, que reconoce la innovación tecnológica.
Actualmente, el equipo de Higia tiene 15 miembros, entre ellos cuatro mentores. No obstante, “en un principio éramos nosotros e Internet”, recuerda Ríos.
Comenzaron buscando lecciones básicas sobre el cáncer, después pasaron a artículos científicos y médicos, y finalmente realizaron su investigación sobre el mercado y las patentes, para saber “qué se ha hecho y qué no”.
En su proceso para conseguir ayuda financiera, los jóvenes han descubierto una lección: “El reto no es conseguir fondos, sino conseguir gente bastante increíble que esté dispuesto a dar su tiempo. Ese es el verdadero reto”, asegura Ríos.