Ciudad de México.- La enfermedad cerebrovascular es una de los padecimientos más incapacitantes después de los 50 años. En México se presentan alrededor de 100 mil casos al año y representa la cuarta causa de muerte; no obstante, puede ser prevenible porque los factores de riesgo son controlables, afirmó Antonio Arauz Góngora, académico de la
Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Esta afección ocurre de manera brusca y súbita, pero es posible conocer quién está en riesgo y trabajar en la prevención, remarcó. “Quien la padece tiene alta probabilidad de morir o quedar discapacitado en mayor o menor grado, pues afecta la motricidad, la vista y hasta el lenguaje, dependiendo de la parte del cerebro que se dañe”.
En ocasión del Día Mundial de la Enfermedad Cerebrovascular, que se conmemora mañana, 29 de octubre, el universitario indicó que la incidencia es más alta en personas mayores de 60 años, aunque puede presentarse en individuos más jóvenes, sin distinción de sexo.
“Los factores para su ocurrencia se dividen en dos: los que pueden modificarse y los que no. La edad no es modificable y sabemos que después de los 60 años cada lustro se incrementa el riesgo porque las arterias sufren cambios, pierden elasticidad o se llenan a causa del colesterol o arteriosclerosis”.
En cuanto a los factores modificables, Arauz Góngora mencionó a la presión arterial alta, seguida de la diabetes mellitus, el tabaquismo, sedentarismo, alcoholismo y obesidad. “Un individuo que tiene más de 65 años y que es hipertenso, diabético, obeso y fumador tiene un alto riesgo”.
Sin embargo, una de las características de este padecimiento es que es prevenible, reiteró: si el paciente controla la hipertensión y la diabetes, deja de fumar y baja de peso, el peligro disminuye sustancialmente.
El neurólogo explicó que la enfermedad cerebrovascular es un conjunto de afecciones neurológicas que se subdividen en dos grupos. El primero implica la oclusión de las arterias o un infarto cerebral, que la gente comúnmente conoce como embolia porque son coágulos o émbolos que llegan al cerebro y tapan las arterias. Representa alrededor del 80 por ciento de los casos ocurridos.
El 20 por ciento restante, añadió, se debe a la ruptura de los vasos cerebrales, lo que provoca un derrame de sangre dentro del cerebro; “por eso se le da el término de hemorragia cerebral”.
Señales de alerta
Arauz Góngora mencionó que esta enfermedad se considera súbita porque el individuo puede presentar alteraciones neurológicas de un momento a otro, de modo que es importante que la gente las reconozca para tratarlas oportunamente.
Existe la escala denominada
FAST (Face, Arm, Speech, Time), que consiste en pedir al paciente que sonría y ver si hay alguna asimetría o parálisis facial. “También se le solicita que levante los brazos y los mantenga arriba para determinar si hay debilidad en alguno de ellos, y que repita alguna frase para evaluar si entiende y puede reproducirla”.
Si es incapaz de hacerlo, lo más probable es que esté pasando por un evento cerebrovascular y de inmediato se le debe llevar al hospital, alertó.
“Que una persona sobreviva depende de muchos factores, pero es un hecho que la mortalidad ha disminuido por los tratamientos novedosos que permiten destapar las arterias, minimizar el daño cerebral y lograr que haya menos secuelas”.
En cuanto a la efeméride, el universitario comentó que el Día Mundial de la Enfermedad Cerebrovascular es un buen pretexto para difundir información entre la población, pues se calcula que uno de cada seis individuos en el mundo puede padecerla en cualquier momento de su vida, y si se sabe cómo identificarla, prevenirla y atenderla, en un futuro se puede disminuir el impacto que tiene en la funcionalidad de las personas, concluyó.