Ciudadania Express
Lunes 13 de noviembre, 2017. 03:44 pm

En clínicas de obesidad de México, ingresan a los 10 años en promedio

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Oaxaca.-Diez años es la edad promedio a la que los niños ingresan a la Clínica de Atención Integral al Paciente con Diabetes y Obesidad del Hospital General de México, uno de los pocos centros multidisciplinarios públicos de tratamiento integral de menores afectados por esa epidemia. "Los niños ya pueden presentar problemas de índole metabólico a la edad de 10 años, que es la edad promedio que tratamos en esta clínica", relató en entrevista la doctora Nayely Garibay, endocrinóloga pediatra de la institución. Garibay es profesora titular del curso de alta especialidad de obesidad infantil del Hospital General de México, el único programa avalado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y que ha atendido en los últimos cinco años una población acumulada de entre 2 mil 500 y 2 mil 800 niños obesos. La doctora fundó en 2016 del programa especial de la clínica especializada en obesidad y diabetes para niños (de entre seis y 17 años). "Muchos de los niños que recibimos ya han sido previamente valorados por sus pediatras y son referidos a la clínica de obesidad porque manifiestan algún tipo de complejidad relacionada con el sobrepeso", explica. Entre esas complejidades se encuentran "prediabetes, acantosis (patología cutáneo de hiper pigmentación debido a la resistencia de las células del cuerpo a la insulina) en cuello, axilas o la ingle", y problemas "ortopédicos" o "asma constante", enumera la especialista. Garibay apunta que las huellas del padecimientos son también psicológicas, sobre todo "ansiedad y depresión" en los niños. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2016, tres de cada 10 menores entre los 5 y los 11 años padecen sobrepeso u obesidad, con una prevalencia combinada del 33.2%. La obesidad infantil es un problema emergente de salud en México, en parte porque, según Garibay, los mexicanos son "un grupo étnico de riesgo". "Los factores genéticos están implantados en la población y hay más factores ambientales que condicionan el desarrollo de obesidad en los que los niños", argumenta. La globalización ha fomentado que las madres estén muchas horas fuera del hogar y abandonen la "logística" de preparar alimentos o estructurar horarios de los niños para la actividad física y el descanso. Los menores sufren también altos niveles de estrés y situaciones de violencia en sus hogares. Por ello, en el centro multidisciplinario "existe un abordaje integral" del problema. Hay "un taller de nutrición, psicología, prevención de bullying, autocuidado, mejoramiento de la autopercepción o de la imagen, muy específico es el taller de ejercicio", y los menores "tienen un día de orientación para el consumo de alimentos donde se le enseña al niño cómo calcular proporciones", explica el doctor Alfonso Alejandro Velasco, coordinador de la clínica. Garibay opina que hay "muchas políticas públicas que modificar o establecer" para encarar la situación, como entornos saludables para que puedan realizar una actividad física estructurada o bebederos de agua en las escuelas. "La prevención requiere de un apoyo gubernamental para que haya gente que esté formada para impartir consejerías adecuadas para los padres", dice la especialista. Lo más difícil es que los padres lleven a sus hijos para que reciban ayuda. "Nos damos cuenta en el trabajo con escuelas que cuando mandamos a los padres un aviso para que vengan a la clínica porque el niño tiene un problema de sobrepeso u obesidad la convocatoria es prácticamente nula", detalla Garibay. El éxito de este tipo de tratamiento multidisciplinario es de apenas un 5 o 10%, pero "cada niño que sale adelante será un adulto que formará una familia con mejores hábitos" y para los médicos del centro, eso ya vale la pena, considera. El problema -añade- es que "las familias no perciben la obesidad infantil como un problema de salud", pues "el 25 % de los padres de los niños que vienen a la clínica tienen ya un problema de diabetes tipo 2 diagnosticada". "En cuanto al daño y al riesgo cardiovascular ya es igual al que existe en población adulta", denuncia. Garibay advierte que "cuando el problema ya está establecido en el niño es difícil regresar a tener un nivel de salud óptimo". En vísperas del Día Mundial de la Lucha contra la Obesidad, este 12 de noviembre, Garibay puntualiza que es necesario "cambiar los hábitos, el entorno y la programación neuropsicológica y metabólica que los niños adquirieron durante la etapa fetal y los primeros mil días de vida repercute de forma permanente".
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